1ª edición: Editorial Proyección / Uruguay / 1993, en colaboración con la Universidad de Poitiers.
1ª edición virtual: elMontevideano Laboratorio de Artes / 2020, con el
apoyo de la Universidad de Poitiers.
HISTORIA Y FICCIÓN
I. EL IMPACTO DE LA
HISTORIA (3)
Las dos décadas
siguientes señalan en cambio una notable modificación en la temática onettiana.
Tanto en Un sueño realizado como en La casa en la arena, e
incluso en Bienvenido, Bob, la valorización de la dimensión histórica
retrocede frente a la exaltación del recuerdo y del sueño. De lo imaginario, en
una palabra. La riqueza y la seducción de lo imaginario son celebradas con
brillantez en una de las novelas más importantes de Juan Carlos Onetti: La
vida breve. En este texto de 1950, el desplazamiento de la Historia, ya
anunciado por los relatos cortos, se hace mucho más evidente en la medida en
que la naturaleza misma del género novelístico, como lo ha indicado con justeza
M. Bakhtine, implica un afincamiento máximo en la realidad cotidiana. La
vida breve, considerada generalmente por la crítica como una obra clave que
señala un viraje decisivo en la carrera del escritor, consagra definitivamente
el triunfo del onirismo. En esta novela densa y ambiciosa, donde se entremezclan
constantemente dos niveles narrativos que remiten respectivamente al mundo “real”
(nivel 1) y al mundo fantástico (nivel 2) de Brausen, el personaje principal,
es en última instancia el segundo nivel el que termina por imponerse. La
ficción básica (nivel 1), que sirve de punto de partida al relato -y que está
esencialmente constituida por la Historia tal como ella es vivida a través del
cotidiano miedo del desempleo, por ejemplo- desaparece bajo el impetuoso flujo
del mundo imaginario (nivel 2) creado por Brausen. Y, sintomáticamente, la
novela termina un día después del Carnaval. Un dulce aire de locura se apodera
de La vida breve: máscaras, intercambios de identidad, confusión y dichosa
incertidumbre son los componentes finales del relato.
Después de la publicación
de este texto mayor, Juan Carlos Onetti continuará profundizado en ese proceso
exploratorio de las conciencias. Sin encerrarse en una literatura de carácter
intimista, intentará escenificar y analizar los conflictos, las angustias y los
deseos más secretos de sus personajes, así como penetrar sesgadamente en los móviles
de los comportamientos insólitos e incluso suicidas. Hay una tendencia, además,
en textos como Los adioses, La cara de la desgracia, Jacob y el otro, Historia
del Caballero de la Rosa y de la virgen encinta que vino de Liliput y El
álbum, a circunscribir estrechamente el campo de la ficción: un lejano y
aislado pueblito de la montaña en el primer relato, una playa y un galpón en el
segundo; el almacén de un Libanés, el hotel de un empresario de segunda
categoría y un ring, en el tercero; una sala de baile, algunas residencias
patricias y una tumba invadida por una provocativa montaña de flores, en el
cuarto; y, de nuevo, una simple pieza de hotel, en el último. La elección de
lugares cerrados y estrictamente delimitados contribuye a crear en todos estos
casos una atmósfera cargada y dramática, que alcanza su mayor densidad en otro
relato de finales de los años cincuenta, El infierno tan temido: el
duelo entre la mujer infiel y el marido abandonado tiene aquí por verdadero,
despiadado y silencioso escenario las conciencias vengativas y aterradas,
respectivamente, del uno y del otro. De este modo el individuo, la pareja y
hasta el trío -como en Para una tumba sin nombre, donde Jorge Malabia y
Rita son indefectiblemente flanqueados por Tito Perotti- pasan a ocupar un
primer plano.
Sin embargo, la Historia
no está del todo ausente en la producción onettiana de los años cuarenta y
cincuenta. Una obra como Para esta noche alcanza para comprobarlo:
tomada por la mayoría de los lectores como una acusación implícita al régimen
peronista (16), este texto fechado en noviembre de 1943 y cuyo título inicial, El
perro tendrá su día, debió ser sustituido por razones de censura (16 bis),
intenta describir un episodio particularmente trágico de la guerra española en
el que un hombre, Ossorio, se encuentra entrampado en una ciudad costera
(Valencia, probablemente) de la cual no logrará escapar, a pesar de sus
esfuerzos. Como puede apreciarse a través de este breve resumen, el novelista
no es insensible al peso de la Historia ni a su incidencia sobre el
comportamiento cotidiano de los individuos. E incluso explicará la génesis de Para
esta noche en un prólogo muy conocido: la escritura aparece aquí como una
forma de expiar la inacción política, como una reparación irrisoria pero
sincera, como una respuesta vehemente y humana a la crueldad de los hechos.
