EL AMOR (6)
EL AMOR (7)
Venganza (1)
Muchos de los casos de traición terminan en venganza o en duelo criollo.
Como estos actos rara vez responden a otras motivaciones, se los puede
considerar también como formando parte de ese vasto círculo de motivos
dependientes o derivados de la relación amorosa.
La venganza puede identificarse con el castigo ejemplar y deliberado de una
mala acción; otras veces significa, simplemente, hacer lo que se debe. El
hombre lo hace por lo que se debe a sí mismo o por lo que esperan de él los
demás; otras, aun, es un acto irreflexivo, un acto de pasión, ciego.
En casos, el vengador de un malevo que mata o marca a la mujer que lo ha
traicionado, como en De puro guapo, o que lo ha desdeñado, como en Por
seguidora y por fiel:
Porque la horrible venganza
se cumplió cobarde y cruel.
La mina lleva una marca
por seguidora y por fiel.
Por fiel a otro, naturalmente. Más a menudo es un hombre decente que
mata o trata de matar a la infiel: Anoche a las dos, Un tropezón; Un mozo
taura de fondo bueno; Dicen que dicen; un hombre de trabajo: Noche de
Reyes; un gaucho honrado: A la luz de un candil:
Tal vez usted piense
que soy un matrero;
yo soy gaucho honrado
a carta cabal.
No soy un borracho
ni soy un cuatrero;
señor comisario,
yo soy criminal.
No es un miserable fuera de la ley; no ha hecho más que cumplir normas, un
código no escrito que no inventamos en estas tierras pero que valió en ellas.
Cabe la posibilidad de que lo juzguen de otro modo, pero él sólo ha hecho lo
justo:
Si soy un delincuente
que me perdone Dios.
Yo soy un criollo bueno,
me llamo Alberto Arenas;
Señor, me traicionaban
y los maté a los dos.
Es el mismo concepto que
aparece en Culpas ajenas; en ciertos casos el hombre está obligado a
matar para cuidar su hombría, por vergüenza, por su honor.
En Justicia criolla la
acción se aproxima más al castigo:
Mañana,
cuando ella, moza,
sepa
el final de la madre
que
no crea que fue el padre
un
malvado, un criminal.
Dígale
que yo la he muerto
porque
fue una libertina;
haga
el favor, mi vecina,
vamos, señor oficial.
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