FORMAS FIGURADAS (5)
La prosopopeya
La prosopopeya consiste
en la adjudicación de acciones, sentimientos, reacciones propios de lo animado,
y sobre todo de lo humano, a lo inanimado o abstracto. El tango lo hace
corrientemente.
La suerte, por ejemplo,
es muy favorecida por tales atribuciones:
Cuando
la suerte, que es grela
fayando
y fayando,
te
largue parao
La
suerte, que es cachadora,
me
agarró de candidato,
me
tomó pal patronato
y
después me dijo ¡chau!
Al
taura siempre premia
la
suerte, que es mujer.
Las pasiones, los
sentimientos, son también personificados:
Cayó
de rodillas
vencido
mi orgullo
y
todas mis culpas
gritaron
¡perdón!
El pasado:
Creíste
que habías
matado
al pasado
de
un tajo feroz;
y
no estaba muerto,
se
alzó en su tumba,
te
está señalando,
te
grita, te acusa
con
toda su voz.
No falta la clásica
-romántica- animación de la naturaleza:
Cada
vez que me recuerdes
la
noche amiga me lo dirá
Blancas
margaritas
que
hoy deshojo aquí
diganmé
si triste
también
hoy deshoja
las
que yo le di.
Desde Mi noche triste vemos
animarse las cosas compartiendo los sentimientos del hombre. Allí sufren la
ausencia la lámpara del cuarto, el espejo, la cama:
y
si vieras la catrera
cómo
se pone cabrera
cuando
no nos ve a los dos.
Se concede vida propia al
cuchillo, pasiones que son las de su dueño:
Y
sediento de venganza
mi
cuchillo aquella noche
envainé
en un corazón.
Vimos ya que el tango
mismo es humanizado, que se habla de él como de un malevo más. Se le atribuyen,
en esa tesitura, culpas, traiciones, altiveces, actos diversos:
Te
has llegado
hasta
el centro e prepotencia
que
entró a copar la banca
a
los lanceros
con
su alma de arrabal
y
su pañuelo.
También lo son, repetidamente, el barrio, el carnaval, la copa, la guitarra, el farolito de la esquina, el destino, la vida.
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