A
la memoria de María Cristina Díaz Marrero
Milagrosamente Cristina logra escapar de
la redada. Por un momento le parece como que no la vieran, como que está
envuelta por un halo invisible ya que blandiendo sus garrotes los soldados
pasan corriendo a su lado sin detenerse. Mira hacia atrás y comprende: están
concentrados en llegar al portón de la textil para apresar a los que están
adentro y eso le permite correr hasta una esquina, pero cuando va llegando a
ella unos policías comienzan a seguirla. Producto de los golpes y de los gases
está débil, le cuesta avanzar, pero igualmente lo hace, aunque le parece que
sus piernas funcionaran en cámara lenta y que los agentes están cada vez más
cerca. Se desvía por la calle pero a determinada altura se da cuenta que está
cerrada en su extremo y que no hay escape posible. Pero cuando creía que ya
estaba todo perdido, una mujer abre la puerta de su casa y la hace entrar.
-No te preocupes, acá estás a salvo –le
dice-, en el barrio todos estamos con los huelguistas, quedáte tranquila.
Entre las rendijas de la persiana ven
pasar a los agentes que comentan desconcertados que no saben adonde la muchacha
pudo haberse metido. Luego de recorrer varias veces la calle de arriba para
abajo se marchan y la mujer le dice a Cristina que se ponga cómoda, que puede
quedarse todo el tiempo que sea necesario. Y agrega que va a aprontar un mate.
Más serena, Cristina mira su entorno. Es una vivienda humilde. La preside una
imagen de Cristo con el corazón abierto, bajo la cual hay una mesa con prendas
y retazos de cuero.
–Llamame Coca. Yo trabajo a destajo para
una fábrica de la zona y hago changas de limpieza –le dice con calidez a la
muchacha.
Es una mujer veterana, su rostro,
surcado por arrugas, revela una vida de privaciones y sacrificios, que sin
embargo no le han impedido disfrutar de la vida. Ama conversar. Y lo hace sin parar.
-Jorge, mi hijo también está ocupando.
Vive conmigo y trabaja en CUTSA. Allá no están reparando ni sale ningún coche,
ni en la línea A ni en la D, ni en las Oficinas Centrales de la calle
Larrañaga, adonde ni siquiera están abriendo los portones; el sindicato viene
cumpliendo, aunque corre la voz de que los milicos quieren obligar a los dueños
a que conduzcan con custodia armada. ¡Dios quiera que no pase nada y todo sea
para bien! –exclama Coca, haciendo la señal de la cruz.
Mientras sirve un mate, agrega que la
casa es alquilada, pero que tiene la esperanza de comprar, lo que mejoraría el
presupuesto familiar, pero que le preocupa su hijo que tiene más de 30 años y
continúa soltero y que no dice nada de formar familia, entre muchas otras
historias domésticas. Después de un tiempo prudencial, Cristina decide
marcharse. Coca le dice que ella también va a salir, que piensa ir hasta la
Iglesia, adonde quedó en encontrarse con mujeres que trabajan en las fábricas
en el caso de que la zona estuviera cercada y debieran escapar de la
persecución y que además está prevista una misa de condena a la represión. La
joven estudiante, luego de despedirse, emocionada, de Coca y de prometerle que
volverá a visitarla, dirige sus pasos al local sindical, en donde espera
encontrar a Magdalena. Pero el lugar está rodeado de militares que impiden la
entrada. Y con un grupo de trabajadores que observa desde una esquina hace
correr la voz entre los que van llegando, de que hay que concentrarse en la
zona de las viviendas, para decidir en asamblea, cómo continuará la protesta. Y
así, eludiendo la represión, en parejas o en grupos, la gente se dirige a ellas
y comienza a agruparse. El estado de los manifestantes es de excitación. La
violencia, lejos de amilanar a la gente, ha fortalecido el rechazo al régimen y
la decisión de lucha. Los que van llegando son recibidos con aplausos por los
que esperan y entre todos van armado el puzle de lo ocurrido…, que fulano fue
arrestado, que mengano fue golpeado, que perengano fue subido a un camión. Pero
Cristina no logra averiguar lo ocurrido con Magdalena, solamente que la vieron
entrar en la hilandería y que un grupo de ocupantes fue interrogado en la zona
de las piletas. Queda preocupada. Poco a poco se va congregando una
