miércoles

A LA BÚSQUEDA DE UNA IDENTIDAD EN LA OBRA DE JUAN CARLOS ONETTI (76) - MARYSE RENAUD

 Traducción del francés: Hugo Giovanetti Viola 

1ª edición: Editorial Proyección / Uruguay / 1993, en colaboración con la Universidad de Poitiers.

1ª edición virtual: elMontevideano Laboratorio de Artes / 2020, con el apoyo de la Universidad de Poitiers.

 

EL SUEÑO

 

1. LA PRIMACÍA DEL SUEÑO (2) 

 

A través de un hábil vaivén de deslizamientos progresivos entre una y otra palabra, el novelista logra pues sugerir la pluridimensionalidad del universo imaginario de Eladio Linacero. Asistimos así a la compenetración del día y la noche, del sueño propiamente dicho y las ensoñaciones diurnas, de la actividad onírica y la actividad hipnagógica. La mayoría de los héroes, al igual que Eladio Linacero, se abandonarán indiferentemente a las delicias del sueño o a las de la ensoñación diurna: no existirá la menor impermeabilidad entre estos dos niveles de lo imaginario recorridos casi zigzagueantemente. Claro que hay ciertas horas que siempre estimulan el fluir de las imágenes, como lo demuestran algunos textos nocturnos entre los que se cuentan, por ejemplo, Avenida de Mayo-Diagonal-Avenida de Mayo y El posible Baldi:

 

Baldi se detuvo en la isla de cemento que sorteaban veloces los vehículos, esperando la pitada del agente, mancha oscura sobre la alta garita blanca. Sonrió pensando en sí mismo, barbudo, el sombrero hacia atrás, las manos en los bolsillos del pantalón, una cerrando los dedos contra los honorarios de “Antonio Vergara-Samuel Freider”. (…) Seguro frente al problema de la noche, ya resuelto por medio de la peluquería, la comida, la función de cinematógrafo con Nené. Y lleno de confianza en su poder -la mano apretaba los billetes- porque una mujer rubia y extraña, parada a su lado, lo rozaba de vez en vez con sus claros ojos. Y si él quisiera… (5)

 

Pero será durante la vigilia, no obstante, cuando bajo la presión de las circunstancias, la imaginación de Baldi se exaltará hasta arrastrarlo a una increíble aventura: la indignación, la necesidad de deslumbrar y una oscura y soterrada mala conciencia, lo llevan a inventarse cínicamente un pasado sórdido y sangriento en un África subida de color:

 

Pero ya estaba la solución; ahora la mujer tendría que irse. Abiertos los ojos espantados, alejándose rápido, sin palabras Conque hombres extraordinarios, ¿eh…?

Se detuvo frente a ella y se arqueó para acercarle el rostro.

-No necesitaba saber inglés, porque las balas hablan una lengua universal. En Transvaal, África del Sur, me dedicaba a cazar negros.

No había comprendido, porque sonrió parpadeando:

-¿A cazar negros? ¿Hombre negros?

Él sintió que la bota que avanzaba en Transvaal se hundía en ridículo. Pero los dilatados ojos azules seguían pidiendo con tan anhelante humildad, que quiso seguir como despeñándose (6)

 

Suaid, el antojadizo héroe de Avenida de Mayo-Diagonal-Avenida de Mayo, es también asaltado por un torrente de imágenes exóticas. Una simple sensación –“un estremecimiento de frío” (7)- es suficiente para provocar confusamente el deseo de ruptura: la ciudad, la calle y el ruido de la circulación dan lugar a “una exagerada visión polar” (8) que se transformará enseguida en un paisaje desolado de Alaska. Mucho más tarde, en 1959, el personaje principal de Para una tumba sin nombre se entregará igualmente a la imaginación y decidirá reconstruir, oralmente y después por escrito, la vida y muerte de Rita, ex-sirvienta de su familia. Pero en la base de esta empresa literaria, de este brillante ensamblamiento de visiones caprichosas y siempre inciertas, reencontramos una vez más las sensaciones y los pensamientos contradictorios de la vigilia:

 

Pero, además, repito, estaba mi seguridad. Primero, como le dije, porque yo había conocido a Rita y ella me había conocido a mí. Rita era mía, eso era lo que yo estaba sintiendo en la cama mientras el querido imbécil bordoneaba exponiéndose proyectos. Tal vez le cuente qué proyectos. Mía porque unos años atrás, cuando no sabía que el lenguaje universal para entenderse con las mujeres es el de los sordomudos, yo la deseé y ella supo que yo la deseaba. También mía, y mucho más por esto -y no se escandalice, no saque conclusiones baratas-, porque yo la había espiado por la ventana hacer el amor con Marcos. La había visto, ¿entiende? (9).

 

Notas 

(5) El posible Baldi, p. 20.

(6) Ibíd,, pp. 24-25.

(7) Avenida de Mayo-Diagonal-Avenida de Mayo, p. 1.

(8) Ibíd., p. 1.

(9) Para una tumba sin nombre, II, pp. 36

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