por HUGO GIOVANETTI VIOLA
un webguión seccionado en 40 episodios y escrito como base para una miniserie televisiva que producirá elMontevideano / Laboratorio de Artes
VIGESIMOCTAVA ENTREGA
EPISODIO XXVIII
Acuña de Figueroa recita la Nomenclatura y Apología del Carajo en El Hacha y Magdalena y Paloma se escupen el escote y el rostro, respectivamente.
PRIMERA HISTORIA 1 / INT. NOCHE
Francisco Acuña de Figueroa en la pulpería del Hacha terminando una partida de truco a cuatro.
Acuña de Figueroa (matando con un dos de la muestra): Y con esto nos llevamos la porotada y seis onzas al talego, estimadísimo hijo de la Isla Hermana.
Fitzgerald (un desertor del ejército de Beresford que usa un parche en un ojo): Usía sabrá que en Dublín festejamous con tri Hip Hip Hurra.
Acuña de Figueroa (después de corear el brindis): Pues yo hoy la pienso seguir corriendo en agua de rosas con Yemanjá del Mar Dulce. ¿Estáis seguros que la alcahueta viene después del ángelus?
Uno de los paisanos perdedores en la partida de truco: Y se empeda y se va con los sesos hechos un camoatí pior que el de Sobremonte.
Acuña de Figueroa: ¿Pero está comprobado que fue la que le vendió el bagazo al mariscal Abreu?
El otro paisano: Mucho más sabe Dios y nunca se deslengua.
Acuña de Figueroa (sacando unos folios): Vale, caray. Ahora me gustaría declamar unas coplillas pícaras que vengo componiendo en elogio del Carajo.
Fitzgerald: ¿Del Carajo? ¿Pero usía no es católicou?
Acuña de Figueroa: Un Sanchito pecador, nada más. Escuchad mi oda-joda.
SEGUNDA HISTORIA 1 / INT. NOCHE
Juan Mendoza y Artecona se quedan esperando a Paloma y a Magdalena, que acaban de entrar insultándose a gritos y sin despedirse de Porto.
Artecona: Insisto en retirarme, don Juan. Os confieso que ya no le veo la calvicie a esta oportunidad. Y lo digo con el corazón en la mano.
Juan Mendoza: Ah. ¿Tenéis corazón?
Artecona: ¿Y usía piensa seguir tirándome el guante o qué?
Juan Mendoza: No. Es un chiste de velorio. No más duelos: degüellos. Y el honor al carajo.
Artecona: ¿Y desde cuándo Maguita anda armada?
Juan Mendoza: Desde que murió mi suegro. Heredó un tromblón naranjero de veintiséis centímetros y ahora se le metió el antojo de descabezar títeres.
Artecona (levantándose): A fe que esto parece un velorio sin ataúd. Yo me voy.
Magdalena (apareciendo muy perfumada): Ni lo sueñes, Manucho. Ya sé a lo que viniste, porque los esclavos espían mejor que los escorpiones.
Juan Mendoza: Y yo prefiero que lo hablen ustedes a solas, porque acá no hay familia.
Magdalena: Acá vendemos carne.
PRIMERA HISTORIA 2 / INT. NOCHE
Acuña de Figueroa termina de leer las coplas frente a los hipnotizados parroquianos del Hacha.
Acuña de Figueroa: Un Carajo de un seme, grueso y sano / es digno de coronas y guirnaldas / Así ante tan potente soberano / Las Nobles y plebeyas, caen de espaldas. / Hay de Carajos, variedad bastante / Largos, cortos, redondos, puntiagudos! / derechos y torcidos, servigudos! / Y romos y de punta de Diamante. / Si el miembro de botón, como el de un perro / reengancha a fornicar y es un estorbo / y es bueno que sea duro, como un hierro / y mejor es derecho, que no corvo. / En fin, aquí termina mi trabajo / Si algún censor severo lo condena / Que me eche un buen Carajo… en hora buena / ¡Qué más quisiera yo, que un buen Carajo!
Aplausos y brindis general.
Un guitarrista: Taría güeno pa trovarlo por cielo en la Casa de Comedias.
Acuña de Figueroa: Es que usando el Carajo se ve el cielo.
Fitzgerald: ¿Y acasou piensa publicar ese muffin de pólvora, licenciadou?
Acuña de Figueroa: Cómo no, Don Pirata. Y se va a intitular Nomenclatura y Apología del Carajo.
Paisano que intervino en la partida de truco (codeando a Acuña de Figueroa): Me parece que la alcagüeta llegó hace ratazo, cuñao.
