1ra edición: Editorial Roca Viva / Julio 1996
1º edición WEB:
elMontevideano Laboratorio de Artes / 2019
UNA MODALIDAD FÓBICA *
C. BEATRIZ SILVA (1)
Gabriel es un paciente de
nueve años de edad, hijo único que consultó por diversas conductas fóbicas (agora-claustro-fóbicas):
miedo a trasladarse solo a la Escuela, al Club, actividades que realiza en las
inmediaciones de su casa. No tolerando tampoco el juego compartido con amigos en
un patio si su madre no está en su campo de visión.
Sintiendo intensa
angustia con crisis de pánico ante la posibilidad de quedar solo en su casa por
breves lapsos de tiempo.
A su fobia, a la que
podríamos definir como “a quedar solo” sin su objeto acompañante (madre)
subyace la angustia de separación.
Entiendo que este
paciente es muy ilustrativo a los planteos de Héctor Garbarino de que a toda
fobia subyace la angustia de separación en estrecha relación con el nacimiento.
Este autor describe dos
momentos diferentes en el acto de nacer, cada uno con vivencias y defensas
propias. A saber, el primero correspondería al pasaje por el canal de parto. El
segundo, cuando ya se ha producido el nacimiento, pero no aun el corte del
cordón umbilical: “el período umbilical”, punto de fijación de las fobias. Ese
momento en que el recién nacido está separado (mundo externo) pero unido a la
vez (por el cordón umbilical a la madre) sería generador de intensa angustia
confusional, comprometiéndose el proceso de individuación del sujeto.
Entiendo que esta
concepción teórica es explicativa de lo que nos habla Gabriel cuando en una
sesión cinco meses después de iniciado el tratamiento intenta que se encienda
la luz de un champión (mecanismo a pila que funciona por la presión del pie al
caminar).
Dice:
“¿Cómo? No entiendo… mamá…
Ay! Se rompió… con razón… el contacto con la luz… de los dos lados… con razón
no andaba… ¿por qué no puede prenderse más?... A menos que me lo suelde… me
puedo llegar a morir… si se sueltan los cables… Debo permanecer tarado con un
agujero en el pie… no… un zapato. Se me pueden soplar los cables porque están
para afuera. Los dejo para afuera… Ta! Rompí algo… Yo me puedo llegar a morir
Ay! Yo me muero… me puedo desmayar… Ay! no…no… no… no está separado… con razón.
Yo me puedo llegar a morir.
El cable que se rompe
simbolizaría el corte del cordón. La separación que implicaría muerte. Pero
haciendo contacto se prendería la luz (energía-vida).
Lo entrampante de la
situación: muerte ante el corte (no prende), vida (luz) si contacta, si prende:
la unión.
El “no está separado… con
razón… Yo me puedo llegar a morir”, manifestaría su vivencia de muerte tanto si
“no está separado”, si contacta, como en la separación: “si se sueltan los
cables”.
Queda confundido respecto
en qué situación está: vivo-muerto. Condigo con el autor que lo que prevalece
allí es la angustia confusional.
* El
material clínico expuesto forma parte de uno más extenso presentado en un
Ateneo teórico-clínico en CEIPDEM en Agosto de 1995.
Agradezco la colaboración y el estímulo de la Psicóloga Gloria Büsch en la elaboración de este trabajo.
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