viernes

IDEA VILARIÑO - LAS LETRAS DE TANGO (22)

 Autorretrato (1)

 

A pesar de la tarea que todavía queda por delante, los investigadores han aclarado lo suficiente la vinculación del sainete criollo con la zarzuela, y la del primer tango con ambos géneros. De aquella parece provenir la costumbre de la autodefinición o autodescripción. De ella, también, la jactancia que lo caracterizó en sus primeros tiempos y que nunca perdió del todo. Se podría suponer como precedente la actitud a menudo pendenciera y fanfarrona del cielito, pero el disco conserva suficientes muestras de estas letras alabanciosas cantadas con amaneramientos, impostación y énfasis zarzuelesco como para que esa filiación resulte evidente. Por ejemplo, Mozos guapos, de Ponzio y Gobbi, con la música de Don Juan, por Alfredo Gobbi con orquesta; El pechador, de Villoldo, cantado por el señor Campos.

 

No sabemos cuál de esas influencias pueda haber sufrido el estilo -¿tal vez la del tango?-; el hecho es que en las décimas de un estilo de Navas, El taita, encontramos esa misma actitud:

 

Soy el gaucho que nació

sin gozar de otras caricias

que el temor a las justicias

y en el desierto creció.

 

y no he tenido otra escuela

que el manejo del cuchillo.

 

Canto como la chicharra

tan sólo por afición

al compás de la guitarra.

 

El paralelo con el taita que alardea en tangos no es muy estricto. Se trata de un compadre de campo -el mismo que, desplazado, habría pasado luego a las orillas-. Le faltan algunos caracteres del orillero -el baile, la ascendencia sobre las mujeres- y le sobra un elemento que jamás se encuentra en los tangos de este grupo:

 

También tengo un compañero

que comparte mi existir

tampoco sabe sufrir

y es mi zaino parejero.

Como un ventarrón ligero

no tiene maña ninguna

y lo tengo, por fortuna,

sanito de las dos manos.

Si es igualito, paisanos,

al flete de Don Laguna.

 

Con el mismo título, El taita, el señor Gobbi canta unos versos que reúnen ya casi todos los elementos que serán característicos de estos tangos, aunque con más desenfado que sus continuadores, puesto que menciona sin rebozo su condición de chulo, de ‘cafishio’:

 

Soy el taita de Barracas

de aceitada meleneita

y camisa planchadeita

cuando me quiero lucir.

Si me topan me defiendo

con mi larga fariñera

y me lo dejo a cualquiera

como carne de embutir.

 

Y si se trata

de alguna mina

la meneguina

le hago largar.

Y si resiste

en aflojarla

con asustarla

no hay más que hablar.

 

Soy amigo de trifulcas

que se arman en los fondines

bailongos y cafetines

con los taitas del chipé.

 

Soy el taita más ladino,

altanero y compadreito,

soy el rubio Francisqueito

de chamberguito y plastrón.

Soy cantor y no reculo

ni me achico al más pesao

porque yo siempre he peleao

con el tipo más matón.

 

He sido siempre

un habitante

fiel y constante

de la prisión

pues soy un taita

que a la felpeada

tira trompadas

a discreción.

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