muchedumbre, sobre la que ondea una bandera uruguaya y otra de la CNT. Un grupo
de trabajadores porta una enorme pancarta con la consigna “NO AL GOLPE”, la
rescataron de la refriega y la llevan con orgullo, como un trofeo. Asomados a
las ventanas los vecinos aplauden y
corean consignas y subido sobre una explanada arenga un trabajador…
-Ni la clase dominante, ni el imperio
que la apoya, pueden seguir engañando al pueblo, el único argumento que les
queda es la represión, por eso debemos luchar sin tregua…
Las palabras son interrumpidas por el
ulular de sirenas… Pero alzando la voz el dirigente continúa…
-La clase obrera está dando ejemplos de
combatividad… -desde donde está el orador puede ver que la policía se acerca,
pero nada lo arredra… Y continúa:
-Compañeros: no estamos dispuestos a
aceptar dictaduras de ningún tipo, más que nunca luchar es la consigna… ¡Viva
la huelga…!
Los policías se lanzan sobre él y le
impiden continuar. La asamblea es disuelta y la gente corre, entre ellos
Cristina, que con un grupo manifiesta por 8 de Octubre, hasta que nuevamente
avanza la policía. El cartel queda protestando recostado contra un árbol y
también es víctima de los agentes que lo rompen en pedazos. No hay otra
alternativa que “disolverse” y Cristina busca refugio en una calle paralela,
para dirigirse hacia el Centro. Ha decidido ir hasta el Hospital de Clínicas a
que Andrea le vea unos moretones que tiene en el brazo y en la cadera. Sabe que
el trayecto es largo y comienza a recorrerlo, pero se detiene en las esquinas
para mirar hacia 8 de Octubre, que es custodiado por vehículos militares y
policiales, que pasan a gran velocidad. Los moretones le duelen y quisiera
hundirse en los brazos de Juan José. Pensar en él le da fuerzas y le dibuja una
sonrisa que por un segundo la aparta del entorno, seguramente le diría que nada
está perdido, que pese a que las fábricas están siendo desalojadas y a que hay
orden de allanar los sindicatos, que tenga confianza, que la lucha recién
empieza. Durante un largo trecho, mientras camina, siente el amenazante ulular
de las sirenas. Pero en la medida que avanza y poco a poco, el aullido, va
quedando, lánguidamente, atrás.
***
Cae la noche sobre la Plazoleta adonde
convergen Tomás Claramout y Francisco Vázquez Cores. El congelante viento cobra
fuerza en el espacio despoblado, levanta polvareda en las veredas de tierra y
agita los trasparentes que protegen al caserío. Nadie recorre el lugar, cuando
esporádicamente alguien lo cruza, lo hace casi corriendo, con la cabeza gacha y
el abrigo apretado, tratando de dejar atrás las inclemencias naturales, la
desolación y el miedo. Sin embargo, si alguien estuviera vigilando, notaría que
con metódicos intervalos, escurridizas figuras se deslizan entre las penumbras
para luego entrar por un corredor de balastro, protegido por transparentes, que
desemboca en la puerta de una vivienda-taller apenas iluminada por una luz
mortecina. Para el que llega hasta ella es un alivio, atrás quedó por el
momento la desolación y el peligro, solamente le queda llamar a la puerta y
confiar en que nada inesperado haya sucedido. Lo espera además de los
anfitriones, un brasero encendido, en torno del cual calientan sus manos los
que ya han llegado, la mayoría trabajadores, aunque tampoco faltan algún
estudiante, algún comerciante y algún vecino. Los dueños tienen todo pronto
para la reunión, es una pareja que vivió y trabajó desde siempre en las
fábricas de Villa Española, pero que un día logró independizarse y montar el
taller mecánico, que pasó a ser su principal sustento. El drástico cambio no
los alejó de su compromiso social, al que canalizan a través del comité de base
del Frente Amplio y de las comisiones de vecinos, es que tienen internizado que
nada se puede conseguir si no es con militancia y sacrificio. Por eso desde el
golpe de estado la pareja ha puesto a disposición su precario local, aun
conociendo los riesgos. Han juntado ropa y alimentos, han visitado panaderos,
carniceros, feriantes, chacareros, han repartido volantes, han colgado
pancartas e informado de cuanto ocurre a los vecinos y la respuesta ha sido la