En otros textos, no es la
tiranía que elimina sangrientamente a sus opositores lo que retiene la atención
del escritor uruguayo, sino la esclerosis de la sociedad “rioplatense”, como lo
sugieren dos relatos muy disímiles, a primera vista: La larga historia (1944)
y Esbjerg, en la costa (1946). Sin que nos demos cuenta, la Historia se
instala aquí en un segundo plano desde donde el tema recurrente de la apuesta
segrega una densidad suplementaria: en La larga historia, Julián, el
cajero inescrupuloso, roba la empresa en la que trabaja y se mezcla en
especulaciones tan ímprobas como infructuosas; en Esbjerg, en la costa,
Montes trata de medrar con apuestas trucadas.
Así fue cómo empezó a
tragarse jugadas que se convirtieron en tres mil pesos y se puso a pasearse
sudando y desesperado por la oficina, mirando las planillas, mirando el cuerpo
de gorila con camisa de seda cruda de Jacinto, mirando por la ventana la
diagonal que empezaba a llenarse de autos en el atardecer. Así fue, cuando
comenzó a enterarse de que perdía y que los dividendos iban creciendo, cientos
de pesos a cada golpe del teléfono, cómo estuvo sudando ese sudor especial de
los cobardes, grasoso, un poco verde, helado, que trajo en la cara cuando en el
mediodía del lunes tuvo al fin en las piernas la fuerzas para volver a la
oficina y hablar conmigo (17).
En ambos casos, la
actitud de los personajes está presentada como el desenlace previsible y casi
natural de cierto modo de vida practicado por las clases medias “rioplatenses”.
Su comportamiento remite implícitamente a las estructuras profundas de una
sociedad desprovista de pasión, de confrontación de ideas y grandes debates
ideológicos (17 bis); en una palabra, de verdaderos proyectos políticos. Las
desventuras de ambos protagonistas ilustran la esclerosis de un mundo donde
toda ambición innovadora parece condenada a esfumarse como la ciudad maravillosa
con la que soñaba el adolescente de Bienvenido, Bob. En cuanto a las
apuestas y las especulaciones, su significación queda por demás clara: la
sobrevaloración del azar revela crudamente la ausencia de todo porvenir y la
insignificancia de la Historia. Y los lamentables resultados de las maniobras
fraudulentas constituyen pruebas suplementarias del fracaso hacia el que se
precipita, según Juan Carlos Onetti, la sociedad “rioplatense” de los años
cuarenta. La mezquindad e inutilidad de las estafas se corresponde, por otra
parte, con la mezquindad y la improductividad social general (18):
Conocí la historia, sin
entenderla bien, la misma mañana en que Montes vino a contarme que había
tratado de robarme, que me había escondido muchas jugadas del sábado y del
domingo para bancarlas él, y que ahora no podía pagar lo que le habían ganado.
No me importaba saber por qué lo había hecho, pero él estaba enfurecido por la
necesidad de decirlo, y tuve que escucharlo mientras pensaba en la suerte, tan
amiga de sus amigos, y sólo de ellos, y sobre todo de no enojarme, que a fin de
cuentas si aquel imbécil no hubiese tratado de robarme, los tres mil pesos
tendrían que salir de mi bolsillo. Lo insulté hasta que no pude encontrar
nuevas palabras, y usé todas las maneras de humillarlo que se me ocurrieron hasta
que quedó indudable que él era un pobre hombre, un sucio amigo, un canalla y un
ladrón (19)
Notas
(16) Jorge Ruffinelli: “La
ocultación de la historia en Para esta noche de Juan Carlos Onetti”, en Nueva
Narrativa Hispanoamericana, III, núm. 2 (setiembre de 1973).
(16 bis) A partir del
golpe de Estado del general Uriburu, la vida política argentina continúa
empeorando. Entre 1930 y 1943 -la elocuentemente llamada “década infame”- el
gobierno conservador multiplica sus atentados contra las libertades
democráticas. Esta situación se prolonga a partir de junio de 1943, cuando se
produce un nuevo golpe de Estado luego del cual Perón pasó a ocupar importantes
funciones. Es en ese clima de autoritarismo y censura donde aparece El perro
tendrá su día, cuyo título es considerado como un desacato y una amenaza
velada al nuevo régimen. Variante, de alguna manera, del conocido refrán “a
cada chancho su San Martín”, termina por ser sustituido.
(17) Esbjerg, en la
costa, en Cuentos completos, p. 39.
(17 bis) Cf. al
respecto los penetrantes análisis de Mario Benedetti en El país de la cola
de paja, especialmente el segundo capítulo donde se define con más especificidad
a la “cola de paja” como una verdadera “antesala de la cobardía”. (Bolsilibros
Arca, 1960, p. 177).
(18) Peter Turton, “Las permutaciones
de la desgracia o Esbjerg, en la costa de Juan Carlos Onetti en Revista
canadiense de estudios hispánicos, Vol, VIII, nº 1, Otoño 1983.
(19) Esbjerg, en la costa, en Cuentos completos, p. 34.
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