miércoles

San Juan de la Cruz (190)

 63 / El segundo ciego que dijimos que podría empachar al alma en este género de recogimiento es el demonio, que quiere que, como él es ciego, también el alma lo sea. El cual en estas altísimas soledades, en que se infunden las delicadas unciones del Espíritu Santo (en lo cual él tiene grave pesar y envidia, porque ve que no solamente se enriquece el alma, sino que se le va de vuelo y no puede coger en nada, por cuanto está el alma sola, desnuda y ajena de toda criatura y rastro de ella), procúrale poner en este enajenamiento algunas cataratas de noticias y nieblas de jugos sensibles, a veces buenos, para cebar más al alma y hacerla volver así al trato distinto y obra del sentido, y que mire en aquellos jugos y noticias que la representa y las abrace, a fin de ir a Dios arrimada a ellas; y en esto facilísimamente la distrae y saca de aquella soledad y recogimiento, en que, como habremos dicho, el Espíritu Santo está obrando aquellas grandezas secretas. Porque, como el alma de suyo es inclinada a servir y gustar, mayormente si lo anda pretendiendo y no entiende el camino que lleva, facilísimamente se pega a aquellas noticias y jugos que la pone el demonio, y se quita de la soledad en que Dios la ponía. Porque, como ella en aquella soledad y quietud de las potencias del alma no hacía nada, parécele que estotro es mejor, pues ya ella hace algo. Y aquí es grande lástima que, no entendiéndose el alma, por comer ella un bocadillo de noticia particular o jugo se quita que la coma Dios a ella toda; porque así lo hace Dios en aquella soledad en que la pone, porque la absorbe en sí por medio de aquellas unciones espirituales solitarias.

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Google+