mejor, pero ante la imponente ofensiva militar ocurrida a lo largo del día, se hace necesario planificar
la respuesta. Muchas fábricas han sido desalojadas, la represión está siendo
salvaje y los comunicados amenazan con nuevas provocaciones. Por eso es importante encontrarse, evaluar la
situación, informarse y tomar medidas. Solamente falta Carlos que trae
información de lo que ocurre en el resto del país, pero está tardando y por eso
el anfitrión preocupado controla que la contraseña en la ventana esté
correctamente colocada, es una pieza de metal que en el caso de que no
estuviera, significaría que hay peligro. Finalmente los conocidos tres golpes
de Carlos en el vidrio de la ventana acaban con la expectativa.
–No pude venir antes, a duras penas logré
escapar del allanamiento de la sede de la Asociación de la Prensa, adonde
requisaron todo, destruyeron parte del mobiliario y se llevaron a varios
detenidos. Me pasé el día avisándoles a los familiares y al resto de los
compañeros -se justifica.
Los presentes lo reciben con afecto. Lo
conocen en su doble condición de trabajador de la prensa y militante
frenteamplista, pero ahora lo reciben para que les transmita las evaluaciones
de la dirección del Partido Comunista, del cual todos los reunidos son
integrantes. Carlos se sienta sobre un cajón de cerveza, saca de entre sus
ropas un minúsculo papel y antes de comenzar con el informe respira hondamente.
Ha sido un día de muchas tensiones. Tiene enfrente a trabajadores de talleres y
fábricas desocupadas, a curtidos combatientes de mil batallas, que esperan
ávidos lo que llega a transmitir.
–Desde ayer de mañana los lugares de
trabajo más importantes vienen siendo desalojados y las sedes sindicales han
sido allanadas para que no nos podamos reagrupar. En muchos lugares, como por
ejemplo en Alpargatas, los trabajadores han sido violentamente reprimidos. Han
desalojado AMDET, el Zoológico, el Servicio Social. En una cantidad de lugares
están exigiendo la presentación del personal, ustedes lo habrán escuchado, pero
se los leo igual, dan idea de la dimensión de la batalla: AFE,
Telecomunicaciones, Frigonal, Usinas y Limpieza de la IMM, Banca Oficial,
AMDET, Dique Nacional, Pluna, General Electric, Coca Cola, Acodike y como bien
saben, FUNSA. Seguramente ustedes en sus intervenciones enriquecerán este
informe con lo que está pasando en estas zonas. Está claro que desde la mañana
del sábado vivimos a escala nacional una violenta ofensiva en contra de la
clase obrera y el movimiento popular, que demuestra la debilidad del régimen.
Hasta el momento la dictadura no ha conseguido el apoyo de nadie importante y
como contrapartida la Huelga ha concitado el respaldo del más vasto espectro
político y social. La Universidad, las asociaciones profesionales, las
Iglesias, las organizaciones vecinales, etc., han rodeado a la clase
trabajadora, que está siendo el eje de la batalla. Por ejemplo, cuando
desalojaron Cristalerías, los trabajadores marcharon por las calles con
banderas nacionales cantando el himno, acompañados por cientos de vecinos. Y
situaciones similares se vienen repitiendo en todos lados. Por eso, en total
coincidencia con lo que plantea el Frente Amplio y la CNT, el Partido plantea
que ante la ofensiva represiva, por un lado se trata de evitar enfrentamientos,
pero a la primera oportunidad hay que volver a ocupar, junto a todos aquellos
que estén dispuestos a acompañar la lucha. Más allá de lo difícil de la
situación, no podemos aflojar. Hay que afinar los sistemas de información, para
poder actuar en forma coordinada, hay que multiplicar los talleres de impresión,
para reimprimir comunicados, hay que desmantelar las patrañas del enemigo y que
cada lugar de trabajo, cada lugar de estudio, cada barrio, cada casa, se
transforme en una trinchera de lucha. Que ningún uruguayo quede al margen de
esta batalla. En otras palabras la clase obrera y el movimiento popular deben
absorber la ofensiva y pasar al ataque. Por eso, tenemos que salir con planes
bien concretos, en materia de organización, de finanzas, de propaganda, de
movilización… Mañana lunes será un día clave.
