lunes

IDEA VILARIÑO - LAS LETRAS DE TANGO (52)

 EL AMOR (8)

 

Venganza (2)

 

El tercer caso, el del que mata cegado por los celos, el odio, el rencor, es el de los protagonistas de Gimiendo o de Amigazo. En ambas letras se subraya esa misma idea de ceguera:

 

Una nube de odio

mi espíritu cegó.

 

Una nube en los ojos

me vino como un flechazo

 

En Honor gaucho y en Fondín de Pedro Mendoza se repite una expresión que muestra al impulso homicida pudiendo más que el hombre, obligándolo:

 

Y ante la luz

del desengaño impío

no pudo más

y en mortal desafío

mostró el varón

ya desnudo su facón.

 

No pudo más, no pudo contenerse más; como si el hombre hubiera estado gobernándose y de pronto fuese avasallado. A veces el hombre prevé su propio arrebato y busca que lo traben, que se lo impidan, como en Un tropezón, donde precaviéndose contra sí mismo pide al agente que lo lleve:

 

Por favor, lléveme, agente

es mejor que no me largue,

no quiera Dios que me amargue

recordando su traición

y olvidándome de todo

a mi corazón me entregue

y al volverla a ver me ciegue

y ahí nomás…

Lléveme, será mejor.

 

o en Contramarca, donde pide, por la misma razón, a la mujer que se vaya cuanto antes.

 

A veces el rapto criminal se justifica como un acto fatal, una cosa del destino, como en Fondín de Pedro Mendoza:

 

Diez años son que una noche

borracho de odio y de vino

quiso perderme el destino

y frente a frente

me la encontré;

no pude más y vencido

contra esa puerta

yo la maté.

 

Pasa también que el hombre consigue dominar su impulso, como en Tomo y obligo, Matala, Amargura:

 

Mis manos se crisparon,

mi pecho las contuvo;

su boca que reía

yo no pude matar.

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