Autorretrato (1)
A pesar de la tarea que
todavía queda por delante, los investigadores han aclarado lo suficiente la
vinculación del sainete criollo con la zarzuela, y la del primer tango con
ambos géneros. De aquella parece provenir la costumbre de la autodefinición o
autodescripción. De ella, también, la jactancia que lo caracterizó en sus primeros
tiempos y que nunca perdió del todo. Se podría suponer como precedente la
actitud a menudo pendenciera y fanfarrona del cielito, pero el disco conserva
suficientes muestras de estas letras alabanciosas cantadas con amaneramientos,
impostación y énfasis zarzuelesco como para que esa filiación resulte evidente.
Por ejemplo, Mozos guapos, de Ponzio y Gobbi, con la música de Don
Juan, por Alfredo Gobbi con orquesta; El pechador, de Villoldo,
cantado por el señor Campos.
No sabemos cuál de esas
influencias pueda haber sufrido el estilo -¿tal vez la del tango?-; el hecho es
que en las décimas de un estilo de Navas, El taita, encontramos esa
misma actitud:
Soy
el gaucho que nació
sin
gozar de otras caricias
que
el temor a las justicias
y
en el desierto creció.
y
no he tenido otra escuela
que
el manejo del cuchillo.
Canto
como la chicharra
tan
sólo por afición
al
compás de la guitarra.
El paralelo con el taita
que alardea en tangos no es muy estricto. Se trata de un compadre de campo -el
mismo que, desplazado, habría pasado luego a las orillas-. Le faltan algunos
caracteres del orillero -el baile, la ascendencia sobre las mujeres- y le sobra
un elemento que jamás se encuentra en los tangos de este grupo:
También
tengo un compañero
que
comparte mi existir
tampoco
sabe sufrir
y
es mi zaino parejero.
Como
un ventarrón ligero
no
tiene maña ninguna
y
lo tengo, por fortuna,
sanito
de las dos manos.
Si
es igualito, paisanos,
al
flete de Don Laguna.
Con el mismo título, El
taita, el señor Gobbi canta unos versos que reúnen ya casi todos los
elementos que serán característicos de estos tangos, aunque con más desenfado
que sus continuadores, puesto que menciona sin rebozo su condición de chulo, de
‘cafishio’:
Soy
el taita de Barracas
de
aceitada meleneita
y
camisa planchadeita
cuando
me quiero lucir.
Si
me topan me defiendo
con
mi larga fariñera
y
me lo dejo a cualquiera
como
carne de embutir.
Y
si se trata
de
alguna mina
la
meneguina
le
hago largar.
Y
si resiste
en
aflojarla
con
asustarla
no
hay más que hablar.
Soy
amigo de trifulcas
que
se arman en los fondines
bailongos
y cafetines
con
los taitas del chipé.
Soy
el taita más ladino,
altanero
y compadreito,
soy
el rubio Francisqueito
de
chamberguito y plastrón.
Soy
cantor y no reculo
ni
me achico al más pesao
porque
yo siempre he peleao
con
el tipo más matón.
He
sido siempre
un
habitante
fiel
y constante
de
la prisión
pues
soy un taita
que
a la felpeada
tira
trompadas
a discreción.
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