FORMAS FIGURADAS (3)
La metáfora (2)
El vicio de la metáfora
no es privativo del tango; es tanto o más grave en cierto pseudo folklore
argentino y más barato aun, y más pesado, en las “glosas” que a menudo hacen
padecer al tango la radio y la televisión.
Dejando de lado, pues,
errores y fracasos, volvemos a aquel tipo de metáforas buscadas, creadoras.
Entre ellas las hay que ni por su lenguaje ni por los elementos que emplean se
identificarían necesariamente como partes de un tango. Esto no es un reproche
ni un elogio. Pasa como con ciertas comparaciones que vimos; son
convencionales, podrán provenir de cualquier poema de esos que se ubicarían en
un segundo plano -o tercero- de lo literario, al margen de los cauces poderosos
de la mejor literatura. Muy excepcionalmente se acercan a ella, pero pueden,
poniendo de pronto todo en otro plano, alcanzar validez y a veces belleza
suficientes, contribuir al impacto expresivo, decirlo mejor:
Nostalgia
de
las cosas que han pasado
arena
que
la vida se llevó.
Se
fue contigo
de
mi novela
la
ultima risa
de
la juventud.
La
vida es tumba de sueños
con
cruces que abiertas
preguntan
“pa qué”.
Nos interesan más aquí
las metáforas que no podemos encontrar en otra parte, que son incanjeables
productos de esta literatura, y tal vez antes que de ella, de una idiosincrasia,
de un mundo, de los que surge el tango. Son las más originales y reveladoras.
Amainaron
guapos
junto
a tus ochavas
Y
una mina que arrodilla
mis
arrestos de varón.
Que
además de la cerveza
me
encurdela la tristeza
de
un amargo sinsabor.
Y, jugando:
Me
saltaron los tapones
cuando
tuve esta mañana
la
alegría de no verla más.
Es más frecuente que lo
metafórico se extienda a las otras partes de la oración:
Se
dio juego de pileta
y
hubo que echarse a nadar
Ya
punteaba la muerte
su
milonga
Me
clavó en la cruz
tu
folletín de Magdalena
y
recostado al muro
el
viejo farolito,
campana
de la noche
espiando
parpadeó.
Se advierte incluso la
tendencia a insistir más larga y detalladamente en una misma metáfora
-insistencia que llevará o acercará a las formas alegóricas-, o a encadenar
varias, lo que, como vimos, llega a hacer difícil separar el texto de sentido
llano en un contexto en diversos grados metafórico.
En
el circo de la vida
yo
fui el clown de la comparsa,
no
hubo redes ni hubo trucos
pa
mi pobre humanidad.
En
el naipe de la vida,
cuando
cartas son mujeres
aunque
lleve bien fajadas
pal
amor las treinta y tres
es
inútil que se prenda
al
querer con alfileres
si
la mina no es de un paño
derechita
y sin revés.
Tus
tangos son criaturas
abandonadas
que
cruzan sobre el fango
del
callejón
cuando
todas las puertas
están
cerradas
y
ladran los fantasmas
de la canción.
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