EL
HÉROE COMO TOTALIDAD DE SENTIDO
Acto,
confesión, autobiografía, héroe lírico, biografía, situación, carácter, tipo,
personaje, hagiografía. (12)
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El autor, al crear al
héroe con su vida, se orienta a los mismos valores en medio de los cuales vive
la vida su héroe. Por principio, el autor no es más rico que su héroe y no
dispone de momentos excedentes y transgredientes para la creación que no
poseyera el mismo héroe para con su vida; el autor en su obra solamente
continua aquello que ya existe en la misma vida de los héroes. Aquí no existe
una oposición fundamental del punto de vista estético al punto de vista existencial,
no hay diferenciación: la biografía es de carácter sincrético. El autor sólo ve
en su personaje y quiere para él aquello que el mismo héroe ve y quiere para sí
en su vida. El personaje vive sus aventuras con interés y el autor en su
representación se deja llevar por el mismo interés por la aventura; el
personaje actúa con un heroísmo intencionado, y el autor le confiere heroicidad
desde el mismo punto de vista. Los valores que mueven al autor en su
representación del personaje y sus posibilidades interiores son los mismos que
dirigen la vida del personaje, porque su vida es directa e ingenuamente
estetizada (los valores rectores son de carácter estético o, más exactamente sincréticos),
y en la misma medida es directa e ingenuamente sincrética la obra del autor
(sus valores no son de carácter netamente estético, no se oponen a los valores
de la vida, o se a los valores ético-cognoscitivos), el autor no es artista
puro como el héroe no es sujeto puramente ético. El autor como artista cree en
las mismas cosas en las que cree su personaje; lo que este considera bueno, lo
mismo considera el autor, sin oponer al héroe su bondad meramente estética;
para el autor, el personaje no sufre el fundamental fracaso semántico y, por
consiguiente, no ha de ser salvado en un camino de valores totalmente diferente
y transgrediente a toda su vida. El momento de la muerte del héroe se toma en
cuenta pero no le quita el sentido a la vida, por no ser el apoyo básico de la
justificación extrasemántica; la vida, a pesar de la muerte, no requiere de un
valor nuevo, sólo debe ser recordada y fijada tal como había transcurrido. De
esta manera, en la biografía el autor no sólo está de acuerdo con el personaje
en sus creencias, convicciones y amores, sino que se guía en su creación
artística (sincrética) por los mismos valores que el héroe en su vida estética.
La biografía es el producto orgánico de las épocas orgánicas.
En la biografía el autor es ingenuo, está emparentado con el personaje, pueden intercambiar sus lugares los dos (de allí que aparezca la posibilidad de coincidencia personal en la vida, es decir, el carácter autobiográfico). Por supuesto, el autor como momento de una obra literaria jamás coincide con el personaje, ellos son dos, pero entre ambos no existe una oposición fundamental, sus contextos valorativos son homogéneos, el portador de la unidad de la vida que es el héroe y el portador de la unidad de la forma que es el autor pertenecen a un mismo mundo valorativo. El autor como portador de la unidad formal conclusiva no se ve obligado a vencer una resistencia netamente vital (ético-cognoscitiva) y semántica del personaje; este en su vida está poseído valorativamente por el posible autor: el otro. Ambos, el héroe y el autor, son otros y pertenecen a un mismo mundo autorizado y valorativo de otros. En la biografía no salimos fuera de los límites del mundo de los otros; tampoco la actividad creadora del autor nos hace rebasar estos confines: toda actividad está incluida en el ser de la otredad, es solidaria con el héroe en su pasividad ingenua. La creación del autor no es acto sino ser, y por lo tanto no está asegurada y padece de necesidad. El acto biográfico es un poco unilateral: hay dos conciencias pero no dos posiciones valorativas, dos hombres, pero no un yo y otro, sino dos otros. El carácter fundamental de la otredad del héroe no está plasmado; la tarea de un rescate extrasemántico del pasado no se ha planteado en toda su forzosa claridad. Aquí se da el encuentro de dos conciencias, pero las dos están de acuerdo, y sus mundos valorativos casi coinciden, no existe un excedente básico en el mundo del autor; no hay una autodeterminación fundamental de dos conciencias enfrentadas (una, la pasiva, en un plano vital, otra, la activa, en un plano estético).
Por supuesto que en el fondo también el autor de biografía vive gracias a la no coincidencia consigo mismo y con su personajes, no se entrega plenamente a la biografía conservando una escapatoria interior más allá de las fronteras de la dación y permanece vivo, desde luego, gracias a ese excedente suyo con respecto a ser como dación, mas el excedente no encuentra una expresión positiva en la biografía misma. Pero siempre se da una cierta expresión negativa; el excedente del autor se transfiere al héroe y su mundo y no deja que se los cierre ni se los concluya.
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