EL TEATRO INMEDIATO (26)
Repetition (ensayo),
representation, assistance (público). La primera evoca el aspecto
mecánico del proceso. Semana tras semana, día tras días, horas tras hora, la
práctica perfecciona. Fatiga, duro trabajo, disciplina, monotonía, que conducen
a un buen resultado. Como sabe todo atleta, la repetición origina cambio: con
la mira puesta en un objetivo, llevada por la voluntad, la repetición es
creadora. Hay cantantes de cabaret que practican una nueva canción durante un año
o más antes de aventurarse a interpretarla en público, canción que luego quizá
la cantan durante cincuenta años. Laurence Olivier repite para sí una y otra
vez los versos hasta que los músculos de su lengua le obedecen por entero, y
así logra una total libertad. Ningún payaso, ningún acróbata, ningún bailarín pondría
en tela de juicio que la repetición es el único modo de dominar ciertos
ejercicios, y quien rechaza la repetición sabe que automáticamente tiene
vedadas algunas zonas expresivas. Al mismo tiempo, la palabra repetición carece
de encanto, es un concepto sin viveza, que de inmediato se asocia con un
término de carácter “mortal”. Repetición es la serie de lecciones de piano de
nuestra niñez, con la consabida práctica de la escala; repetición es la gira de
la comedia musical, con su decimoquinto reparto, ofreciendo gestos y
expresiones que por el uso han perdido su sabor; repetición es lo que lleva a
todo lo que carece de sentido en la tradición teatral: los destructores efectos
que produce una obra largo tiempo en cartel, las suplencias de papeles en los
ensayos, todo lo que aborrece el actor sensible. Estas imitaciones de papel
copia de carbón no tienen vida.
La repetición niega lo
vivo, como si una sola palabra nos mostrara la esencial contradicción de la
forma teatral. Para evolucionar hay que preparar algo y esa preparación a
menudo exige volver una y otra vez sobre lo mismo. Completada, necesita que se
vea y evoque una legítima exigencia a repetirse de nuevo. ¿Cómo reconciliar
esta contradicción? La palabra francesa représentation (interpretación)
contiene una respuesta. Una representación es el período de tiempo en que algo
se representa, en que algo del pasado se muestra de nuevo, en que es ahora algo
que fue.
La representación no es
imitación o descripción de un acontecimiento pasado. La representación niega el
tiempo, anula esa diferencia entre el ayer y el hoy. Toma la acción de ayer y
la revive en cada uno de sus aspectos, incluyendo su inmediación. En otras
palabras, la representación es lo que alega ser: hacedora de presente. Vemos
que esta cualidad es la renovación de la vida, negada por la repetición, y ello
puede aplicarse tanto a los ensayos como a la interpretación.
El estudio de lo que esto significa exactamente nos abre un rico campo de investigación. Nos obliga a considerar qué significa la acción viva, qué constituye un verdadero gesto en el inmediato presente, qué formas adopta la impostura, qué es parcialmente vivo, qué es artificial por completo, hasta que poco a poco comenzamos a definir los factores efectivos que hacen tan difícil el acto de la representación. Cuanto más investigamos, más claramente vemos que se requiere algo más para que una repetición pase a ser representación. Convertir en presente no acaece porque sí, requiere una ayuda. Dicha ayuda o siempre se encuentra a mano y, sin embargo, sin ella no es posible la conversión en presente. Nos preguntamos cuál puede ser ese necesario ingrediente, al tiempo que observamos afanarse a los actores en las penosas repeticiones del ensayo. Nos damos cuenta de que su trabajo carecería de sentido en un vacío. Ahí encontramos una pista, que nos lleva a la idea de un público; comprendemos que sin público el trabajo no tiene objetivo ni sentido. ¿Qué es el público?
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