martes

MARCELO SOSA GURIDI / EXCLUSIVO DESDE ESPAÑA


DIARIO DE VIAJE A SORIA


PRIMERA ENTREGA


UNO


LA RUTA A CASTILLA


Lo primero que veo al bajar del avión (además de la versión española de burocracia aeroportuaria), es un mural enorme de Guayasamín. Para un americano del sur, de América Lapobre, como decía Wimpi, llegar y encontrarse con eso es un lindo recibimiento. Uno sabe o intuye que no debe confiar en bienvenidas, pero es una linda forma de llegar.


Luego las bienvenidas que importan, la de Manuel, para empezar. Manuel Madrid es la causa por la que llegué a España: me invitó a participar en las Jornadas de Música y Poesía “Amor se escribe con sangre”. Gran músico y mejor persona, Manuel.

Luego la ruta. Castilla es seca y arisca. No me causaría sorpresa la visión anacrónica del Cid cabalgando a la vera de esa ruta. Seguro tendría problemas con la guardia civil. Bueno, hablando de eso, llegando a Medinaceli tuve mi primer encuentro cercano. Con la guardia civil, no con el Cid, aunque probablemente estuviera donde se gestó. El Cid, no la guardia civil. Nos pararon para pedir documentos y mi acento uruguayo contrastaba demasiado con el pasaporte español. Y por qué pasaporte. Y dónde se queda. Y cuánto. Después de un rato bastante largo, la ley y el orden decidió que no era un enviado del Pepe ni de Manuela y me devolvieron el pasaporte y nos dejaron seguir.


DOS


DE MEDINACELI A SORIA


Dicen que Medinaceli fue la cuna literaria del Cid. También es testigo de la vieja Hispania, y también fue plaza árabe. Para mí, desde el aeropuerto, fue el primer lugar que pisé de Castilla (bueno, el segundo si tomamos en cuenta el desayuno, de gran valor nutritivo pero escaso valor para este remedo de crónica), y fue tomar consciencia de que ese nombre que figuraba en los libros de literatura española medieval ahora era para mí una realidad de piedra y niebla. Entramos a una plaza y viajamos en el tiempo de tal manera que encontrar un auto es como encontrar un pendrive en el Coliseo.


Medinaceli tiene una puerta al cielo. Entrar por esa puerta es entrar al mundo que sólo está en los libros.


Cuando llegamos a Soria era inevitable parar a tomar otro café. No caía todavía en la idea de que estaba caminando las mismas calles que Machado, Gerardo Diego y Becquer. 

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Google+