EL NUEVO TESTAMENTO DEL TEATRO
EUGENIO BARBA Y JERZY
GROTOWSKI (8)
¿Cómo puede ese tipo de
teatro expresar el desasosiego que varía según los individuos?
A fin de que el
espectador pueda ser estimulado para lograr un autoanálisis cuando se enfrenta
con el actor, tiene que haber algún terreno común en ambos, algo que se pueda
descartar con un gesto o pueda venerarse en conjunto. Por tanto, el teatro debe
atacar lo que podría catalogarse como los complejos colectivos de la sociedad,
el meollo del inconsciente colectivo o quizá de lo superconsciente (no importa
cómo lo llamemos); los mitos que no son una invención de la mente sino que, por
decirlo así, nos han sido trasmitidos por la sangre, la religión, la cultura y
el medio ambiente.
Pienso en esas cosas que
son tan elementales y que están tan íntimamente asociadas con nosotros que
sería difícil someterlas a un análisis racional. Por ejemplo los mitos
religiosos: el mito de Cristo y de María; los mitos biológicos: el nacimiento y
la muerte, el simbolismo amoroso o, en un sentido mucho más amplio, Eros y
Tánatos; los mitos nacionales que sería muy difícil traducir a fórmulas, aunque
su presencia pueda sentirse en nuestra sangre cuando leemos la parte tercera de
la obra de Mickiewicz, Los antepasados de Eva, el Kordiam de
Slowacki, o el Avemaría.
No se trata de la
búsqueda especulativa de ciertos elementos que puedan reunirse en una
representación. Si empezamos a trabajar en una representación teatral o en un
papel violando la parte más íntima de nuestro ser, buscando aquellas cosas que
pueden herirnos más profundamente, pero que al mismo tiempo nos producen el
sentimiento total de verdad purificadora, entonces caeremos inevitablemente en
las representaciones colectivas. Es necesario estar familiarizado con
este concepto a fin de no errar el camino real una vez que se ha encontrado.
Sin embargo, no es posible imponerlo de antemano.
¿Cómo funciona esto en
una representación teatral? No trato de dar ejemplos aquí, pienso que se
explica lo suficiente cuando se describen Akropolis, el Doctor Fausto
y otras representaciones. Sólo deseo llamar la atención sobre una característica
especial de estas sesiones teatrales que combinan la fascinación y la negación
excesiva, la aceptación y el rechazo: el ataque a lo sagrado (representaciones
colectivas), la profanación y el culto.
Se debe partir del trampolín que representa el texto y que ya está cargado en demasía de un número de asociaciones generales. Necesitamos un texto clásico al que podamos devolverle, mediante una especie de profanación, su verdad, o un texto moderno que aunque banal y estereotipado en su contenido pueda tener raíces profundas en la psique de la sociedad.
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