por Celina Chatruc
El Malba celebrará
en septiembre su 20° aniversario con una exposición antológica dedicada al
pintor y dibujante uruguayo, descendiente de españoles, que vivió entre dos
continentes
Dulces, té, café y
“vino malo de dos pesetas la botella”. Eso ofreció Federico García Lorca a los amigos
reunidos en su habitación de la Residencia de Estudiantes de Madrid, en 1921.
“El inconmensurable Barradas hizo
dibujos de la escuela simultaneísta que acaba de nacer”, contó a su familia el
poeta granadino en una carta. Se refería a Rafael, artista uruguayo que había
diseñado el vestuario de su primera obra de teatro y era habitué de tertulias
con Salvador Dalí, Luis Buñuel, Ramón Gómez de la Serna, Guillermo de
Torre y los hermanos Borges: Norah y Jorge Luis.
Casi una década
antes, cuando se disponía a cruzar el Atlántico tras iniciar su carrera
con caricaturas e ilustraciones,
el pintor y dibujante descendiente
de españoles había tenido menos suerte con la crítica. “Dentro del arte caben
todas las manifestaciones siempre y cuando sean estéticas. Ahí no hay nada de
eso. Solo cuatro trazos a brocha gorda: una monstruosidad”, escribió Gerónimo
Colombo en La democracia de Montevideo sobre Los emigrantes,
pintura que recreaba el movimiento en el puerto rioplatense.
El tiempo
demostraría lo contrario. Desde el 21 de septiembre, el Malba celebrará su 20° aniversario con la exposición
antológica Rafael Barradas: hombre flecha, que reunirá más
de 130 obras provenientes de la Colección del Museo Nacional de Artes Visuales
(MNAV), junto a una selección de importantes préstamos de colecciones privadas
y públicas de Montevideo y de Buenos Aires. Se centrará en el período de 1913 a
1923, cuando el artista residió en Barcelona y Madrid, e incluirá obras
de Joaquín Torres-García para mostrar
“el estrecho vínculo entre estos dos referentes de la modernidad latinoamericana”.
Además de ser amigos y exponer juntos, ambos intercambiaron opiniones sobre el
vibracionismo, movimiento creado por Barradas y asociado con el cubismo y el futurismo.
Este último
escribe, en una carta de 1919: “Torres […] hace cosa de cuatro o cinco meses,
un día, estando VIENDO en un café, pasó un batallón, es decir, unos sonidos de
trompas y tambores y unas campanas de tranvías. Simultáneamente sonaba un piano
en el café, pero que quedaba fuera del café. VIBRABAN todas las cosas, que en
realidad no lo son. YO VIBRABA de tal manera que CREABA las COSAS”.
Y de otra de 1926, donde reflexiona sobre los procesos creativos de ambos, surge el título de la muestra del Malba: “Pasa, con [Pedro] Figari, lo que pasa con nuestras cosas. Pasa lo único que tiene que pasar. Es hombre camino, como nosotros. Hombre flecha, flecha que va a un blanco. Aunque no se dé en el blanco, ya es importante –tal vez lo único– tener blanco. Una flecha sin blanco no es flecha; es el caso de muchos hombres”.
(LA NACIÓN / 17-7-2021)
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