lunes

San Juan de la Cruz (181)

 DECLARACIÓN

 

51 / Este amor infunde Dios en la voluntad, estando ella vacía y desasida de otros gustos y afecciones particulares de arriba y de abajo. Por eso, téngase cuidado que la voluntad esté vacía y desasida de sus afecciones, que, si no vuelve atrás, queriendo gustar algún jugo o gusto, aunque particularmente no le sienta en Dios, adelante va, subiendo sobre todas las cosas a Dios, pues de ninguna cosa gusta. Y a Dios, aunque no le guste muy en particular y distintamente, ni le ame con tan distinto acto, gústale en aquella infusión general oscura y secretamente más que todas las cosas distintas, pues entonces ve ella claro que ninguna le da tanrto gusto como aquella quietud solitaria; y ámale sobre todas las cosas amables, pues que todos los otros jugos y gustos de todas ellas tiene desechados y le son desabridos. Y así, no hay que tener pena, que, si la voluntad no puede reparar en jugos y gustos de actos particulares, adelante va; pues el no volver atrás abrazando algo sensible, es ir adelante a lo inaccesible, que es Dios, y así no es maravilla que no le sienta. Y así, la voluntad para ir a Dios más ha de ser desarrimándose de toda cosa deleitosa y sabrosa, que arrimándose; y así cumple bien el precepto de amor, que es amar a Dios sobre todas las cosas: lo cual no puede ser sin desnudez y vacío en todas ellas.

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