martes

SAN JUAN DE LA CRUZ - LLAMA DE AMOR VIVA (175)

 DECLARACIÓN

 

46 / Adviertan los que guían las almas y consideren que el principal agente y guía y movedor de las almas en este negocio no son ellos, sino el Espíritu Santo, que nunca pierde cuidado de ellas, y que ellos sólo son instrumentos para enderezarlas en la perfección por la fe y ley de Dios, según el espíritu que va Dios dando a cada una. Y así, todo su cuidado sea no acomodarlas a su modo y condición propio de ellos, sino mirancdo el camino y por dónde Dios las lleva, y, si no lo saben, déjenlas y no las perturben. Y, conforme al camino y espíritu por donde Dios las lleva, procuren enderezarlas en mayor soledad y tranquilidad y libertad de espíritu, dándoles anchura para que no aten el sentido corporal y espiritual a cosa particular interior ni exterior, cuando Dios las lleva por esta soledad, y no se penen ni se soliciten pensando que no se hace nada. Aunque el alma entonces no lo hace, Dios lo hace en ella. Procuren ellos desembarazar el alma y ponerla en soledad y ociosidad, de manera que no esté atada a alguna noticia particular de arriba o de abajo, o con codicia de algún jugo o gusto, o de alguna otra aprehensión, de manera que esté vacía en negación pura de toda criatura, puesta en pobreza espiritual. Y eso es lo que el alma ha de hacer de su parte, como lo aconseja el Hijo de Dios, diciendo: El que no renunciare a todas las que posee, no puede ser mi discípulo (Lc. 14,33). Lo cual se entiende no sólo de la renunciación de las cosas corporales y temporales según la voluntad, mas también del desapropio de las espirituales, en que se incluye la pobreza espiritual, en que poner el Hijo de Dios la bienaventuranza (Mt 5,3). Y, vacando de esta manera el alma a todas las cosas, llegando a estar vacía y desapropiada acerca de ellas, que es, como habemos dicho, lo que puede hacer el alma, es imposible, cuando hace lo que es de su parte, que Dios deje de hacer lo que es de la suya en comunicársele, a lo menos en secreto y silencio. Más imposible es esto que dejar de dar el rayo del sol en lugar sereno y deslumbrado; pues que, así como el sol está madrugando para entrar en tu casa, si destapas la ventana para entrar, así Dios, que no duerme en guardar a Israel, ni dormita (Ps. 120,4), entrará en el alma vacía y la llenará de bienes divinos.

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