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A LA BÚSQUEDA DE UNA IDENTIDAD EN LA OBRA DE JUAN CARLOS ONETTI (27) - MARYSE RENAUD

 1ª edición: Editorial Proyección / Uruguay / 1993, en colaboración con la Universidad de Poitiers.

1ª edición virtual: elMontevideano Laboratorio de Artes / 2020, con el apoyo de la Universidad de Poitiers.

 

HISTORIA Y FICCIÓN

 

I. EL IMPACTO DE LA HISTORIA (3)

  

Las dos décadas siguientes señalan en cambio una notable modificación en la temática onettiana. Tanto en Un sueño realizado como en La casa en la arena, e incluso en Bienvenido, Bob, la valorización de la dimensión histórica retrocede frente a la exaltación del recuerdo y del sueño. De lo imaginario, en una palabra. La riqueza y la seducción de lo imaginario son celebradas con brillantez en una de las novelas más importantes de Juan Carlos Onetti: La vida breve. En este texto de 1950, el desplazamiento de la Historia, ya anunciado por los relatos cortos, se hace mucho más evidente en la medida en que la naturaleza misma del género novelístico, como lo ha indicado con justeza M. Bakhtine, implica un afincamiento máximo en la realidad cotidiana. La vida breve, considerada generalmente por la crítica como una obra clave que señala un viraje decisivo en la carrera del escritor, consagra definitivamente el triunfo del onirismo. En esta novela densa y ambiciosa, donde se entremezclan constantemente dos niveles narrativos que remiten respectivamente al mundo “real” (nivel 1) y al mundo fantástico (nivel 2) de Brausen, el personaje principal, es en última instancia el segundo nivel el que termina por imponerse. La ficción básica (nivel 1), que sirve de punto de partida al relato -y que está esencialmente constituida por la Historia tal como ella es vivida a través del cotidiano miedo del desempleo, por ejemplo- desaparece bajo el impetuoso flujo del mundo imaginario (nivel 2) creado por Brausen. Y, sintomáticamente, la novela termina un día después del Carnaval. Un dulce aire de locura se apodera de La vida breve: máscaras, intercambios de identidad, confusión y dichosa incertidumbre son los componentes finales del relato.

 

Después de la publicación de este texto mayor, Juan Carlos Onetti continuará profundizado en ese proceso exploratorio de las conciencias. Sin encerrarse en una literatura de carácter intimista, intentará escenificar y analizar los conflictos, las angustias y los deseos más secretos de sus personajes, así como penetrar sesgadamente en los móviles de los comportamientos insólitos e incluso suicidas. Hay una tendencia, además, en textos como Los adioses, La cara de la desgracia, Jacob y el otro, Historia del Caballero de la Rosa y de la virgen encinta que vino de Liliput y El álbum, a circunscribir estrechamente el campo de la ficción: un lejano y aislado pueblito de la montaña en el primer relato, una playa y un galpón en el segundo; el almacén de un Libanés, el hotel de un empresario de segunda categoría y un ring, en el tercero; una sala de baile, algunas residencias patricias y una tumba invadida por una provocativa montaña de flores, en el cuarto; y, de nuevo, una simple pieza de hotel, en el último. La elección de lugares cerrados y estrictamente delimitados contribuye a crear en todos estos casos una atmósfera cargada y dramática, que alcanza su mayor densidad en otro relato de finales de los años cincuenta, El infierno tan temido: el duelo entre la mujer infiel y el marido abandonado tiene aquí por verdadero, despiadado y silencioso escenario las conciencias vengativas y aterradas, respectivamente, del uno y del otro. De este modo el individuo, la pareja y hasta el trío -como en Para una tumba sin nombre, donde Jorge Malabia y Rita son indefectiblemente flanqueados por Tito Perotti- pasan a ocupar un primer plano.

 

Sin embargo, la Historia no está del todo ausente en la producción onettiana de los años cuarenta y cincuenta. Una obra como Para esta noche alcanza para comprobarlo: tomada por la mayoría de los lectores como una acusación implícita al régimen peronista (16), este texto fechado en noviembre de 1943 y cuyo título inicial, El perro tendrá su día, debió ser sustituido por razones de censura (16 bis), intenta describir un episodio particularmente trágico de la guerra española en el que un hombre, Ossorio, se encuentra entrampado en una ciudad costera (Valencia, probablemente) de la cual no logrará escapar, a pesar de sus esfuerzos. Como puede apreciarse a través de este breve resumen, el novelista no es insensible al peso de la Historia ni a su incidencia sobre el comportamiento cotidiano de los individuos. E incluso explicará la génesis de Para esta noche en un prólogo muy conocido: la escritura aparece aquí como una forma de expiar la inacción política, como una reparación irrisoria pero sincera, como una respuesta vehemente y humana a la crueldad de los hechos.

