1ª edición en formato papel: Eterno Femenino / México / 2020
1ª edición virtual: elMontevideano Laboratorio de Artes / 2020
Ilustración de portada:
Mariano
Rodríguez (1912-1990), Cuba.
Gorriones
vuelan
Moviendo el
ancho cielo
El aire es
sombra.
Quietas
montañas
Perdiendo
piedras polvo.
Que ya no
vuelven.
Los pastos
dejan
Su verdor su
rocío.
Los huesos
quedan.
Contempla el
aire
Que pasa sin
pasar
Así tu sombra.
Mira sin ver
Los colores
del viento:
Qué blanca
sed.
Hojas tan
breves
En el jardín
respiran
El aire verde.
Mano que es
tiempo
Mirada que es
espacio:
Siempre
temblamos.
Mira la altura
De un grano de
arena
¿No sientes
vértigo?
El árbol canta
Cuando el
pájaro muere:
¿Quién más lo
hará?
Llegan las
lluvias
Entre fibras
de otoño
Seco está el
cielo.
Hay restos de
sol
Entre baldosas
rotas
Que alguien
camina.
La ciudad
tiembla
Torres y
templos crujen
Y un niño
canta.
Dime ¿quién
oye
Esas negras
campanas
¿Solo metal?
Blancos insectos
Mastican otros
cuerpos:
El sol
esplende.
Un claro trazo
De veloz
mariposa:
El aire vuela.
Llega la noche
Con su nuevo
silencio
Que nadie
entiende.
Verde es el
fuego
Que en el
pasto ya enciende
La lagartija.
Canta aquel
pájaro
La verdad de
su nombre:
Nadie
comprende.
Un viento
enfermo
Invade los
jardines
Ensucia y
pasa.
Hormigas
mueren
En rumbos
solitarios:
Sed o fatiga.
Las jacarandas
Extienden su
color:
Es otro cielo.
Baja la niebla
En mitad de
este día.
La noche
espera.
El sol se
mueve
Entre hilachas
de espuma
Nadie lo mira.
Un astro
escapa
En la noche
invisible:
Tú sólo
duermes.
Gritan los
perros
Hacia un fondo
intangible.
Y un mundo
nace.
Entre los árboles
Frutos de
flamboyán
Como astros
rotos.
Verdes raíces
Ramas de sutil
hierba
Están ahí.
Alguien
respira
Átomos
polvorientos.
Respira y
canta.
Un viejo
pájaro
Cae entre
plumas negras:
Simple es
morir.
¿Dónde el
misterio
de los astros viajeros?
Aire y
silencio.
Los negros
pinos
Encierran su
alto cuerpo
En aquel
viento.
Fiebre en el
aire
De veloz
primavera.
Ya nadie
canta.
La golondrina
Llegando de
otros vuelos
Aquí respira.
Moscas
perdidas
En el aire
dorado:
Monedas
negras.
Insectos pasan
Sin alas y sin
canto
Hasta morir.
Tallos oscuros
Verticales y
solos
Sin cesar
tiemblan.
Las
golondrinas
Procuran otro
cielo
Sin luz ni
sombra
Rumbo en las
hierbas
Pies zapatos
sandalias
Así lo tejen.
Ciudad sonora
A golpes de
silencio
Solos
marchamos.
Tu boca
tiembla
Otra vez en la
noche
Alguien
vendrá.
Bebe del aire:
Nubes y flores
forman
Su copa
inmensa.
El sol emerge
De pálidas
fronteras
Moneda de oro.
Todo es
silencio
En praderas
lejanas
Y el viento
pasa.
Flor de cerezo
Se destruye
muy sola
Este verano.
Lámpara brilla
Y lo oscuro
respira
En frágil
noche.
Mira el verano
Sus temblores
En altas
ramas.
Nieblas
avanzan
Como tenues
ejércitos
En la
oscurana.
Las golondrinas
Cruzan el seco
aire:
Invierno
lejos.
Arroyos viven
Las profundas
espumas
Solas
estallan.
Colores giran
En planetas de
polvo:
Solo es el
aire.
Huye el
perfume
Hacia flores
lejanas
Todo es
oscuro.
Hormigas
cantan
Debajo de la tierra
¿Tú las
escuchas?
Mira tus pies
Cómo pisan
basura
En su camino.
Arriba el
otoño
Todas las
hojas saben
Que morirán.
Tiembla el
silencio
Como una rosa
sombra
En la pared.
Nombrar la
sombra
Tocar todo
silencio
¿Y la palabra?
Llueve otra
vez
Se derrumba el
verano
Somos el agua.
Rostros y
signos
Se mezclan en
el aire
Y nada vemos.
Sol silencioso
Con sus
fotones muertos
¿Dónde la
sombra?
Lo quieto baja
Lo frágil se
endurece
Las manos
callan.
Fuego en el
aire
También en la
ciudad
Humo perdido.
Rotas figuras
Entre nubes
crecen
Cielo de
sangre.
Tú nada más
Con sandalia
desnuda.
Y un sol
vacío.
Gritan
blasfemias
Aúllan
inmundicia
No escuches:
canta.
Poderes crujen
Los misiles
trabajan:
Respira y canta.
Regresa el
viento
Por las calles
vacías:
Soledad sola.
Invierno
blanco
En el oscuro
cielo:
La altura
existe.
Un perro solo
Con sus lentos
ladridos
Busca el
silencio.
Hojas
marchitas
Pasan por el
sendero
Desnudo y
seco.
Bocas se cierran
Cantaron su
canción:
Saben morir.
Pájaros
duermen
Entre sus
plumas muertas.
Nadie los
mira.
Las
golondrinas
Han perdido su
nombre:
Frío es el
viento.
Las mariposas
Con sus alas
de sangre
En el ocaso.
Nada se acerca
Porque nada se
aleja:
Lo quieto
muere.
Astros
palpitan
Como pechos
partidos
Por duros
hielos.
Negros
cipreses
Y robles
invencibles
Serán ceniza.
Hormigas
sufren
Trabajan bajo
un sol
Que no
perdona.
Sombras sin
cuerpo
Morosas se
desplazan
Hacia la nada.
No sopla el
viento
Con idéntica
fuerza
Dos veces
nunca.
Aguas del
cielo
Y nubes sin
destino
Y tierras
secas.
Los pueblos
gimen
Sufrientes
como sueños
Muertos sin
fin.
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