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HUMBOLDT, EL DESCUBRIDOR CIENTÍFICO DE AMÉRICA


por Miguel Barral

 

Hace 250 años nació en Berlín un niño que hasta hace poco muchas enciclopedias recordaban “solo” como un gran explorador y naturalista alemán. Pero Humboldt fue (y significó) mucho más. Un investigador ávido de conocimientos, autor de un sinfín de hallazgos e innovaciones en numerosas disciplinas: creó una máscara de gas para mineros, descubrió la corriente oceánica que lleva su nombre, explicó la causa del mal de altura, localizó el ecuador magnético, cartografió la red fluvial amazónica e inventó las isotermas e isobaras que hoy vemos en los mapas del tiempo. Todo un polifacético héroe de la ciencia. Y también un visionario cuyas ideas fueron la semilla de futuras teorías y disciplinas (como la evolución, la tectónica de placas o la dinámica oceánica) e incluso de nuevas sensibilidades (como el conservacionismo o el ecologismo). 

En junio de 1799 y tras invertir su herencia en ello, Alexander von Humboldt (14 septiembre 1769–6 mayo 1859)  por fin conseguía hacer realidad su sueño de realizar una ambiciosa expedición científica. Cinco años de expedición por América, en los que gestó la mayor parte de esas aportaciones, incluidas sus dos contribuciones más importantes a la ciencia: fue el primero en estudiar el cambio climático provocado por la acción del hombre y el padre de dos nuevas ramas de la ciencia, la biogeografía y la climatología comparada. 

Aquel viaje moldeó su pensamiento y le abrió los ojos a una nueva forma de entender el mundo y la naturaleza: como un gran organismo dentro del cual todos los seres vivos estaban conectados en un delicado equilibrio. Y en América, Humboldt dejó una huella indeleble, tal y como se refleja su mapa mapa interactivo.

A bordo de la fragata Pizarro y acompañado del botánico francés Aimé Bonpland, Alexander von Humboldt partió del puerto de A Coruña con destino a América. En el barco también viajaban 43 instrumentos de medida y observación —telescopios y microscopios, barómetros, termómetros, un reloj de péndulo, brújulas y hasta un cianómetro para medir la intensidad del azul del cielo—, necesarios para todos los experimentos que pretendía realizar en una aventura que duraría cinco años y que les llevaría  a recorrer la práctica totalidad del continente americano. La primera parada fue Venezuela; desde allí atravesaron la selva amazónica navegando por el Orinoco y sus tributarios durante tres meses; luego, tras una breve estancia en Cuba, cruzaron los Andes, desde Bogotá a Perú, y finalmente viajaron a México y Estados Unidos.  

EL EFECTO DEL HOMBRE EN EL MEDIO AMBIENTE

En el trayecto desde Caracas hasta el río Arupe, un afluente del Orinoco donde Humboldt pretendía iniciar su exploración fluvial, realizó una parada en el lago Valencia. Allí sus habitantes le contaron su preocupación porque el nivel de las aguas estaba descendiendo en los últimos años de forma evidente; así que el naturalista midió y comparó la evaporación media anual de aquel lago con la de ríos y lagos de todo el mundo. Llegó a la conclusión de que la tala de los bosques circundantes y el desvío de las aguas para regadío eran la causa del rápido descenso del nivel de agua. 

Fue allí donde desarrolló sus ideas sobre el efecto del hombre en el medio ambiente, destacando el cambio climático que ello provocaba y advirtiendo del riesgo que esto podía suponer en el futuro. Su alegato, que iba a abrir los ojos a muchos otros científicos y personalidades, ayudó a sentar las bases futuras del conservacionismo y el ecologismo. Tras completar con éxito su travesía fluvial a través de la jungla amazónica —demostrando que Orinoco y Amazonas estaban conectados a través de su red de tributarios— y cartografiar por primera vez el sistema fluvial amazónico, Humboldt se propuso explorar las montañas andinas. Este reto le llevaría a escalar los picos y volcanes de la imponente cordillera y el punto final fue la ascensión del Chimborazo, el volcán de 6.320 metros en el que estableció un nuevo récord de altitud de escalada. 

En las estribaciones de los Andes empezó a esbozar su Naturgemälde, que luego completaría en Europa: una representación visual que mostraba una sección transversal del Chimborazo, sobre la que Humboldt dibujó las distintas plantas y especies vegetales repartidas en función de la altitud. A izquierda y derecha del volcán puso varias columnas que ofrecían información meteorológica. De este modo, al escoger una altura determinada de la montaña se podía trazar una línea a través del esquema para ver la temperatura, la humedad o presión atmosférica, así como las especies animales observadas a esa altitud. Y toda esta información se podía relacionar con las demás grandes montañas del mundo que estaban ubicadas al lado del Chimborazo según su altura. Un “mapa” que mostraba la existencia de franjas climáticas que se extendían por todos los continentes y suponía la fundación de la biogeografía y la climatología comparada o geografía climática. 

UNA NUEVA FORMA DE ENTENDER LA NATURALEZA

En agosto de 1804 Humboldt regresaba por fin a Europa, a París, cargado con más de 6000 muestras vegetales e innumerables cuadernos cubiertos con decenas de miles de anotaciones, observaciones, ideas y medidas. En la capital francesa concretó, plasmó y difundió todos los descubrimientos e ideas que había recolectado. Y al hacerlo abrió los ojos a muchos colegas sobre una nueva forma de entender la naturaleza, en la que todo estaba interconectado; y la necesidad de estudiarla desde una perspectiva interdisciplinar.

Considerado en su tiempo como la mayor eminencia científica, tras su muerte en Europa su figura y legado fueron cayendo paulatinamente en un olvido del que solo fue rescatado en tiempo muy reciente. No sucedió lo mismo en América, donde Humboldt se convirtió en un personaje legendario, por sus descubrimientos en el continente, pero sobre todo por su identificación con la población nativa y la defensa de sus derechos. También por sus manifestaciones a favor de la independencia de los nuevos territorios y de abolir la esclavitud; y por su histórica amistad con otro revolucionario: el político y militar Simón Bolivar, que lidero la secesión de Venezuela, Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Panamá del Imperio Español. 


(Ventana al conocimiento / 13-9-2019)

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