martes

IDEA VILARIÑO - LAS LETRAS DE TANGO (52)

 EL AMOR (10)

 

Duelo criollo (2)

 

Tal vez sea exagerado mencionar el duelo criollo como un motivo. Salvo excepciones, no se dedica una letra entera a un duelo; en todo caso es el centro o la culminación del asunto. Pero su importancia es tal que casi siempre se roba el interés; el peso de toda la letra recae en él o todo va dirigido hacia o parte de él. Por otro lado, se dice sobria y económicamente. Ya vimos su apretada síntesis en Pobre corazón mío; también en Gimiendo, que es uno de los pocos casos en que la pasión arrastra a la contienda:

 

Perdí la cabeza,

relució la faca,

triunfó la destreza

y ganó el mejor.

 

Querencia, que tiene su centro de interés en el duelo criollo y que lo detalla bastante más que otras letras, no es un tango sino una cifra:

 

Yo le confié el perseguirlos

a las patas de mi zaino

y en abras de aquella sierra

les di alcance a los malvados.

Cuchillo contra cuchillo,

ahí nomás nos enfrentamos,

nos herimos varias veces

pero anduve mal del brazo:

se me fue la vista en sangre

y allí quedé entre los pastos.

 

En Desdén, Por ella, Cicatrices, La gayola, Volvé mi negra, la mención del duelo es rápida o rapidísima, Aun en Olvidao, donde todo lo que antecede y lo que sigue está condicionado por el duelo, este se condensa así:

 

Mas de pronto

dos dagas hicieron

de aquella alegría

un cuadro e dolor.

 

Duelo criollo, que por su título parece preocupado sólo por ese acto, se ocupa de antecedentes y consecuencias, resumiéndolo en estas breves líneas:

 

Y un farol

en duelo criollo vio

bajo su débil luz

morir los dos.

 

En El barbijo:

 

Los ojos pumas

brillaron fieros

y en los aceros

relampagueó.

Marcó mi cara

con un barbijo

pero ni ¡ay! dijo

cuando cayó.

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