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PETER BROOK - EL ESPACIO VACÍO (74) Arte y técnica escénica

 EL TEATRO INMEDIATO (27)

  

Entre las diferentes palabras que el idioma francés tiene para designar al público, al espectador, hay una que sobresale, que se diferencia en calidad de las demás. Assistance: j’assiste a une piéce, es decir, asisto al teatro. La palabra, sencilla, es la clave. El actor prepara, entra en un proceso que puede quedar exánime en cualquier momento. Emprende la tarea de captar algo, de encarnarlo. En los ensayos, el vital elemento de asistencia proviene del director, que está allí para ayudar. Cuando el actor se halla ante el público comprende que la transformación mágica no se realiza mediante la magia. Cabe que los espectadores claven la mirada en el espectáculo, a la espera de que el intérprete haga todo el trabajo y, ante esa pasividad, es posible que el actor no ofrezca más que una repetición de ensayos. Esa sensación le turba profundamente, pone toda su voluntad, integridad y ardor para que su trabajo sea vivaz, y aun así algo le falla. Habla de un público “malo”. De vez en cuando, en lo que llama una “buena noche”, encuentra un público que por casualidad pone un activo interés en su labor: ese público le asiste. Con esa asistencia, la de ojos, deseos, goce y concentración, la repetición se convierte en representación. Entonces esta última palabra deja de separar al actor del público, al espectáculo del espectador; los abarca, y lo que es presente para uno lo es asimismo para el otro. También el público ha sufrido un cambio. Ha llegado de la vida exterior, que es esencialmente repetitiva, a un lugar en que cada momento se vive con mayor claridad y tensión El público asiste al actor y, al mismo tiempo, los espectadores reciben asistencia desde el escenario.

 

Répétition, représentation, assistance. Estas palabras resumen los tres elementos necesarios para que el hecho teatral cobre vida. No obstante, la esencia sigue faltando, ya que esas tres palabras son estáticas, cualquier fórmula es inevitablemente un intento de captar una verdad para siempre. En el teatro, la verdad está siempre en movimiento.

 

Al tiempo que se lee, este libro va ya quedando atrasado. Para mí es un ejercicio, ahora congelado en las páginas. Pero a diferencia de un libro, el teatro tiene una especial característica; siempre es posible comenzar de nuevo. En la vida eso es un mito: en nada podemos volver atrás. Las hojas nuevas no brotan de nuevo, los relojes no retroceden, nunca tenemos una segunda oportunidad. En el teatro, la pizarra se borra constantemente.

 

En la vida cotidiana, “si” es una ficción; en el teatro “si” es un experimento.

 

En la vida cotidiana, “si” es una evasión; en el teatro, “si” es de verdad. Cuando se nos induce a creer en esta verdad, entonces el teatro y la vida son uno. Se trata de un alto objetivo, que parece requerir duro trabajo.

 

Interpretar requiere mucho esfuerzo. Pero en cuanto lo consideramos como juego, deja de ser trabajo.

 

Una obra de teatro es juego.

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