PLANTEO DEL ASUNTO (6)
Dramático (3)
Cuando las palabras son
dirigidas a otra persona se dan dos casos: que el aludido esté presente o que
esté ausente, ya sea muerto o alejado en la distancia o en el tiempo. Sólo el
primero, el caso en que lo suponemos o lo sabemos presente se relaciona con las
formas dramáticas. El autor puede indicar o no la presencia del interlocutor.
En La mina del Ford un recitado pone en presencia del otro:
Por
eso la mina aburrida
de
aguantar la vida que le di
cachó
el baúl una noche
y
se fue cantando así:
Adiós,
Pancho, me voy;
ya
sabés por qué.
En las dos primeras
estrofas la dama enumera las excelencias que pretendía. Interrumpe después de
la segunda otro recitado del hombre que comenta lo que oye, recitado que es
como un aparte, que está fuera del texto cantado. En la tercera, ella, ajena a
estas prescindibles interrupciones, concluye su monólogo, su recuento de los
lujos que él no le dio:
Yo
quiero una cama
que
tenga acolchado
y
quiero una estufa
pa
entrar en calor,
que
venga el mucamo
corriendo
apurado
y
diga; señora,
araca,
está el Ford!
A menudo no es necesaria
ninguna introducción porque el texto mismo alude al interlocutor: “Me da su
permiso, señor comisario” (A la luz del candil), ‘Estoy herido, hermano,
no digas nada a nadie’ (En su ley), ‘Aquí estamos los dos, bien frente a
frente; dame tu mano, machucá la mía’ (Pa mí es igual). Es una fórmula
muy socorrida cuya segura eficacia se debe precisamente a su dimensión
dramática.
Hay, no obstante, letras
de intenso dramatismo en la que falta toda forma de diálogo; son aquellas en
que hay una acción dramática, no relatada sino planteada, expuesta en presente,
haciéndose en el tango. De puro guapo, por ejemplo, o Silbando,
donde hay indicaciones de lugar, de sonido, de tiempo, pero, por sobre todo, de
acción, como esta, puesta en términos tan escuetos que podría ser una
indicación teatral:
Un
quejido
y
un grito mortal
y
brillando entre la sombra
el
relumbrón
con
que un facón
da
su tajo fatal.
Esta ubicación de las letras de tango, según su planteo, dentro de esas tres grandes formas de lo literario, no es suficiente. Quedan fuera algunas que en esta literatura cobran especial interés por muy frecuentadas, muy típicas o muy felices. Son las que veremos a continuación.
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