TIEMPO Y ESPACIO EN LAS NOVELAS DE GOETHE (11)
En los Anales de
1817 Goethe relata: “La gran claridad que tengo en relación con la geología y
la geografía la debo al mapa de relieve de Europa compuesto por Sorriot. Así
pues, para mí fue claro desde el principio qué suelo tan traicionero posee
España para un jefe militar con ejército regular y qué favorablemente es el
mismo para las guerrillas. Tracé en mi mapa de España la línea divisoria de las
aguas, y en seguida entendí cada ruta, cada campaña militar, cada empresa de
carácter regular o irregular” (Anales, p. 303).
Goethe no quiere y no
puede saber y concebir alguna región, algún paisaje de una manera abstracta, es
decir, por su naturalidad intrínseca; el paisaje lo debe iluminar la actividad
del hombre y los sucesos históricos; el pedazo del espacio terrestre ha de ser
incluido en la historia de la humanidad, fuera de la cual resulta muerto e
incomprensible, fuera de la cual no hay nada que hacer con él. Pero, por otra
parte, tampoco hay nada que hacer con un suceso histórico, con un recuerdo
histórico abstracto si no se le ubica en el espacio terrestre; si no es
comprendida (si no es vista) la necesidad de su cumplimiento en un
tiempo y un lugar determinados.
Goethe precisamente
quiere poner de relieve esta necesidad visible y concreta de la
creatividad humana y del acontecimiento histórico. Toda fantasía, toda
invención, todo recuerdo soñador deben ser frenados, reprimidos, eliminados,
deben ceder lugar al trabajo del ojo que contempla la necesidad de la
realización y la creación en un determinado lugar y asimismo en un determinado
tiempo. “Yo sólo abro mucho los ojos y memorizo bien los objetos. Me
gustaría dejar de reflexionar totalmente, si esto fuera posible” (XI, p. 133).
Y un poco más abajo, al apuntar lo difícil que es el hacerse la idea acerca de
las antigüedades clásicas según las ruinas conservadas, añade: “La cosa es
distinta con aquello que se suele llamar suelo clásico. Si no se le acerca uno
de un modo fantástico, sino que se lo toma de una manera muy real, si se ve tal
como es, en todo caso se trata del escenario que determinó decisivamente las
grandes hazañas; por eso yo aplico siempre el punto de vista geológico y
geográfico, para suprimir la fuerza de la imaginación y del sentimiento
inmediato y adquirir una visión libre y clara sobre la localidad. Entonces
inesperadamente se levanta a su lado la historia viva, y uno no puede
entender qué es lo que le pasa, y ahora yo tengo un deseo muy vivo de leer a
Tácito en Roma” (XI, p. 134).
De este modo se revela la visible necesariedad interna de la historia (o sea la necesariedad de un determinado proceso histórico, de los acontecimientos) dentro de un espacio visto objetivamente (sin una mezcla de fantasía y sentimentalismo).
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