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SANDRO BOTTICELLI, EL ESPÍRITU DEL RENACIMIENTO

 

por Alessandra Pagano 

 

Último hijo de un curtidor de pieles, Alessandro Filipepi nació en Florencia el 1 de marzo de 1445. Su sobrenombre, Botticelli, lo debe muy probablemente a la profesión de uno de sus hermanos mayores, que era batihoja o batidor de oro y se dedicaba a elaborar pan de oro, las láminas doradas que se usaban como elemento decorativo. En Florencia, esta profesión se llamaba battiloro o battigello, de donde pudo derivar el término Botticello o Botticelli.

 

Parece ser que de pequeño, Botticelli tenía una salud delicada. En 1458, el padre afirmó, en una especie de declaración de la renta de la época, que su hijo de trece años era "enclenque", añadiendo asimismo que el joven sta alleggere. Mucho se ha discurrido sobre el significado de esta expresión: según una teoría, se trata de una manera de decir que se dedicaba a estudiar (sta a leggere, "se dedica a leer"); otros creen que se trata simplemente de un error de escritura, porque el padre quería decir que Sandro sta alegare, esto es, se dedicaba a "engastar" piedras preciosas tal vez como aprendiz de un orfebre.

 

De cualquier manera, Sandro debía de ser un joven con talento porque pronto repararon en él los nuevos vecinos de los Filipepi desde comienzos de la década de1460, los acaudalados Vespucci (familia a la que pertenecía Amérigo, el conocido navegante que daría su propio nombre a un continente). Probablemente fue esa rica familia quien lo recomendó al gran pintor Filippo Lippi. El maestro, cercano a la familia de los Médicis, acababa de abrir un taller en la cercana localidad de Prato, y allí Botticelli realizó sus primeras obras documentadas como, por ejemplo, una Virgen con el Niño, que hoy se conserva en Ajaccio (Córcega). Cuando más tarde el maestro se trasladó a Spoleto, Alessandro no lo siguió y comenzó a frecuentar el taller de Andrea del Verrocchio, diez años mayor que él, alrededor del cual gravitaban los mayores artistas de la nueva generación de vanguardia, como Domenico Ghirlandaio y Leonardo da Vinci.

 

AL SERVICIO DE LOS MÉDICIS

 

En 1470, Botticelli ya se había establecido por su cuenta, abriendo un taller directamente en la casa de sus padres, donde vivía junto al resto de la familia. A diferencia de muchos otros artistas, a Botticelli no le gustaba demasiado viajar. A lo largo de su vida tan sólo salió de Florencia para trabajar en la capilla Sixtina por encargo del papa Sixto IV y para unos pocos desplazamientos más. Mientras, su carrera progresaba rápidamente y en poco tiempo se convirtió en una personalidad de relieve en el ámbito de la cultura humanista promovida en la Florencia de los Médicis.

 

En efecto, en esos años los intelectuales florentinos descubrían el neoplatonismo, una corriente que, partiendo de la filosofía de Platón, sostenía la supremacía del espíritu sobre la materia, en un movimiento ascendente que conducía al alma hacia Dios a través del intelecto y del amor. En 1459, Cosme el Viejo había fundado, en la villa de los Médicis en Careggi, la Academia Neoplatónica florentina. Allí se reunían intelectuales como Pico della Mirandola, Agnolo Poliziano y el filósofo Marsilio Ficino, traductor de las obras de Platón y teórico del neoplatonismo. La adhesión de Botticelli a la cultura neoplatónica de su época queda representada de manera evidente en sus cuatro grandes obras de tema mitológico realizadas en la década de1480: La PrimaveraPalas y el centauroVenus y Marte y El nacimiento de Venus. Lo que hizo posible estas y otras creaciones de Botticelli fue su relación privilegiada con los Médicis.

 

Se sabe que en 1475 hizo ya una obra para Giuliano, el hermano de Lorenzo de Médicis, y parece que mantuvo con ellos un trato de gran familiaridad. Lorenzo el Magnífico se burlaba de él en un poema llamándolo "goloso y glotón", aludiendo a los momentos de placer que sin duda habían compartido.

 

UN SOLTERÓN IMPENITENTE

  

No se tienen noticias sobre las relaciones amorosas de Botticelli. Ya fuera por su dedicación al arte o porque sus inclinaciones fueran otras –consta que en 1502 fue objeto de una denuncia anónima por sodomía–, mostró siempre una abierta aversión al matrimonio, y él mismo contaba que una noche, habiendo soñado que se había casado, se despertó sobresaltado y, por miedo a sufrir la misma pesadilla, se pasó la madrugada vagando por Florencia.

 

Sin embargo, no fue una persona solitaria: Vasari cuenta que le gustaban las compañías y estaba siempre dispuesto a bromear, como muestra la siguiente anécdota. Junto a su taller se había trasladado un tejedor que utilizaba una maquinaria tan ruidosa que hacía temblar las paredes. Ante las protestas del artista, el hombre le respondió que en su casa hacía lo que quería. Como resultaba que el muro de su casa era más alto que el de la casa del tejedor, Botticelli colocó en equilibrio una piedra que, a cada vibración del muro, amenazaba con caer en la casa del vecino. Entonces el tejedor le pidió que la quitara, pero el artista replicó que en su casa él hacía lo que quería.

 

Con la muerte de Lorenzo el Magnífico en 1492 puede considerarse cerrada la época del primer Renacimiento. Dos años más tarde, Florencia era invadida por los franceses, los Médicis eran expulsados de la ciudad y el predicador Girolamo Savonarola encabezaba una contrarrevolución cultural en nombre de un cristianismo fundamentalista. Botticelli vivió de lleno este cambio de clima. Presa de una crisis interior, se convirtió en seguidor del fraile y compuso obras que revelaban sus nuevas inquietudes religiosas y en las que los historiadores del arte han visto una crítica del régimen de los Médicis. Aunque no es seguro, como pretendía Vasari, que en sus últimos años Botticelli cayera en la pobreza, sí parece que la enfermedad lo obligó a dejar de pintar antes de su fallecimiento en 1510.


(National Geographic / 1-3-2020)

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