por Laura Chaparro
Cuatro siglos después de que Galileo Galilei descubriera con
asombro cuatro
lunas alrededor de Júpiter, sondas espaciales y potentes
telescopios nos han permitido conocer datos que al astrónomo italiano ni se le
pasarían por la cabeza, como la superficie volcánica de Ío o los
océanos subterráneos de Europa, Ganimedes y Calisto, ocultos bajo
cortezas heladas. Dos nuevas misiones de la Agencia Espacial Europea
(ESA por sus siglas en inglés) y de la NASA prometen desvelar más sorpresas de
los satélites en la próxima década.
“Me temo que Galileo habría sufrido un ataque al corazón después de ver
lo que hemos aprendido sobre sus lunas y todo el equipo que tenemos ahora
nuestra disposición”, bromea a OpenMind Dmitri Titov,
científico de la ESA.
Entre las 69 lunas que hoy
sabemos que orbitan alrededor de Júpiter, los astrónomos siguen diferenciando a
cuatro del resto. Son Ío, Europa, Ganimedes y Calisto, que Galileo
descubrió el 7 de enero de 1610 con su telescopio. En su obra cumbre, Sidereus Nuncius, se refiere a ellas
como como “Estrellas Mediceas” en honor a su patrón, Cosme II de Médici. Fue el
alemán Simon Marius quien les dio los nombres actuales.
EL
VULCANISMO DE ÍO
La luna más cercana a Júpiter, Ío, a una distancia de unos 422.000
kilómetros, es el cuerpo más activo del sistema solar. La
responsable de esta actividad geológica es la atracción gravitatoria que siente
al encontrarse entre el planeta y los satélites Europa y Ganimedes.
“Las fumarolas eruptivas han sido observadas por la Voyager 1, por la
nave Galileo de la NASA y por la misión New Horizons. Además, la nave Galileo
también observó flujos de lava en la superficie”, describe a OpenMind Emma Marcucci, investigadora y
divulgadora científica en el Space Telescope Science Institute (EEUU).
La actividad volcánica permanente de Ío impide que se formen cráteres y
le da esos colores tan vistosos.
Telescopios terrestres han revelado que su
atmósfera fluctúa cuando la órbita la sitúa a la sombra del
planeta. Esta fina capa, compuesta principalmente de dióxido de carbono emitido
por los volcanes, se colapsa cuando el gigante gaseoso la eclipsa pero vuelve a
restaurarse cuando la luna recibe la luz solar.
EUROPA Y SU
PROMETEDOR OCÉANO
El más pequeño de los satélites galileanos, con una masa 0,008 veces la
de la Tierra, es el más prometedor. Bajo su corteza de hielo se esconde
un océano donde podrían darse condiciones para la vida.
“El océano de agua líquida estaría en contacto directo con el núcleo
rocoso, lo que posiblemente permitiría procesos químicos análogos a los que se
observan en la Tierra alrededor de las dorsales oceánicas”, señala a OpenMind Richard
Bonneville, investigador en el Centro Nacional de Estudios Espaciales
(Francia).
El experto destaca que la misión JUICE de la ESA,
que se lanzará en 2022, estudiará la composición de este océano, el espesor de
su corteza helada y la posible actividad geológica. Lo que sabemos por otros
instrumentos como el telescopio espacial Hubble es que el satélite
emite géiseres
de vapor de agua de hasta 200 kilómetros de
altura.
La misión de la NASA Europa Clipper, que orbitará a la
luna en la década de 2020, también espera resolver algunas incógnitas. “Me
interesa lo que pueda decirnos sobre las características de la capa helada y
del océano. También espero que observe las fumarolas y confirme las
observaciones del Hubble”, comenta Marcucci.
EL CAMPO
MAGNÉTICO DE GANIMEDES
Ganimedes puede presumir de ser el satélite más grande de Júpiter y de
todo el sistema solar. Además, cuenta con un campo magnético interno. “La
interacción del campo magnético de Ganimedes con su “padre” Júpiter es un caso
único en el sistema solar”, subraya Titov.
La misión de la NASA Europa Clipper orbitará la luna Europa, que aparece
en la parte inferior. Al fondo, Júpiter. Crédito: NASA/JPL-Caltech
Como ocurre con la luna Europa, los datos de las sondas revelan que
oculta un océano líquido bajo su corteza helada. Esta podría medir cientos de
kilómetros, lo que dificultaría el acceso a la masa de agua en futuras
misiones. Algunas investigaciones apuntan a que el agua y el hielo se
distribuirían en varias capas, como un
sándwich. Se estima que el océano contiene más agua de la que hay
en la superficie de la Tierra.
Con la sonda JUICE, la ESA también sobrevolará esta luna en los próximos
años y tratará de recabar datos que expliquen el origen de su campo magnético.
Bonneville destaca su compleja superficie, con áreas oscuras con muchos
cráteres y zonas más jóvenes con grietas y acantilados.
CALISTO Y SUS
CRÁTERES
La luna galileana más alejada de Júpiter es Calisto, cuyo rasgo más
característico es su superficie salpicada de numerosos
cráteres. “Tiene la superficie más antigua y podría servir como testigo
del sistema solar primitivo”, apunta Titov.
En opinión de Marcucci, la preservación de los cráteres indica que en el
satélite no ha habido fenómenos que los hayan borrado con el paso del tiempo,
como volcanes, lo que demuestra la falta de actividad geológica. Al igual que
Europa y Ganimedes, Calisto cuenta con una corteza de hielo bajo la que parece
haber un océano líquido.
La sonda JUICE lo orbitará en su ruta por los mundos jovianos. Los científicos están impacientes de que despegue la nave, ya que es la primera misión europea al planeta gigante y a sus lunas. “JUICE es una misión fantástica para Europa [el continente] y no podemos esperar más sus resultados. Estoy seguro de que nos dará sorpresas”, afirma a OpenMind Olivier Witasse, científico de la misión JUICE de la ESA.
(Open Mind)
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