domingo

ESTÉTICA DE LA CREACIÓN VERBAL (82) - M. BAJTIN


 AUTOR Y PERSONAJE EN LA ACTIVIDAD ESTÉTICA (47)

 

EL HÉROE COMO TOTALIDAD DE SENTIDO

Acto, confesión, autobiografía, héroe lírico, biografía, situación, carácter, tipo, personaje, hagiografía. (26)

 

6) Hagiografía. No nos podemos detener con detalle en esta forma porque rebasa los límites de nuestro tema. La vida de una hagiografía transcurre en el mundo de Dios. Cada momento de esta vida se representa como significativo precisamente en este mundo; la vida de un santo es una vida significativa en Dios.

 

Una vida que es significativa en Dios debe adoptar formas tradicionales, la piedad del autor no da lugar a una iniciativa individual, a una elección individual de la expresión: aquí el autor se niega a sí mismo y a su actividad individual responsable; por eso la forma se vuelve tradicional y convencional (es positivamente convencional aquello que por principio no se adecua al objeto y, comprendiendo esa inadecuación, la niega; pero este notorio rechazo de la adecuación está muy lejos de la locura, porque esta es individual y en ella está presente el  momento de lucha con lo humano; la forma hagiográfica es tradicionalmente convencional, apoyada por una autoridad incuestionable, y admite amorosamente el ser de la expresión aunque este sea inadecuado, y, por consiguiente, acepta al destinatario). Así, pues, la unidad de los momentos transgredientes de un santo no es la unidad individual del autor que aprovecha activamente su extraposición; esta extraposición es humilde y ha rechazado la iniciativa -también porque no existen momentos esencialmente transgredientes que sirvan para la conclusión-; por lo tanto acude a las formas consagradas por la tradición. Un análisis de las formas tradicionales de la hagiografía no forma parte de nuestro propósito, solamente nos vamos a permitir una observación general: la hagiografía, así como el icono, evade la trasngresión limitante y demasiado concretizadora, puesto que estos momentos siempre, siempre restan peso a la autoridad; debe ser excluido todo lo típico para una época dada, para la nacionalidad dada (p. ej., la tipicidad tradicional de Cristo en el icono), de una posición social y edad determinadas, todo lo concreto en la apariencia, en la vida, los detalles y pormenores, los indicios exactos de tiempo y lugar, todo aquello que refuerza el determinismo de la existencia de una personalidad dada (también lo típico y lo característico e incluso lo biográficamente concreto), todo aquello que disminuye el carácter autoritario de este género (la vida de un santo parece desde un principio transcurrir en la eternidad). Hay que anotar que el tradicionalismo y convencionalismo de los momentos transgredientes de la conclusión contribuyen fuertemente a disminuir su significación limitante. En la interpretación de la hagiografía también es posible la tradición simbólica. (El problema de la representación del milagro y del acontecimiento religioso más elevado; aquí sobre todo son importantes un humilde rechazo de la adecuación y de la individualidad y una sumisión a la tradición rígida.) Cuando hay que representar y expresar cómo se halla el sentido último, es necesario reducirse hasta la tradicionalidad convencional (los románticos solían interrumpir la obra, o la concluían con hagiografías tradicionales o misterios). Así, pues, la negación del carácter esencial de la extraposición con respecto al santo y la humildad hasta aceptar el tradicionalismo puro (en la Edad Media, hasta el realismo) son rasgos principales de un autor hagiográfico (la idea de la venerabilidad en Dostoievski).

 

Estas son las formas de totalidad del sentido del héroe. Por supuesto, estas formas no coinciden con las formas concretas de las obras; las hemos formulado aquí como momentos abstractos a ideales, como límites a los que tienden los momentos concretos de las obras. Es difícil encontrar una biografía pura, una lírica pura, un carácter o un tipo puros; de ordinario tenemos que ver con la conjunción de varios momentos ideales, con la acción de varios límites, entre los cuales predomina uno u otro (desde luego, no entre todas las formas es posible la unión). En ese respecto podemos decir que el acontecimiento de la interrelación entre el autor y el héroe dentro de cada obra concreta con frecuencia incluye varios actos: el héroe y el autor luchan entre sí, ora se acercan, ora se alejan bruscamente; pero la plenitud de la conclusión de la obra presupone una divergencia marcada y el triunfo del autor.

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