El otro paisano timbero (señalando a Aleijadinha, que se agarra la cabeza acurrucada en el portal): Y pensar que yo creiba que la monstro no había aprendido a llorar.
SEGUNDA HISTORIA 2 / INT. NOCHE
Magdalena hace fondo blanco con una copa y se sirve otra.
Magdalena: No sabía que te apetecía tanto la carne de ternera.
Artecona (señalando el patio): Sed discreta, pardiez. Ya hubo bastante escándalo.
Magdalena: ¿Te olvidaste que esta mañana empezamos a tutearnos?
Artecona: ¿Y cómo está la niña?
Magdalena: ¿Qué niña? ¿O me habláis del putón verbenero que finge desmayarse para robarle los húsares a la madre?
Artecona: No bebáis más, Maguita.
Magdalena (después de vaciar otra copa): Yo fui linda, Manucho. Hoy mismo me pusiste por encima del sol. Y mi marido jura que me sigue queriendo.
Artecona (levántadose y taconeando hacia el zaguán): No es hora de conversar.
Magdalena (arrancándonle la peluca de un zarpazo): Pero si yo estoy encantadísima de ser tu suegra, bobo. Hala, que venga de una vez el biscuit verbenero y negociamos. Lo que te advierto es que la quinta del Paso Molino no va a entrar en la dote.
En ese momento entran Juan Mendoza y Paloma, que se tienta de risa al ver el pelo enredado y ya muy ralo del cabildante.
PRIMERA HISTORIA 3 / INT. NOCHE
Acuña de Figueroa se acerca con una botella de cachaza a la mujer jorobada y coja que llora al lado de un bolsón de ropa, sentada en un poyo.
Acuña de Figueroa: ¿A la señora le apetece un poco más de caña?
Aleijadinha (mostrando los ojos gelatinosos a través de los dedos engarfiados): La tierra del piso sabe que estoy regando este ñudo de víboras con lágrimas de amor.
Acuña de Figueroa: Eso sonó muy dulce.
Aleijadinha: Deixa de sobar, godo. Eu coñece las mentiriñas que falan los poetas alcahuetes de los reyes. Y coñece a seu padre, tambéin: un probado artiguense y no un mal americano como vocé.
Acuña de Figueroa: ¿No podríamos brindar en paz?
Aleijadinha: A vos lo único que te interesa es brincar con la diosa, tiburón. Te va a costar tres onzas y el hostal.
Acuña de Figueroa: ¿Y cuántas onzas cuesta saber por qué llorás?
Aleijadinha (secándose la cara con el delantal y levantando el vaso): Andá echando cachaza, nomais. Y esperá que me vengan ganas de regalarte un pedazo de mim. Puedo demorar muito.
Acuña de Figueroa: Nunca fuera caballero por dama tan bien domado.
SEGUNDA HISTORIA 3 / INT. NOCHE
Magdalena se tambalea hacia el patio y al cruzarse con Paloma le escupe el gigantesco escote.
Magdalena: Yo las tuve mejores, ratita de albañal.
Paloma permanece impasible hasta que empieza a resonar el taconeo de su madre en el patio y saca un pañuelito monogramado para secarse el salivazo.
Juan Mendoza (guiando a su hija de la mano hasta que ella se acomoda sobre un canapé): Sentaos, Manucho. El infierno está encantador esta noche.
Artecona (reacomodándose la peluca y besándole la manito a la muchacha con los ojos cerrados): Sólo quiero vuestro sí. Para mí los que cuentan son los negocios celestiales de los que hablaba Teresa de Ávila.
Juan Mendoza: Pues yo preferiría que en mi casa la llamárais Santa Teresa de Jesús, mistiquillo. Porque si a los arquitecturistas los encarcelaran por robarnos santos y doctrina no daríamos abasto ni transformando la Ciudadela entera en un calabozo.
Paloma (a Artecona): Y yo preferiría no escuchar discusiones teológicas que ya me aburren más que la taba o a las pencas. Podéis contar con mi sí, Manucho.
Artecona (suspirando y abanicándose con el tricornio): Alabado sea el dios. Y desde ahora en adelante que se cuide muy bien el asediado mariscal Diogo Porto de seducir bellezas cisplatinas.
Juan Mendoza: En ese caso os haría falta degollarlo dos veces, futuro yerno. Por mi hija y por mi mujer. Ni en la barbería de Shakespeare hubo tales desangramientos.
PRIMERA HISTORIA 4 / INT. NOCHE
Con la botella de cachaza ya mediada, Aleijadinha abre los brazos como fingiendo cargar algo.
