Traducción del francés: Hugo Giovanetti Viola
1ª edición: Editorial Proyección / Uruguay / 1993, en
colaboración con la Universidad de Poitiers.
1ª edición virtual: elMontevideano Laboratorio de Artes /
2020, con el apoyo de la Universidad de Poitiers.
HISTORIA
Y FICCIÓN
VI.
LA DUPLICIDAD DE LA PALABRA MÍTICA (7)
Comienza entonces para
nuestros héroes un singular éxodo -aunque de éxodo no tiene más que el nombre-
que transportará al Padre espiritual del Falansterio “sanmariano” y a todos los
suyos al punto de partida, o sea la ciudad abandonada poco tiempo antes. El
periplo de los aprendices de fundadores aparecerá entonces como curiosamente
cíclico y tristemente estéril. La sociedad de consumo -a la que no han dejado
de pertenecer inconscientemente en ningún momento, tanto en el campo como en la
ciudad- reafirma sus derechos, según lo indica la divertida evocación de los
cajones de bebida y las mujeres de las que se proveyó Marcos:
En cuanto a Marcos,
estuvo a la altura de las dolorosas circunstancias, supo aceptar el duelo y la
adversidad. De vuelta a Santa María se dedicó por un tiempo a emborrachar en
público su tristeza. Después cargó el yate con cajones de bebidas, obtuvo la
presencia fraternal de algunas mujeres y amigotes y desapareció río arriba, o
abajo, durante varios meses (135).
A medida que avanza el
relato, se profundiza la degradación del sistema fourierista. Conscientemente o
no, Marcos Bergner se irá desviando del sentido inicial. El Falansterio, que
fuera en sus orígenes un centro de producción y de consumo, no tardará en degenerar
en una extravagante comunidad dedicada a prácticas sospechosas. Una vez más,
Marcos Bergner emprende una manipulación ideológica que vacía de su sentido la
gran teoría fourierista de la armonía universal. Mientras que Charles Fourier
reverencia a las leyes de la naturaleza y trata en nombre de ellas, de integrar
las pasiones humanas inspirándose en ellas para modelar el corpus social,
Marcos Bergner intenta amordazarlas: sustituyendo el orden natural por lo que
Fourier hubiera considerado como “capricho filosófico”, precipita la caída del
Falansterio. En nombre del criterio supremo de las sociedades modernas, la
rentabilidad, Marcos Bergner decidirá, en efecto, suprimir la ley de atracción
-pilar de la teoría fourierista- y reemplazarla por las fuerzas arbirtrarias
del Azar o del Destino:
Según las malas y sucias
lenguas, el nuevo y solemne rito se cumplía dos veces por semana. Empleaban
dados o cartas, inocentes cédulas de San Juan revueltas en dos sombreros. Los
falansterianos renunciaron, pues, a los ciegos impulsos, a las atracciones
engañosas. Acataron la omniscencia de los dioses, el Azar, el Destino para
disponer, dos veces semanalmente, de sus compañías nocturnas. Y las cinco
mujeres eran jóvenes y agradables; no opino sobre los hombres; sólo puedo
decirle que también eran jóvenes (136).
Estas trabas puestas al
libre juego de las pasiones terminarán por revelar una concepción estrafalaria
y perversa del amor que provoca la fuga horrorizada de uno de los miembros más
distinguidos de la comunidad: la joven vasca Moncha Insurralde. Luego será el
rechazo de la mayoría de los falansterianos -cansancio y desafecto mediante-
hacia esas prácticas, lo que le pondrá el punto final a la experiencia.
La acumulación de estas
graves distorsiones conduce inevitablemente al lector de Juntacadáveres a
interrogarse sobre los verdaderos móviles de Marcos Bergner y sus compañeros.
Esa será también la actitud de Lanza, el exigente narrador de este singular
episodio de la vida “sanmariana”, quien no se contentará con una simple serie
de fechas, algunas afirmaciones sumarias y determinados hechos pretendidamente
objetivos; esa “cáscara de huevo vacía”, en resumen, que vulgarmente es
considerada como la verdad histórica. ¿Qué es lo que está realmente en juego
detrás de este proyecto insólito, que implica una inesperada reactualización de
esquemas ya caducos? ¿Sobre qué género de utopía se basa la empresa de Marcos
Bergner? Hubiésemos podido creer a primera vista que la experiencia falansteriana
remite al concepto de “utopía sistemática” (137), de acuerdo a la
interpretación que se hace comúnmente de la palabra “utopía”. Pero antes de
continuar, detengámonos para realizar algunas rápidas consideraciones teóricas que
nos permitirán situar mejor esta original tentativa dentro de la obra de Juan
Carlos Onetti.
Notas
(135) Ibíd., p, 142.
(136) Ibíd., p. 143.
(137) Cf. Jean-Noël Vuarnet, « Utopie et atopie », in Littérature nº 21, Lieux de l’utopie, pp. 3-9.
No hay comentarios:
Publicar un comentario