NO SE ESTILA
(algunos poemas un
poco políticos)
Acerca del talante
(a manera de prólogo)
I
Cuando en las bodas
bailan todos los
otros,
alegres (o por lo
menos
simulándolo
con bastante
solvencia),
asisto al suceso
con la misma solemne
compostura
que tendría el
embajador
de algún país
lejanísimo
invitado a presenciar
una ceremonia
que en su brumosa
tierra
no se estila.
II
De Dios nos vienen el
bien,
la lucidez y la
belleza.
También la alegría
y la felicidad.
Tratando
de ser bueno y
logrando no ser
tan malo como podría,
evitando
cerrarle los ojos al
horror del mundo,
tocando de vez en
cuando con
las puntas de los
dedos la belleza,
soy
feliz.
Lo que me cuesta un
poco es la alegría
(pero sobrevivo:
también nos viene
de Dios el amor,
a veces por vías
sencillas
y otras por senderos
difíciles
y misteriosos).
III
También se me ocurre
a menudo
comparar mi talante
con el de un púdico y
modoso
como torpe elefante
al que la vida
hubiese
puesto en el deber
de entrar en una
cristalería y,
metido a cumplir
-pues pa’eso es el
deber-
entrase a toda
marcha,
sin mirar a los
lados, sin desviarse,
buscando hallar allá
al fondo
la puerta de salir o
la pared de frenar
cuanto antes posible,
pues al mal paso
siempre darle prisa,
pero eso sí,
sintiendo vergüenza y
culpa infinitas
por cada pieza de
cristal
que su deber le
obligue a hacer añicos.
Sobre el asunto
propiamente dicho
I
La luna,
qué sabía la luna,
de huellas humanas
hasta 1969
-yo tenía seis años
por aquel entonces.
Tres futuros
posibles:
la hecatombe
nuclear,
la humanidad
victoriosa
e interplanetaria
y la Revolución,
así con mayúscula
(que algunos también
la soñaban
Interestelar:
consúltese sobre el
punto
Efremov, Iván,
“La nebulosa de
Andrómeda”,
y si no lee Ud. no se
preocupe,
que también hay
película).
Pero el futuro de
entonces,
como sucede con casi
todos los futuros,
devino un presente
casi
del todo distinto.
La hecatombe nuclear
es ancora posible y pelean
por cuál tiene el
botón más poderoso
y más largo el misil
el mascarón pelirrojo
del norte
y el de los ojos
rasgados,
que en tanto gordito
debería
ser un poco más
simpático,
pero no.
La Revolución
faltó sin aviso
(o con varios avisos
que no
supimos atender)
pero somos nosotros
los que nos quedamos
sin cobrar el jornal.
En cuanto a las
estrellas,
amagamos,
amagamos,
pero del barrio
no pasamos aún
-salvo por el
Viajero,
que lleva a nuestros
prójimos
eventuales de léjimos
soles
un mensaje que
muestra lo mejor
de lo que vaya a
saber si fuimos
alguna vez.
Uno se siente como el
astronauta
que no pudo o no
quiso
llegar a tiempo al
módulo que partía
y se quedó en la luna
y sigue ahí,
largamente rumiando
sideral soledad sin
para qué.
II
Cuando yo era niño
gentes había que
manifestaban
en paz
por un mundo lleno de
panes y de rosas
para todos.
Los había también
que encontraban
sentido nada más
en el discurso adusto
que escupían las
bocas de los fusiles.
Error acumulado sobre
error
fue todo aquello que
muchos creímos
en mis días de
infancia
y un poquito más.
Epítome glorioso del
error
ese tal Guevara
que cayó en Bolivia.
III
Reivindico,
sin embargo,
el errar de buena fe
por sobre
el acertar mas sólo
procurando
la mera logrería
individual.
No que el error deje
de ser error
-al error hay siempre
que asumirlo y nunca
está bien excusarlo-
pero mil veces
prefiero
morir equivocado
de buena fe
que salvar el pellejo
para enriquecerme
comerciando el cuero
de mis semejantes
muertos en la lid.
Buena cosa sería que halláramos
-por fin,
tras tantos tumbos-
el correcto camino.
Pero si eso no fuera
posible,
un error generoso
casi sería cosa
para agradecer.
IV
Les hubo tocado
en Maratón
empuñar la lanza
o el remo de
Salamina.
Fueron
porque les tocaba.
Eran
soldados. Eran
ciudadanos.
Hoy, que todo cambia
tanto
y tan para mal,
no reivindicaría
mayor honor que ese.
V
Nunca podremos ganar
la Batalla del Ebro
ni vencer a Hitler
sin que Goebbels nos
venza a su vez.
Nunca podremos probar
que no sucedieron
las aliadísimas
violaciones
perpetradas por rusos
y marroquíes
en carne vencida.
Nunca podremos volver
a pegar a sus cuellos
esas cabezas que la
guillotina
cercenó por error
o a torcido
despropósito.
Nunca podremos hacer
que Fernando “el deseado”
no resultara el colmo
de lo indeseable
cuando al fin regresó
después de tanta
sangre derramada.
