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JOSEPH CAMPBELL - EL HÉROE DE LAS MIL CARAS (148) Psicoanálisis del mito

 8 / LA PARTIDA DEL HÉROE (1)

 

El último acto de la biografía del héroe es el de su muerte o partida. Aquí se sintetiza todo el sentido de la vida. No es necesario decir que el héroe no sería héroe si la muerte lo aterrorizara; la primera condición es la reconciliación con la tumba.

 

“Mientras estaba sentado bajo la encina de Mamre, Abraham percibió un relámpago y olfateó un dulce olor, y volviéndose vio a la Muerte que llegaba hacia él en gran gloria y belleza. Y la Muerte le dijo a Abraham: ‘No pienses, Abraham, que esta belleza es mía o que así llego a todos los hombres. Mas si alguien es justo como tú, tomo una corona y vengo a él, y si es pecador, llego entre gran corrupción, y con sus pecados hago una corona para mi cabeza, y los sacudo con un gran temor y ellos quedan sobrecogidos’. Y Abraham le dijo: ‘¿Y eres tú el que se llama Muerte?’ Y contestó y dijo: ‘Yo soy el amargo nombre’, pero Abraham contestó: ‘No iré contigo.’ Y Abraham le dijo a la Muerte: ‘Muéstranos tu corrupción.’ Y la Muerte reveló su corrupción, y mostro dos cabezas: una tenía la faz de una serpiente y la otra era como una espada. Todos los sirvientes de Abraham murieron al mirar la faz terrible de la Muerte, pero Abraham oró al Señor y él los resucitó. Como los rostros de la Muerte no consiguieron que el alma de Abraham le abandonara, Dios tomó el alma de Abraham como en un sueño y el arcángel Miguel la llevó al cielo. Después, grandes loas y alabanzas fueron dadas al Señor por los ángeles que trajeron el alma de Abraham, y después de que Abraham se inclinó a adorarlo, se oyó la voz de Dios que dijo así: ‘Lleva a mi amigo Abraham al Paraíso, donde están los tabernáculos de los justos, y las mansiones de mis santos Isaac y Jacob en su regazo, donde no hay dificultades, ni congojas, ni suspiros, sino paz y regocijo y vida eterna’.” (36)

 

Comparemos con el siguiente sueño: “Estaba en un puente y encontré un violinista ciego. Todos echaban monedas en su sombrero. Me acerqué y vi que el violinista no estaba ciego. Era bizco y me miraba de reojo. Repentinamente apareció una ancianita sentada a un lado del camino. Estaba oscuro y yo tuve miedo. ‘¿Adónde lleva este camino?’ pensé. Un joven campesino se acercó y me tomó de la mano. ‘¿Quieres venir a casa -me dijo- y tomar café?’ ‘¡Suéltame! ¡Aprietas demasiado!’, grité, y desperté.” (37)

 

El héroe, que en su vida representa la perspectiva dual, después de su muerte es todavía una imagen sintetizadora como Carlomagno, duerme y sólo se levantará a la hora del destino, o sea, está entre nosotros bajo otra forma.

 

Notas

 

(36) Ginzberg, op. cit., vol. I, pp. 305-306.

(37) Wilhelm Stekel, Die Sprache des Traumes, sueño 421. La muerte aparece aquí, observa al doctor Stekel, con cuatro símbolos: el Viejo Violinista, el Bizco, la Vieja y el Joven Campesino (el campesino es quien siembra y cosecha).

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