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ALBERT HOFMANN - LSD: CÓMO DESCUBRÍ EL ÁCIDO Y QUÉ PASÓ DESPUÉS EN EL MUNDO (23)

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De medicamento a droga narcótica

 

En los primeros años después de descubrirlo, el LSD me proporcionó alegrías y satisfacciones, como las siente el químico farmacéutico cuando se perfila la posibilidad de que una sustancia por él creada se convierta en un medicamento valioso. Pues la creación de nuevos remedios. Pues la creación de nuevos remedios es el objetivo de su actividad de investigador; en ella reside el sentido de su trabajo.

 

Experimentos no médicos (1)

 

Esta alegría por la paternidad del LSD se vio empañada cuando, después de más de diez años de investigación científica y aplicación médica no turbada, el LSD fue arrastrado a la poderosa ola de toxicomanía que comenzó a extenderse hacia fines de la década de los cincuenta en el mundo occidental y sobre todo en los EE. UU. El LSD hizo una carrera increíblemente rápida en su nuevo papel de estupefaciente. Durante un tiempo fue la droga número uno, al menos en lo que a publicidad respecta. Cuanto más se extendía su aplicación como estupefaciente y crecía así el número de los incidentes causados por un uso irreflexivo, no controlado por médicos, tanto más el LSD se convertía para mí y para la empresa Sandoz en el hijo de nuestros desvelos.

 

Era obvio que una sustancia con efectos tan fantásticos sobre la percepción sensorial y sobre la experiencia del mundo exterior e interior, despertaría también el interés de círculos ajenos a la ciencia medicinal. Pero jamás hubiera esperado que el LSD, que -con su acción profunda tan imprevisible e inquietante- no tiene de ningún modo el carácter de estimulante, encontraría una aplicación mundial como estupefaciente. Me había imaginado que fuera de la medicina se interesarían por el LSD los filósofos, los artistas, pintores y escritores, pero no amplios grupos de legos. Después de las publicaciones científicas sobre la mescalina, que habían aparecido a comienzos del siglo, y cuyos efectos psíquicos son, como ya hemos dicho, cualitativamente parecidos a los del LSD, la aplicación de esta sustancia activa siguió restringida a la medicina y a experimentos en círculos artísticos y literarios; lo mismo había esperado para el LSD. Efectivamente, los primeros autoensayos no médicos fueron realizados por escritores, pintores, músicos y personas interesadas en las ciencias del espíritu. Se informó sobre sesiones de LSD que habían inducido experiencias estéticas fuera de lo común y nuevas comprensiones de la naturaleza de procesos creativos. En sus obras, los artistas se veían influenciados de forma no convencional. Se desarrolló un género artístico especial, que se ha hecho famoso con el nombre de arte psicodélico. Este nombre comprende creaciones surgidas bajo la influencia del LSD y otras drogas psicodélicas, en las que la droga actuaba como estimulante y fuente de inspiración. La publicación capital en este terreno es el libro de Robert E. L. Masters y Jean Houston: Psychedelic Art (Arte psicodélico), Balance, House, 1968. Las obras de arte psicodélicas no se crearon durante la acción de la droga, sino sólo después, influenciadas por lo experimentado. Mientras dura el estado de embriaguez, la actividad artística es difícil o incluso imposible. La afluencia de imágenes es demasiado rápida y cambiante para poder retenerse y elaborarse. Un espectáculo arrollador paraliza la actividad. Por tanto, las producciones realizadas durante la embriaguez de LSD ofrecen en general un carácter rudimentario y no merecen tomarse en cuenta por su valor artístico, sino que más bien deben ser consideradas una especie de psicogramas que proporcionan una introspección en las estructuras anímicas profundas del artista, activadas y llevadas a la conciencia por el LSD. Ello también lo mostró expresivamente una amplia investigación posterior del psiquiatra muniqués Richard P. Hartmann. Publicó los resultados en su libro Malerei aus Bereinchen des Unbewussten. Künstler experimentieren unter LSD (Pintura del ámbito de lo inconsciente. Artistas experimentan bajo el LSD), Ed. M. DuMont Schauberg, Colonia, 1974. Los experimentos con LSD permitieron ganar conocimientos novedosos y valiosos para la psicología y psicopatología de determinadas corrientes artísticas.

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