 

En otros textos, no es la tiranía que elimina sangrientamente a sus opositores lo que retiene la atención del escritor uruguayo, sino la esclerosis de la sociedad “rioplatense”, como lo sugieren dos relatos muy disímiles, a primera vista: La larga historia (1944) y Esbjerg, en la costa (1946). Sin que nos demos cuenta, la Historia se instala aquí en un segundo plano desde donde el tema recurrente de la apuesta segrega una densidad suplementaria: en La larga historia, Julián, el cajero inescrupuloso, roba la empresa en la que trabaja y se mezcla en especulaciones tan ímprobas como infructuosas; en Esbjerg, en la costa, Montes trata de medrar con apuestas trucadas.

 

Así fue cómo empezó a tragarse jugadas que se convirtieron en tres mil pesos y se puso a pasearse sudando y desesperado por la oficina, mirando las planillas, mirando el cuerpo de gorila con camisa de seda cruda de Jacinto, mirando por la ventana la diagonal que empezaba a llenarse de autos en el atardecer. Así fue, cuando comenzó a enterarse de que perdía y que los dividendos iban creciendo, cientos de pesos a cada golpe del teléfono, cómo estuvo sudando ese sudor especial de los cobardes, grasoso, un poco verde, helado, que trajo en la cara cuando en el mediodía del lunes tuvo al fin en las piernas la fuerzas para volver a la oficina y hablar conmigo (17).

 

En ambos casos, la actitud de los personajes está presentada como el desenlace previsible y casi natural de cierto modo de vida practicado por las clases medias “rioplatenses”. Su comportamiento remite implícitamente a las estructuras profundas de una sociedad desprovista de pasión, de confrontación de ideas y grandes debates ideológicos (17 bis); en una palabra, de verdaderos proyectos políticos. Las desventuras de ambos protagonistas ilustran la esclerosis de un mundo donde toda ambición innovadora parece condenada a esfumarse como la ciudad maravillosa con la que soñaba el adolescente de Bienvenido, Bob. En cuanto a las apuestas y las especulaciones, su significación queda por demás clara: la sobrevaloración del azar revela crudamente la ausencia de todo porvenir y la insignificancia de la Historia. Y los lamentables resultados de las maniobras fraudulentas constituyen pruebas suplementarias del fracaso hacia el que se precipita, según Juan Carlos Onetti, la sociedad “rioplatense” de los años cuarenta. La mezquindad e inutilidad de las estafas se corresponde, por otra parte, con la mezquindad y la improductividad social general (18):

 

Conocí la historia, sin entenderla bien, la misma mañana en que Montes vino a contarme que había tratado de robarme, que me había escondido muchas jugadas del sábado y del domingo para bancarlas él, y que ahora no podía pagar lo que le habían ganado. No me importaba saber por qué lo había hecho, pero él estaba enfurecido por la necesidad de decirlo, y tuve que escucharlo mientras pensaba en la suerte, tan amiga de sus amigos, y sólo de ellos, y sobre todo de no enojarme, que a fin de cuentas si aquel imbécil no hubiese tratado de robarme, los tres mil pesos tendrían que salir de mi bolsillo. Lo insulté hasta que no pude encontrar nuevas palabras, y usé todas las maneras de humillarlo que se me ocurrieron hasta que quedó indudable que él era un pobre hombre, un sucio amigo, un canalla y un ladrón (19)

 

Notas 

(16) Jorge Ruffinelli: “La ocultación de la historia en Para esta noche de Juan Carlos Onetti”, en Nueva Narrativa Hispanoamericana, III, núm. 2 (setiembre de 1973).

(16 bis) A partir del golpe de Estado del general Uriburu, la vida política argentina continúa empeorando. Entre 1930 y 1943 -la elocuentemente llamada “década infame”- el gobierno conservador multiplica sus atentados contra las libertades democráticas. Esta situación se prolonga a partir de junio de 1943, cuando se produce un nuevo golpe de Estado luego del cual Perón pasó a ocupar importantes funciones. Es en ese clima de autoritarismo y censura donde aparece El perro tendrá su día, cuyo título es considerado como un desacato y una amenaza velada al nuevo régimen. Variante, de alguna manera, del conocido refrán “a cada chancho su San Martín”, termina por ser sustituido.

(17) Esbjerg, en la costa, en Cuentos completos, p. 39.

(17 bis) Cf. al respecto los penetrantes análisis de Mario Benedetti en El país de la cola de paja, especialmente el segundo capítulo donde se define con más especificidad a la “cola de paja” como una verdadera “antesala de la cobardía”. (Bolsilibros Arca, 1960, p. 177).

(18) Peter Turton, “Las permutaciones de la desgracia o Esbjerg, en la costa de Juan Carlos Onetti en Revista canadiense de estudios hispánicos, Vol, VIII, nº 1, Otoño 1983.

(19) Esbjerg, en la costa, en Cuentos completos, p. 34.

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