¡Oh lámparas de fuego,
en cuyos resplandores
las profundas cavernas
del sentido
que estaba oscuro y
ciego,
con extraños primores
calor y luz dan junto a
su Querido!
DECLARACIÓN
13
/ Para entender bien cómo sea este hacimiento de
sombra de Dios u obumbraciones de grandes resplandores -que todo es uno-, es de
saber que cada cosa tiene y hace la sombra conforme al talle y propiedad de la
misma cosa. Si la cosa es opaca y oscura, hace sombra oscura, y si la cosa es
clara y sutil, hace la sombra clara y sutil; y así la sombra de una tiniebla
será otra tiniebla al talle de aquella tiniebla, y la sombra de una luz será
otra luz al talle de aquella luz.
14
/ Pues, como quiera que estas virtudes y
atribuciones de Dios sean lámparas encendidas y resplandecientes, estando tan
cerca del alma como habemos dicho, no podrán dejar de tocarla con sus sombras,
las cuales también han de ser encendidas y resplandecientes al talle de las
lámparas que las hacen, y así estas sombras serán resplandores. De manera que,
según esto, la sombra que hace al alma la lámpara de la hermosura de Dios será
otra hermosura al talle y propiedad de aquella hermosura de Dios, y la sombra
que le hace la sabiduría de Dios será otra sabiduría de Dios al talle de la de
Dios, y así de las demás lámparas; o, por mejor decir, será la misma sabiduría y
la misma hermosura y la misma fortaleza de Dios en sombra, porque el alma acá
perfectamente no lo puede comprender. La cual sombra, por ser ella tan al talle
y propiedad de Dios, que es el mismo Dios en sombra, conoce bien el alma la
excelencia de Dios.
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