Nunca podremos
lograrlo
porque es cosa de
Dios ese asunto
de imponer la
perfecta justicia.
Pero mientras tanto
nuestro humilde deber
es insistir.
VI
Me han enseñado a
tomar partido
incluso hasta
mancharme
y no reniego de lo
que aprendí.
No me lavaré las
manos
porque sólo serviría
para manchármelas
peor.
Sin embargo,
no proclamaré
que el error es
acierto
cuando me convenga
ni que el fin
justifica los medios.
Que traducido
significa:
si has de ser
combatiente -y aclaro
que te estoy
invitando a combatir-
has de tener cuidado
si quien lucha a tu
lado en la trinchera
afirma no tener nada
de lo que
arrepentirse.
VII
Unos
se insultan en
Facebook
con otros
-a los que detestan y
matarían-
por cuestiones de
fútbol
o de música de esa
que pasa de moda
en menos de seis
meses
o por otros asuntos
así de ese estilo.
Otros
-que se consideran
los unos,
nunca los otros-
se insultan en
Facebook con otros
-podría definirse al
otro como
ese al que se insulta
antes de escucharlo
y luego de oírlo
se lo vuelve a
insultar-
con otros,
venía yo escribiendo,
a los que detestan
pero no matarían
(aunque gozarían
mucho
si muriesen por las
suyas
u otro los matase)
decía yo que unos
se insultan con otros
tomando partido
por alguno
de los bandos en
pugna
en Venezuela o en
Gaza
del modo más
virulento,
aunque usando
más palabras
esdrújulas
y cometiendo
algunas pocas faltas
ortográficas menos
que aquellos que
discuten
de cosas
más baladíes.
VIII
Dónde
dice algo de aquellos
pobres
que habrían de
ponerse en pie
para cambiar el mundo
de base
y hundir
al imperio burgués
en la así llamada
nueva agenda de
derechos,
que la he leído de
cabo a rabo,
del derecho,
del revés
y de canto y no logro
entender
sobre los pobres y su
pobreza nada específico
(porque lo que se
dice en estado de vulnerabilidad
estamos todos los
vivientes
y los pobres estos
sobre
los que me inquiero
en estos versos tristes
están vulneradísimos
desde tiempos
inmemoriales
y son vulnerados de
nuevo
día por día,
así que concluyo que
no,
que lo de los
vulnerables esos
debe ser otro
asunto).
Ubi sunt, pues esos
pobres,
que iban a cambiar
para mejor
el mundo.
Uno se arremangaba ya
para ayudarlos
y ahora no encuentra
cómo.
IX
Y sin embargo sigue
siendo cierto
también para los líos
de la nueva agenda
aquello de que las
penas
con pan
son menos.
Nació en mi viejo
barrio
“la Jessica”
pero nació llamándose
Javier
y si ahora come y
paga
cuarto de pensión
es porque en alguna esquina
de algún bulevar
le alquila sus carnes
un rato
a quien pueda
pagarlas
(y como no es muy
linda
debe cobrar barato).
El hijo transexual de
un millonario
no las pasa ni el uno
por ciento de mal
que las flores
anómalas que brotan
en los barrios así como
en mi barrio.
X
Querida feminista: me
parece
perfecto que reclames
-para ti y para todas
tus prójimas-
el derecho al
orgasmo.
No lo hallo para nada
un gesto de histeria
pequeño burguesa:
la cajera del
supermercado,
la limpiadora del hospital,
la dependiente de la
tienda
-no escribo
“dependienta” porque si lo hiciera,
cuando le tocase
ir al ginecólogo
para sus revisiones
de rutina,
tendría ella que ser
una “pacienta”
y a mí me suena de
los mil demonios-
te venía diciendo
que hasta las más
humildes
tienen todas derecho
a sus orgasmos
reales
y no fingidos,
derecho a sus
orgasmos
regios
y no triviales ni
anodinos.
Pero
con lo que más
concuerdo
de tu lista de
reclamos
es con eso que está a
la cabeza,
donde dice que nunca
vas a permitir
que se lleve el poder
a tus hijos y a tu
marido a matar y
morir en la guerra.
Y si no figurase tal
cosa
a la cabeza de tu
lista
de reivindicaciones,
sugiero que ya mismo
reconsideres
tu orden de
prioridades.
XI
Son los magnates
una variante soberbia
de los fantoches
por eso es que a
menudo,
en estos tiempos de
farsa
que hacen que por
error
uno añore otros
tiempos
que fueron de
tragedia,
tan a menudo se pasa
de conducir programas
de televisión
a conducir naciones
(y a conducir em
ambos casos
rumbo al desastre,
aunque también en
ambos casos
hay expertos que
saben
-mediando el pago
conveniente,
claro-
presentar los
desastres
como éxitos
rotundos).
XII
Y ahora te pregunto
cómo vas a hacer,
hoy que estás
cervecero,
panzón y televidente,
cuando de nuevo nos
llamen
-nos llamarán a
todos,
está escrito-
a arriesgar el
pellejo bajo banderas.