Carlos finaliza su informe. Nadie deja de
intervenir, pero hay que terminar la
reunión. Es tarde y afuera el frío arrecia. Igualmente hay que partir y van
saliendo de a uno. Las baldosas humedecidas tamizan los pasos que se alejan.
***
María Micaela Rovira y Roberto Luzardo
acaban de llegar de Punta del Este, adonde iniciaron su luna de miel. Por unos
días piensan quedarse en Montevideo, en casa de la madre de la novia, en
Pocitos, para luego viajar a Buenos Aires y posteriormente a Europa. Silvia
está encantada de tener a su hija a su lado, ya que durante los próximos meses
no la va a ver y por eso ha organizado una reunión íntima, a la que está
invitada Esther Linares y su marido el empresario Daniel Mezzera y el mejor
amigo de su yerno, Miguel Muñoz. No desconoce las enormes diferencias políticas
que hay entre uno y otro, pero confía en que ambos tendrán en cuenta las
circunstancias y no se les ocurrirá enfrentarse, sin embargo los sucesos del
momento surgen imprevistamente, con un inocente comentario de su hija, que
fastidiada, se queja, mientras deja las llaves del auto sobre la mesa:
-Disculpen la demora, pero llevé a las
empleadas a su casa por la falta de transporte y para colmo tuve que hacer una
cola enorme en la Estación para conseguir nafta.
Daniel Mezzera la mira y contesta
displicente:
-No te preocupes, las cosas están por
cambiar. El gobierno emplazó a las cooperativas, sino responden los autobuses
serán conducidos por personal policial.
-Hace días que las viene emplazando y no
veo ningún cambio –interviene Roberto, más por apoyar a su esposa que por otra
cosa. En realidad los asuntos gremiales lo tienen sin cuidado, lo único que le
preocupa es la rentabilidad de sus campos y deja que de todo lo demás se
encarguen sus socios.
-Esta vez es diferente, acabo de
escuchar por la radio que esa tal CNT fue disuelta, que sus locales serán
clausurados y están prohibidos sus actos, reuniones y manifestaciones, pero
además a las Fuerzas Conjuntas se les ha encargado arrestar a los dirigentes, así
que muerto el perro… -se regocija el
empresario mientras saborea una aceituna.
-¿Quiere decir que terminó la huelga?
–pregunta distraída Esther a su marido, a la que tampoco le inquietan demasiado
los temas políticos, salvo cuando éstos invaden la sacrosanta paz de la
Iglesia, como ha venido ocurriendo en su opinión en los últimos tiempos.
Su esposo la mira con fastidio. En su
respuesta hay un rencor concentrado contra su mujer.
-Deberías informarte, no todo es ir a
Misa… Entre ayer sábado y hoy domingo la mayoría de los lugares de trabajo han
sido desocupados y están dadas las condiciones para que mañana lunes 2 de julio
el país retorne a su vida normal.
-¿Y si deciden volver a ocupar?
–interrumpe María Micaela, mientras recuesta su cuerpo al de su esposo con un
vaso en la mano, fingiendo interés.
-Eso no va a ocurrir, en la mayoría de
los casos simplemente ha habido que invitar a los obreros a abandonar las
ocupaciones y lo han hecho sin causar ningún tipo de problemas y sin que haya
sido necesario recurrir a la fuerza, como por ejemplo en mi textil, adonde
estuve hoy de mañana –miente Mezzera.
