por Carlos Marcos
Al final del breve texto se intuye
que Bob Dylan está en el
mundo en el que vivimos todos. “Manteneos a salvo”, dice. Aunque luego se sale
del carril: “Manteneos atentos y que Dios esté con vosotros”. ¿Atentos? Parece
que el legendario músico se ha enterado de que hay un virus que está masacrando
al planeta. Después de todo, le está impidiendo lo que más le gusta en este
mundo, ofrecer conciertos. El texto lo publicó hace unas horas en su cuenta de
Twitter. Es breve. Dice así: “Gracias a mis seguidores por vuestro apoyo y lealtad durante
todos estos años. Esta es una canción inédita que grabamos hace un tiempo y que
os puede resultar interesante. Manteneos a salvo, manteneos atentos y que Dios
esté con vosotros”.
“¿Os puede resultar Interesante?”.
Mientras las estrellas de la música están atiborrando sus cuentas de Instagram
con conciertos acústicos trufados de chascarrillos, o componiendo temas que
cuando se acabe la pandemia se olvidarán, Dylan (Minesota, EE UU, 78 años)
ofrece la pieza más monumental de su carrera, por duración, por densidad lírica
y por número de palabras. Murder Most Foul (que se puede
traducir por ‘Un asesinato inmundo’) es, además, su primera canción nueva en
ocho años, desde el disco Tempest, de 2012.
Son 1.376 palabras distribuidas en
16,56 minutos donde el cantante repasa acontecimientos y figuras icónicas de
sus años más intensos, los sesenta y los setenta. Es la canción más larga de su
carrera. El récord lo tenía Highlands, incluida en el disco de
1997 Time Out of Mind, con 16,31 minutos. Hay trampa:
no es una canción que Dylan haya compuesto y grabado en el último mes, cuando
nuestro mundo se volteó por el coronavirus. Probablemente sea un tema
registrado hace relativamente poco (unos meses, unos años), porque canta con
esa voz quebrada que ha exhibido en las últimas entregas y conciertos.
El largo texto arranca con el
asesinato de John F. Kennedy (“Fue un día oscuro en Dallas, noviembre del 63./
Un día que vivirá en la infamia./ El presidente Kennedy estaba en lo alto/. Un
buen día para vivir y un buen día para morir”) y luego recuerda grandes
acontecimientos de la época, dibujando una dramática historia del declive de
Occidente, ejemplificada en su país, Estados Unidos. “Libertad, oh libertad./
Libertad desde la necesidad./ Odio decirlo, pero solo los hombres muertos son
libres./ Envíame un poco de amor, no me digas mentiras”, clama en uno de los
versos más oscuros y bellos. Después de un retrato sombrío y cínico de la
época, muestra una única salvación, la música, encarnada en los Beatles, John
Lee Hooker o Patsy Cline.
El escritor y especialista en la obra
Dylan Benjamín Prado subraya la relevancia de Murder Most Foul: “Dylan
ha cerrado otro círculo. Nunca le gusto hablar, pero sí cantar hablando: empezó
haciendo talking blues y ha acabado recitando poemas pop. Es
una canción bellísima, que en el estilo homenajea quizá a Leonard Cohen y en la
letra lamenta la caída de una época. Él habla de Kennedy, pero yo oigo ahí las
muertes de Cohen, de Bowie, Tom Petty, Jerry García y dos de los cuatro
Beatles”.
En un ambiente nocturno de mesa
camilla, acompañado de un piano, unas suaves cuerdas y una melosa percusión de
fondo, Dylan más que cantar, recita, perturba y exige al oyente una
concentración gozosa inusual en estos tiempos de inmediatez. Una canción sensacional
que se queda a poca distancia de sus obras maestras. Probablemente Dylan haya
estado escuchando los últimos trabajos de Nick Cave y se haya inspirado ahí
para componer Murder Most Foul . Y ese es un dato más para
constatar que este hombre vive en nuestro mundo.
(EL PAÍS España / 27-3-2020)
(EL PAÍS España / 27-3-2020)
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