Aleijadinha (ya muy borracha): ¿Por qué Exá me mandó arrastrarme por la praza da verdura cuando salieron ellos?
Acuña de Figueroa: ¿Ellos quiénes, señora?
Aleijaidinha: Nao mi diga Señora. Eu sou la Maritornes. Y en la praza pasó el mariscal Porto cargando a la Paloma como si fuera la virgo María.
Acuña de Figueroa: ¿Cómo así?
Aleijadinha: Eran como una estatua de iglesia caminando. Y sentí que toda la fe que téin la humanidade e iso.
Acuña de Figueroa: ¿Y qué le pasó a la nena?
Aleijadinha: Eu nao sabo mais, godo. Pero caté que elha le había parido el amor con los olhos y él tiña que llevarla de vuelo.
Acuña de Figueroa: ¿Puedo besarte la mano?
Aleijadinha: Deixa de zalamerear. Exá te ayudó muito, porque la Yemanjá está al punto en mi cotarro.
Acuña de Figueroa (levantando los ojos cerrados): Y yo elogiando al Carajo.
SEGUNDA HISTORIA 4 / INT. NOCHE
Artecona se embute el tricornio y no le puede sostener la mirada a Juan Mendoza. Paloma hipa una risita más prostibular que infantil.
Paloma: Supongo que esta vez podremos bailar a gusto en mi baile de esponsales. Julia le agregó un saltito del minué montonero a la cadena de la contradanza.
En ese momento aparece Magdalena con el trabuco naranjero y Artecona levanta los brazos.
Magdalena: Calmaos, Manucho. Sólo os quería advertir que si los esponsales terminan en duelo podéis contar con mi humilde tromblón.
Artecona: No será necesario.
Magdalena: No os asustéis, muchacho. No lo tengo cargado.
Juan Mendoza (riéndose): Ella baila con todos.
Magdalena (a Artecona): Y además te concedo la donación de La filosofía en el tocador disfrazada de Pablo y Virginia que hoy te llevé a la iglesia. No habrá mejor regalo para esta verbenera.
Paloma (escupiéndole la cara a Magdalena): ¿Por qué no te matás de una vez, viejita ordeñadora?
Magdalena (retirándose de espaldas y con el trabuco en alto): Yo te pediría lo mismo. Y hasta puedo munirte con mi mejor recurso. ¿No parece un Carajo?
un webguión seccionado en 40 episodios y escrito como base para una miniserie televisiva que producirá elMontevideano / Laboratorio de Artes
VIGESIMOCTAVA ENTREGA
EPISODIO XXVIII
Acuña de Figueroa recita la Nomenclatura y Apología del Carajo en El Hacha y Magdalena y Paloma se escupen el escote y el rostro, respectivamente.
PRIMERA HISTORIA 1 / INT. NOCHE
Francisco Acuña de Figueroa en la pulpería del Hacha terminando una partida de truco a cuatro.
Acuña de Figueroa (matando con un dos de la muestra): Y con esto nos llevamos la porotada y seis onzas al talego, estimadísimo hijo de la Isla Hermana.
Fitzgerald (un desertor del ejército de Beresford que usa un parche en un ojo): Usía sabrá que en Dublín festejamous con tri Hip Hip Hurra.
Acuña de Figueroa (después de corear el brindis): Pues yo hoy la pienso seguir corriendo en agua de rosas con Yemanjá del Mar Dulce. ¿Estáis seguros que la alcahueta viene después del ángelus?
Uno de los paisanos perdedores en la partida de truco: Y se empeda y se va con los sesos hechos un camoatí pior que el de Sobremonte.
Acuña de Figueroa: ¿Pero está comprobado que fue la que le vendió el bagazo al mariscal Abreu?
El otro paisano: Mucho más sabe Dios y nunca se deslengua.
Acuña de Figueroa (sacando unos folios): Vale, caray. Ahora me gustaría declamar unas coplillas pícaras que vengo componiendo en elogio del Carajo.
Fitzgerald: ¿Del Carajo? ¿Pero usía no es católicou?
Acuña de Figueroa: Un Sanchito pecador, nada más. Escuchad mi oda-joda.
SEGUNDA HISTORIA 1 / INT. NOCHE
Juan Mendoza y Artecona se quedan esperando a Paloma y a Magdalena, que acaban de entrar insultándose a gritos y sin despedirse de Porto.
Artecona: Insisto en retirarme, don Juan. Os confieso que ya no le veo la calvicie a esta oportunidad. Y lo digo con el corazón en la mano.
Juan Mendoza: Ah. ¿Tenéis corazón?
