La
sincronicidad es un concepto desarrollado por Carl Gustav Jung que en las
últimas décadas ha cobrado popularidad entre comunidades espirituales y entre
usuarios de drogas psicodélicas, si bien ha sido considerado poco científico
por la ciencia mainstream. Se podría decir que la sincronicidad
es el fruto de una larga reflexión que culmina en la noción de una
"coincidencia significativa acausal", coincidencia que está sustentada
"en un fundamento arquetípico" o, también, una relatividad
o correspondencia entre la psique, el espacio y el tiempo. Jung notó que
la física cuántica había dado al traste con el concepto de causalidad o
determinismo (véase el principio de incertidumbre de Heisenberg) y lo
mismo podía aplicarse psicológicamente. A su vez, un poco de la misma
forma que Einstein notó que el tiempo y el espacio no eran dos cosas
realmente separadas, Jung, quien creía que la psique era la realidad primordial,
entendió que el tiempo y el espacio existen siempre en relación a la psique,
como un continuo. En su ensayo Sincronicidad, Jung añade que la
sincronicidad es una "diferenciación moderna del concepto
obsoleto de correspondencia, simpatía y armonía", ya que está
basada en observaciones empíricas, como es el caso de los estudios
parapsicológicos de J. B. Rhine, los cuales Jung reseña en el mismo libro.
Otra
forma sumamente interesante de entender la sincronicidad -que hoy en el
lenguaje coloquial se entiende como una conexión entre la mente y el
universo que produce asombro y significado- es como "un acto de creación
en el tiempo", según las propias palabras de Jung:
Es sólo la creencia atávica en el poder soberano de la
causalidad que crea dificultades intelectuales y hace parecer impensable que
eventos sin causa existan o puedan existir. Pero si es que lo hacen, debemos
considerarlos como actos creativos, como la continua creación de un patrón que
existe desde la eternidad, que se repite esporádicamente, y no se deriva
de ningún antecedente conocido... La creación continua debe pensarse no como
una serie de actos sucesivos de creación, sino como la eterna presencia de un
único acto creativo.
El
pensamiento de Jung es sumamente complejo y no puede decodificarse en unos
pocos párrafos (su obra completa es de más de 30 tomos, para darnos una
idea). Dicho eso, es importante mencionar que para Jung la psique era una
entidad viviente que abarca todo lo que podemos ver -el mundo material- y mucho
más. No sería exagerado decir que para este psiquiatra y psicoanalista, el
inconsciente es tan vasto como la materia oscura del universo (por usar u símil
actualizado). "La psique", escribió Jung, "es un mundo
fenoménico en sí mismo, y no puede reducirse al cerebro o a la
metafísica". "Para mí, la psique es un fenómeno casi
infinito". La psique tenía para Jung un poder "creativo
divino", y así, la historia y los eventos que nos encontramos en el tiempo
son realmente los encuentros que tiene la psique consigo misma, con su
imaginación y su fantasía. Llega a ocurrir que la psique se desdobla, "se
imagina cosas fuera de su cuerpo"; la "realidad" se vuelve
tan "arquetípica como la fantasía humana". Con esto podemos
entender esta idea de la "creación continua" como una producción de
sincronicidad, la irrupción de patrones desde la eternidad que, cuando los
notamos, se vuelven "significativos", se vuelven
sincronicidades. Sincronicidad: notar (e incluso disolverse) en la
eterna presencia de un único acto creativo.
Con
esto podemos ahora revisar los tipos de sincronicidad que Jung distingue:
1. La coincidencia de un estado psíquico en el observador
con un evento simultáneo, objetivo y externo que corresponde con el estado
psíquico o contenido, en la cual no hay evidencia de una conexión causal entre
el estado psíquico y el evento externo, y en el cual, considerando la
relatividad psíquica del tiempo-espacio, tal conexión no es ni siquiera
concebible. (El ejemplo dado es el de la paciente que estaba relatándole haber
soñado con un escarabajo dorado y en ese momento apareció un escarabajo en
la ventana).
2. La coincidencia de un estado psíquico con un evento
externo correspondiente (más o menos simultáneo) que sucede más allá del campo
de percepción del observador y que no puede verificarse en ese momento (por
ejemplo, la visión que tuvo Swedenborg del incendio de Estocolmo).
3. La coincidencia de un estado psíquico con un evento
futuro aún no existente, distante en el tiempo, que sólo puede ser verificable
en el futuro (por ejemplo, un sueño premonitorio).
Así
tenemos estas tres clases generales para los eventos de sincronicidad, una
versión bastante sofisticada para entender eventos que vulgarmente se conocen
como paranormales o psíquicos. Le debemos a Jung crear un modelo que quizás ha
sido descartado demasiado pronto por la ciencia, ya que entra en conflicto con
el dogma de que la realidad es independiente de la psique. No nos extrañaría
que en décadas futuras o incluso siglos, el pensamiento de Jung pueda realmente
ser apreciado y continuado.
(pijamaSURF / 22-3-2018)
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