jueves

IDEA VILARIÑO - LAS LETRAS DE TANGO (29)

 PLANTEO DEL ASUNTO (10)

 

La carta

 

La forma epistolar aparece esporádicamente pero con bastante insistencia como para que la veamos por separado. No tiene caracteres propios muy acusados, salvo aquellos necesarios para fingir una carta. Es, más bien, otra manera de decir las mismas cosas a ese cuando está lejos, cuando separa una distancia impuesta por el otro o casual. El género puede estar mencionado en el título, como en La cartita:

 

La cartita

que humilde te escribo

tus horas felices

no quiere turbar;

sólo quiere

contarte mi angustia,

mis hondas nostalgias,

mi triste penar.

 

En esta pieza el texto mismo declara su condición; en otras, si no fuera por el título no tendríamos una guía cierta: Una carta, por ejemplo. En cambio, letras que no aducen en ningún momento carácter epistolar, lo son evidentemente: Vida mía, Por qué no has venido, Remembranzas:

 

Cómo son largas las semanas

cuando no estás cerca de mí…

 

Muchas de ellas son contestaciones a otras a las que hacen referencia: No me escribas, La carta que me dejaste, Te aconsejo que me olvides:

 

Recibí tu última carta

en la cual tú me decías:

te aconsejo que me olvides

todo ha muerto entre los dos.

 

Puede pasar que las cartas mismas sean tomadas como asunto: Aquellas cartas, Quemá esas cartas, Cartas viejas:

 

Cartas viejas,

cuánto amor entre mis manos,

cuántos besos, cuántas citas

que ya nunca volverán;

sin embargo, de la ingrata

que amé tanto, ni una carta

que me pueda consolar.

 

Quedan aun aquellas cartas que mencionamos como insertándose en otro contexto, como la de El penado 14, que decía:

 

‘Ruego al juez de turno

que traigan a mi madre,

lo pido por favor,

pues antes de morirme

yo quiero darle un beso

en la arrugada frente

de mi primer amor.’

 

Recordemos de paso las infaltables, clásicas referencias a la carta de la que se fue:

 

Esta noche me encontré

la cartita del adiós

en la almohada donde ayer

me juraste eterno amor.

Farolito de papel

 

La carta de despedida

que me dejastes al irte.

De vuelta al bulín

 

revolví el cotorrro

por su última carta

pero, de ande yerba,

nada había dejao.

Como la mosca

 

Aparecen también de vez en cuando una especie de cartas al más allá, comunicación con un ser muerto y querido que no tiene los caracteres de la oración sino la confianza y la naturalidad de una carta: Acordándome de vos, Mañana iré temprano.

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