Artecona: ¿Y usía piensa seguir tirándome el guante o qué?
Juan Mendoza: No. Es un chiste de velorio. No más duelos: degüellos. Y el honor al carajo.
Artecona: ¿Y desde cuándo Maguita anda armada?
Juan Mendoza: Desde que murió mi suegro. Heredó un tromblón naranjero de veintiséis centímetros y ahora se le metió el antojo de descabezar títeres.
Artecona (levantándose): A fe que esto parece un velorio sin ataúd. Yo me voy.
Magdalena (apareciendo muy perfumada): Ni lo sueñes, Manucho. Ya sé a lo que viniste, porque los esclavos espían mejor que los escorpiones.
Juan Mendoza: Y yo prefiero que lo hablen ustedes a solas, porque acá no hay familia.
Magdalena: Acá vendemos carne.
PRIMERA HISTORIA 2 / INT. NOCHE
Acuña de Figueroa termina de leer las coplas frente a los hipnotizados parroquianos del Hacha.
Acuña de Figueroa: Un Carajo de un seme, grueso y sano / es digno de coronas y guirnaldas / Así ante tan potente soberano / Las Nobles y plebeyas, caen de espaldas. / Hay de Carajos, variedad bastante / Largos, cortos, redondos, puntiagudos! / derechos y torcidos, servigudos! / Y romos y de punta de Diamante. / Si el miembro de botón, como el de un perro / reengancha a fornicar y es un estorbo / y es bueno que sea duro, como un hierro / y mejor es derecho, que no corvo. / En fin, aquí termina mi trabajo / Si algún censor severo lo condena / Que me eche un buen Carajo… en hora buena / ¡Qué más quisiera yo, que un buen Carajo!
Aplausos y brindis general.
Un guitarrista: Taría güeno pa trovarlo por cielo en la Casa de Comedias.
Acuña de Figueroa: Es que usando el Carajo se ve el cielo.
Fitzgerald: ¿Y acasou piensa publicar ese muffin de pólvora, licenciadou?
Acuña de Figueroa: Cómo no, Don Pirata. Y se va a intitular Nomenclatura y Apología del Carajo.
Paisano que intervino en la partida de truco (codeando a Acuña de Figueroa): Me parece que la alcagüeta llegó hace ratazo, cuñao.
El otro paisano timbero (señalando a Aleijadinha, que se agarra la cabeza acurrucada en el portal): Y pensar que yo creiba que la monstro no había aprendido a llorar.
SEGUNDA HISTORIA 2 / INT. NOCHE
Magdalena hace fondo blanco con una copa y se sirve otra.
Magdalena: No sabía que te apetecía tanto la carne de ternera.
Artecona (señalando el patio): Sed discreta, pardiez. Ya hubo bastante escándalo.
Magdalena: ¿Te olvidaste que esta mañana empezamos a tutearnos?
Artecona: ¿Y cómo está la niña?
Magdalena: ¿Qué niña? ¿O me habláis del putón verbenero que finge desmayarse para robarle los húsares a la madre?
Artecona: No bebáis más, Maguita.
Magdalena (después de vaciar otra copa): Yo fui linda, Manucho. Hoy mismo me pusiste por encima del sol. Y mi marido jura que me sigue queriendo.
Artecona (levántadose y taconeando hacia el zaguán): No es hora de conversar.
Magdalena (arrancándonle la peluca de un zarpazo): Pero si yo estoy encantadísima de ser tu suegra, bobo. Hala, que venga de una vez el biscuit verbenero y negociamos. Lo que te advierto es que la quinta del Paso Molino no va a entrar en la dote.
En ese momento entran Juan Mendoza y Paloma, que se tienta de risa al ver el pelo enredado y ya muy ralo del cabildante.
PRIMERA HISTORIA 3 / INT. NOCHE
Acuña de Figueroa se acerca con una botella de cachaza a la mujer jorobada y coja que llora al lado de un bolsón de ropa, sentada en un poyo.
Acuña de Figueroa: ¿A la señora le apetece un poco más de caña?
Aleijadinha (mostrando los ojos gelatinosos a través de los dedos engarfiados): La tierra del piso sabe que estoy regando este ñudo de víboras con lágrimas de amor.
Acuña de Figueroa: Eso sonó muy dulce.
Aleijadinha: Deixa de sobar, godo. Eu coñece las mentiriñas que falan los poetas alcahuetes de los reyes. Y coñece a seu padre, tambéin: un probado artiguense y no un mal americano como vocé.
Acuña de Figueroa: ¿No podríamos brindar en paz?