Hoy estás panzón,
televidente
y cervecero
pero los almanaques
siguen cantando que
podrías
servir perfectamente
otras dos o tres
campañas,
aunque fuera en
servicios auxiliares.
¿Cómo le vas a hacer?
Porque hay banderas y
banderas,
maneras y maneras de
servirlas
y hay razones que
alegar para no ir
y también hay
excusas,
que ni de lejos una
cosa
vale por la otra.
Y porque veo que no
estás queriendo
entender nada de lo
que te digo,
te pregunto ahora
como has podido
ingeniártelas todos estos años
para no darte cuenta
de que todos los días
nos llaman a servir
bajo banderas.
XIII
Las banderas son trapos
de bonitos colores
y las más de las
veces
nada más.
Pero en ocasiones
el viento las
acaricia,
las pone a danzar
y ellas parece que te
llamaran
a una gloria
que te resulta tan
incomprensible
como atrayente.
Tú sabrás si vas.
Fueres o quedares
has de pagar el gasto
(y esto es lo único
cierto
en este negocio de
las banderas).
XIV
Cuando yo era chico,
era el rico más rico
de mi barrio.
No lo considero tan
rico ahora,
en parte
porque cinco décadas
me han hecho saber
que en mi barrio no había
rico ninguno,
en parte porque han
mermado
de entonces a acá
los activos del tipo.
Ya nonagenario,
solterón y sin hijos,
conserva tres casas
que alquila
y uno de sus negocios
sigue abierto
-no te revelo el
rubro
del establecimiento
comercial
para no acotar a mi
personaje:
ha de haber de seguro
en tu memoria
algún hijo de puta
parecido-
que sigue abierto
uno de sus negocios,
venía yo diciéndote,
aunque entran al día
muy pocos clientes
-a los que mira con
la misma cara
de oler excremento
rancio
de mis días de
infancia-
y basta para ayudarlo
un solo dependiente
para toda tarea,
ya cincuentón largo,
al que trata muy mal,
tanto que pienso que
el único objeto
de que la empresa
siga en giro,
es que quien fuera el
rico más rico de mi barrio
pueda hasta su último
día
de este lado de acá
darse el triste
placer de humillar
a un subordinado.
El dependiente, ya
cincuentón largo,
padre y abuelo
aguanta
porque le faltan ocho
años
de labor todavía para
jubilarse
y si quedara sin
empleo
a la altura que está
de su vida,
antes le salen
dientes a los pollos
que a él un trabajo y
luego
la jubilación.
Larga vida deseo al
que un día
fuera el rico más
rico de mi barrio
y la más jubilosa
jubilación
a su gris
dependiente.
XV
El Hombre y Ciudadano
falleció hace unas
décadas
de edad avanzadísima
y sin embargo
no había aprobado su
bachillerato.
Le quedaban
pendientes
tres asignaturas:
libertad,
igualdad
y fraternidad.
Cuando llegó a los
infiernos lo recibió,
cabeza en mano y con
sonrisa irónica
Olympe de Gouges.
XVI
Hubo cierta gloria
en combatir bajo las
águilas imperiales
y también
en hacer recular a
los franceses
en España y en Rusia.
Tiempo después,
hubo un largo camino
a Tipperary
y aquella era la
Guerra
que acabaría con
todas las guerras
para siempre jamás.
A veces somos
ingenuos
y generosos
-escribo estos versos
pensando en los
veteranos
de la “Tregua
de Navidad”.
Hubo Guerra más
grande que aquella
pero fue todavía
posible a muchos
-aunque tragando no
pocos
sapos sin mayonesa-
creer que habían
combatido
por el lado correcto
(y otra vez el
ejército de un tirano
hubo de recular
muy penosamente
sobre el hielo ruso,
pero en España
debieron seguir
soportando su propio
tirano autóctono
por más de tres
décadas).
Si quisiéramos hoy,
fieles a nuestro
instinto de superarnos,
armar guerra mayor
que las anteriores
todo se reduciría
a varios cientos de
gigantescos
hongos brillantes al
norte del mundo
y a varios meses de
espera por las radiaciones
en el sur
-recomiendo leer
sobre el tema
“On the beach”, de
Nevil Shute,
y si Ud. No lee,
no se preocupe,
que la película es en este caso
mucho mejor que el libro.
Millones y millones de veteranos
que a su tiempo se fueron de permiso
nos miran desde el Cielo
y la paz es el único
camino que nos queda
para no fallarles.
Despedida
No te pido disculpas
si te ha enojado que estos versos
no están escritos al modo
que suele gustarle a un puñado de imbéciles
que leen poesía
creyéndose importantes
porque leen poesía.
Tampoco me disculpo
por haberlos escrito a la manera
que comprende el puñado de imbéciles
que se creen aun ciudadanos del mundo
y obran en consecuencia,
aunque sepan de antemano
que han de ser vencidos
las más de las veces.
He ejercido mi derecho
y/o cumplido mi deber
de elegir a qué clase de imbéciles
mostrarles respeto.
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