La irradiación de Ernst Jünger (2)
En el curso de nuestra correspondencia Ernst Jünger también se informó
sobre mis trabajos relativos al LSD, de los que se había enterado gracias a un
amigo. Le envié entonces las publicaciones correspondientes, a las que se
refirió con el comentario siguiente:
Kirchhorst, 3-3-1948
…junto con los dos textos sobre su nuevo phantasticum. De verdad parece haber ingresado usted
allí en campos en los que se esconde más de un misterio.
Su envío llegó junto con una nueva traducción de las Confesiones de un comedor de opio. El autor me
describe que lo motivó la lectura de Das abenteuerliche Herz.
En lo que a mí respecta, he tenido los estudios prácticos
hace tiempo. Se trata de experimentos en los que, tarde o temprano, se ingresa
en ámbitos bastante peligrosos y uno puede estar contento si sale más o menos
bien librado.
Lo que me ocupaba sobre todo era la relación de estas
sustancias con la producción. Pero hice la experiencia de que el trabajo
creador exige una conciencia despierta, y que esta se debilita cuando está bajo
el influjo de las drogas. La concepción es, en cambio, significativa, y se alcanzan penetraciones que de otro
modo no deben de ser posibles. Entre estas penetraciones sitúo también el
bello estudio que Maupassant escribió sobre el éter. Dicho sea de paso, también
con fiebre he tenido la impresión de que se descubren nuevos paisajes y nuevos
archipiélagos, una música nueva que se vuelve totalmente evidente cuando
aparece la “aduana”. (4) Para la descripción geográfica, en cambio, hay
que estar plenamente consciente. Lo que para el artista es la producción, es la
curación para el médico. Por eso también debe de bastarle que ingrese algunas
veces en los ámbitos, atravesando el papel pintado, que nuestros sentidos han
tejido. De paso, creo percibir en nuestra época no tanto una tendencia a los phantastica
que a los energetica, entre los que se halla el pervitin, que incluso
los ejércitos entregaron a sus aviadores y a otros combatientes. A mi juicio el
té es un phantasticum, el café un energeticum… por eso, el té
posee u rango de sensibilidad artística incomparablemente mayor. Con el café me
doy cuenta de que destruye la tenue red de luz y sombras, las dudas fructíferas
que se presentan mientras se escribe una oración. Uno aplasta sus inhibiciones.
Con el té, por el contrario, los pensamientos se van engarzando de modo genuino.
En cuanto a mis “estudios”, tenía un manuscrito al
respecto, pero lo he quemado. Mis excursiones finalizaron en el hashish, que
lleva a estados muy agradables, pero también a estados maníacos, a la tiranía
oriental…
Notas
(4) “An der Zollstation” (En la aduana), título de una sección de Das abeuteuerliche Herz (El corazón aventurero), 2ª edición.
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