Aleijadinha: A vos lo único que te interesa es brincar con la diosa, tiburón. Te va a costar tres onzas y el hostal.
Acuña de Figueroa: ¿Y cuántas onzas cuesta saber por qué llorás?
Aleijadinha (secándose la cara con el delantal y levantando el vaso): Andá echando cachaza, nomais. Y esperá que me vengan ganas de regalarte un pedazo de mim. Puedo demorar muito.
Acuña de Figueroa: Nunca fuera caballero por dama tan bien domado.
SEGUNDA HISTORIA 3 / INT. NOCHE
Magdalena se tambalea hacia el patio y al cruzarse con Paloma le escupe el gigantesco escote.
Magdalena: Yo las tuve mejores, ratita de albañal.
Paloma permanece impasible hasta que empieza a resonar el taconeo de su madre en el patio y saca un pañuelito monogramado para secarse el salivazo.
Juan Mendoza (guiando a su hija de la mano hasta que ella se acomoda sobre un canapé): Sentaos, Manucho. El infierno está encantador esta noche.
Artecona (reacomodándose la peluca y besándole la manito a la muchacha con los ojos cerrados): Sólo quiero vuestro sí. Para mí los que cuentan son los negocios celestiales de los que hablaba Teresa de Ávila.
Juan Mendoza: Pues yo preferiría que en mi casa la llamárais Santa Teresa de Jesús, mistiquillo. Porque si a los arquitecturistas los encarcelaran por robarnos santos y doctrina no daríamos abasto ni transformando la Ciudadela entera en un calabozo.
Paloma (a Artecona): Y yo preferiría no escuchar discusiones teológicas que ya me aburren más que la taba o a las pencas. Podéis contar con mi sí, Manucho.
Artecona (suspirando y abanicándose con el tricornio): Alabado sea el dios. Y desde ahora en adelante que se cuide muy bien el asediado mariscal Diogo Porto de seducir bellezas cisplatinas.
Juan Mendoza: En ese caso os haría falta degollarlo dos veces, futuro yerno. Por mi hija y por mi mujer. Ni en la barbería de Shakespeare hubo tales desangramientos.
PRIMERA HISTORIA 4 / INT. NOCHE
Con la botella de cachaza ya mediada, Aleijadinha abre los brazos como fingiendo cargar algo.
Aleijadinha (ya muy borracha): ¿Por qué Exá me mandó arrastrarme por la praza da verdura cuando salieron ellos?
Acuña de Figueroa: ¿Ellos quiénes, señora?
Aleijaidinha: Nao mi diga Señora. Eu sou la Maritornes. Y en la praza pasó el mariscal Porto cargando a la Paloma como si fuera la virgo María.
Acuña de Figueroa: ¿Cómo así?
Aleijadinha: Eran como una estatua de iglesia caminando. Y sentí que toda la fe que téin la humanidade e iso.
Acuña de Figueroa: ¿Y qué le pasó a la nena?
Aleijadinha: Eu nao sabo mais, godo. Pero caté que elha le había parido el amor con los olhos y él tiña que llevarla de vuelo.
Acuña de Figueroa: ¿Puedo besarte la mano?
Aleijadinha: Deixa de zalamerear. Exá te ayudó muito, porque la Yemanjá está al punto en mi cotarro.
Acuña de Figueroa (levantando los ojos cerrados): Y yo elogiando al Carajo.
SEGUNDA HISTORIA 4 / INT. NOCHE
Artecona se embute el tricornio y no le puede sostener la mirada a Juan Mendoza. Paloma hipa una risita más prostibular que infantil.
Paloma: Supongo que esta vez podremos bailar a gusto en mi baile de esponsales. Julia le agregó un saltito del minué montonero a la cadena de la contradanza.
En ese momento aparece Magdalena con el trabuco naranjero y Artecona levanta los brazos.
Magdalena: Calmaos, Manucho. Sólo os quería advertir que si los esponsales terminan en duelo podéis contar con mi humilde tromblón.
Artecona: No será necesario.
Magdalena: No os asustéis, muchacho. No lo tengo cargado.
Juan Mendoza (riéndose): Ella baila con todos.
Magdalena (a Artecona): Y además te concedo la donación de La filosofía en el tocador disfrazada de Pablo y Virginia que hoy te llevé a la iglesia. No habrá mejor regalo para esta verbenera.
Paloma (escupiéndole la cara a Magdalena): ¿Por qué no te matás de una vez, viejita ordeñadora?
Magdalena (retirándose de espaldas y con el trabuco en alto): Yo te pediría lo mismo. Y hasta puedo munirte con mi mejor recurso. ¿No parece un Carajo?
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