-¿Y los que se resistan? –sondea con
cuidado Miguel Muñoz.
Roberto lo mira, lo conoce bien y por el
tono de su voz se da cuenta que su amigo está fastidiado
-Es de esperarse que no sea necesario
tomar medidas. En todo caso, los que no se reintegren a trabajar seguramente
serán destituidos y no será responsabilidad de las Cámaras ni del Gobierno.
Pero no creo que sea necesario, en los procedimientos y desocupaciones, el
personal de cada empresa ha colaborado completamente, porque al final entendió
que está siendo manipulado por intereses subalternos. Por fin comprendieron que
los dirigentes usaron las organizaciones sindicales con fines ajenos a su razón
de ser y que la CNT se ha burlado del pueblo para debilitarlo y dominarlo y por
esa razón es que ha sido disuelta.
-¿Y qué va a pasar con los sindicatos de
ahora en adelante, porque si no me equivoco su funcionamiento está amparado por
la Constitución? –interviene Roberto provocador, en apoyo de su amigo.
-No sé. Pero estoy convencido que la
masa trabajadora debe adoptar sus propias decisiones y librarse del sentimiento
de rebaño inculcado por falsos dirigentes, que responden a ideologías e
intereses antinacionales.
-¿No le parece lógico que la clase
trabajadora se esté expresando a través del único instrumento con que cuenta,
como lo es la fuerza gremial, como reacción a lo que ha ocurrido en el plano
institucional, sobre todo teniendo en cuenta las tradiciones democráticas del
país? –vuelve a intervenir Miguel.
-Creo que hay que desterrar el insidioso
concepto de que en Uruguay hay una “clase trabajadora”, ese es un cimiento de
odio inspirado en el caos de la lucha de clases –responde con hostilidad
Mezzera.
-Si hay una Central sindical es porque
existe una clase trabajadora… -se burla Miguel.
El empresario deja pasar el sarcasmo. Y
agrega:
-Ha sido notoria la inconducta de la
CNT. Pese a los esfuerzos del gobierno por conseguir la normalización por la
vía del razonamiento pacífico, prefirió desafiar al poder legítimo, al que ha
pretendido impedirle ejercer sus competencias legales y constitucionales…
-elevó la voz el empresario.
Miguel no puede contenerse:
-Es inaceptable que Ud. diga que
Bordaberry defiende a la Constitución y a las Instituciones, cuando en realidad
las está pisoteando…
-Por mi parte estoy totalmente de
acuerdo con lo que viene haciendo –responde Mezzera.
-¿No le preocupa que llegue el momento
que, por este camino, las Fuerzas Armadas no puedan mostrar públicamente su
uniforme, como les está pasando a sus colegas en la Argentina? –ataca Muñoz
-Para nada. Lo que están haciendo
responde a las más arraigadas convicciones orientales y gracias a ellas de nada
van a servir las maniobras de los que sueñan con modelos socializantes o
comunizantes. No tienen ni tendrán suerte –contesta el empresario.
Muñoz prefiere no responder. Piensa que
no vale la pena, sabe que su interlocutor no hace otra cosa que repetir lo que
dicen los voceros del régimen, pero además que es conocido a nivel popular como
un corrupto que integra un grupo financiero que viene siendo denunciado por
haber trasladado a una colateral millones de dólares. No vale la pena discutir, además mucho tiene
para planificar para los próximos días en Colonia, para adonde piensa viajar a
primera hora de la mañana, para organizar la resistencia al régimen, tal como
lo pidió Wilson Ferreira. Pero en lo inmediato, al igual que a gran parte del
país, la pregunta que lo agobia es ¿qué pasará mañana lunes con la Huelga
General?
-¿Vieron que por el Uruguayo,
Peñarol le ganó 2-0 a Villa Española? -intenta distender Roberto.
-Vi. Pero yo soy blanco y de
Nacional -responde en forma escueta Miguel Muñoz.
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