¡Oh lámparas de fuego,
en cuyos resplandores
las profundas cavernas
del sentido
que estaba oscuro y
ciego,
con extraños primores
calor y luz dan junto a su
Querido!
DECLARACIÓN
39 / Y
un poquito de esto que Dios obra en el alma en este ocio santo y soledad es
inestimable bien, a veces mucho más que el alma ni el que la trata pueden
pensar; y, aunque entonces no se echa tanto de ver, ello lucirá a su tiempo. A
lo menos lo que el alma podía alcanzar a sentir es una enajenación y extrañez,
unas veces más que otras, acerca de todas las cosas, con inclinación y soledad
y tedio de todas las criaturas del siglo, en respiro suave de amor y vida en el
espíritu. En lo cual todo lo que no es esta extrañez se le hace desabrido,
porque, como dicen, gustando el espíritu desabrida es toda carne.
40 / Pero los bienes que esta callada comunicación y contemplación deja impresos en el alma, sin ella sentirlo entonces, como digo, son inestimables, porque son unciones secretísimas, y por lo tanto delicadísimas, del Espíritu Santo, que secretamente llegan en el alma a llenarla de riquezas, dones y gracias espirituales, porque, siendo Dios el que lo hace, hácelo no menos que como Dios.
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