martes

LA PATRIA Y LA TUMBA (7) - RICARDO AROCENA


Desde la pasada crisis de febrero, un personaje de gestos pomposos y con aire un tanto payasesco, comenzó a ser aupado por los militares: el Coronel Néstor Bolentini. A partir del golpe es Ministro del Interior y portavoz del gobierno, y como tal le solicitó a la CNT una reunión. Repantigado sobre un felpudo sillón, con un dedo en el chaleco y con el otro enroscándose el mostacho, había mirado a José D´Elía, Ignacio Huguet y Gerardo Cuesta, los representantes sindicales y les había planteado:

-No me sorprende la declaración de huelga, pero el gobierno ha disuelto las Cámaras haciendo uso de su derecho constitucional y para normalizar el país. Estoy en condiciones de proponer, en el caso de que se levante la huelga, comisiones paritarias en los entes autónomos y aumento general de salarios

Los sindicalistas le contestaron que pronto tendría una respuesta por escrito. Y no tardaron en alcanzársela. Bolentini la ojea y frunce el ceño, parece un bulldog. En el documento la CNT reitera sus reclamos: la plena vigencia de las garantías sindicales, políticas y de expresión, el restablecimiento de los derechos constitucionales, la recuperación del poder adquisitivo…. El Coronel lee escuetamente y responde, con el papel arrugado entre sus manos:

-Llevaré la respuesta al Presidente, pero no creo que haya ninguna clase de entendimiento sobre las bases que plantean.

Está furioso y hace trascender el encuentro del gobierno con la Central Obrera, para sembrar desconfianza. Y en algunos casos lo logra. Tarde de noche y de regreso a la Facultad de Arquitectura, Cristina tropieza con un viejo docente, ahora jubilado, votante de la Lista 15, que está en contra del golpe, pero que siguiendo a su líder, no apoya la huelga general. Ni bien la ve, el profesional la provoca campechanamente:

-Mi querida Cristina, siempre subvirtiendo… Escuché que la CNT ha estado manteniendo reuniones con el gobierno y que está dispuesta a entregar la huelga a cambio de un aumento de salarios…

-¿A Usted le parece que estoy en eso? La Central fue clara, la libertad es innegociable. Es por obvias razones tácticas que dialogamos con el enemigo. En las entrevistas mantenidas con el Coronel Bolentini fuimos claros: queremos salarios, sí, pero con libertades públicas y sindicales, por eso el ministro rompió el diálogo -contesta entre ofuscada y agitada Cristina, está apurada por llegar a la Facultad, adonde la esperan.

El arquitecto sonríe contento, en el fondo está ansioso de conversar con alguien que le pueda informar más en detalle de cuanto está pasando.

-No veo qué pueden conseguir. Ni adónde van. Ni cuáles son las perspectivas…

-Supongo que Ud. habrá recibido, reiteradamente, nuestras opiniones y valoraciones, en el mano a mano, en las concentraciones y mítines que desde hace dos días venimos realizando en todos los rincones del país y que no precisa que yo le explique cuáles son nuestros planteos. Estamos logrando aislar al régimen. La huelga es noticia de primera página en los diarios de todo el mundo y crece la solidaridad internacional… -agrega un tanto amoscada la muchacha, mientras piensa que no tiene tiempo para debates bizantinos.

Al profesional no se le escapa la indirecta.

-Estoy al tanto de muchas cosas, pero la medida sindical nos perjudica a todos, en las estaciones de servicio las colas son interminables…

-Pese a la huelga general, mientras los centros de trabajo estén bajo nuestro control, mantendremos el abastecimiento de los servicios fundamentales, como combustibles para sanatorios y hospitales, atención médica, transportes esenciales, agua, luz,  leche… Pero por qué Ud. ahora protesta y antes no. Antes de la huelga, durante el gobierno de su partido ¿quién conseguía un litro de aceite o de leche, o un quilo de carne, o de yerba, sin grandes sacrificios? ¿Es atribuible a nosotros el desabastecimiento? ¡No hay nafta!, grita ahora Ud., repitiendo a Bolentini, pero olvida que hace 15 días que la CNT denunció el acaparamiento de combustibles, practicado por los especuladores, para multiplicar sus ganancias.

-También estoy en contra del golpe, no repito a Bolentini, solamente comento en voz alta lo que veo y lo que me cuentan -ahora el amoscado es el arquitecto.

-Le guste o no, Ud. está haciéndose eco de la campaña psicológica que ha lanzado el régimen para mellar la imagen que la población tiene del movimiento popular organizado. ¡Escúchese! No está ayudando a los que combatimos por las libertades democráticas. No es con declaraciones con lo que vamos a derrotar a la dictadura, es con compromiso. Lo espero en la Facultad, nuestra lucha también es por usted. Y por lo que a los dos nos vienen enseñando en estos días la Facultad de Arquitectura y la Universidad de la República.

***

29 DE JUNIO. Promedia la tarde y Conrado Vázquez y Amílcar Muñoz, aprovechando el inicio de la Feria Judicial Menor, reunidos en la casa del primero, clasifican la información que vienen consiguiendo, para hacerla correr entre su red de amigos y conocidos. Se apoyan en la prensa nacional y extranjera y en lo que pueden averiguar con sus contactos.

-¿Y qué me decís del golpe de estado en Chile? Por lo que sé los tanques rodearon La Moneda pero tienen la oposición de sectores militares constitucionalistas. No como acá. La cosa está que arde -inicia el diálogo Vázquez.

-Es lo que vengo diciendo, no puede ser casual que en los mismos días en que Bordaberry encabeza el golpe en Uruguay, ocurra un tanquetazo en Santiago. Y no te olvides que hace bien poco fue lo de Ezeiza en Argentina. ¿Te parece que puede ser una simple coincidencia? Sería como creer que en la lotería salió la bolilla que tiene letras –comenta Muñoz.

-La Mañana dice que a Bordaberry no le quedaba otro camino –acota Vázquez.

-No me hables de ese tipo… Alguna cosa tienen que decir. A propósito, ¿viste que Aldunate, Erro, Gutiérrez Ruiz y Michelini están en Buenos Aires?

Vázquez queda en silencio. Admira al legislador, que hasta no mucho tiempo atrás perteneció a su partido. Lo había votado en las elecciones de 1967. Más de una vez fue a escucharlo hablar en la Cámara, lo fascina su apasionada oratoria. Luego de unos segundos reflexiona en voz alta:

-Como batllista estoy en contra del golpe de estado y la dictadura, aunque no estemos preparados para el uso de armas, tenemos que resistir, junto con todos los uruguayos que estén de acuerdo con una salida electoral, por eso, aunque muchos dirigentes de mi Partido digan lo contrario, en lo personal estoy convencido que debemos apoyar la huelga general…

-Es lo que los blancos y frenteamplistas estamos haciendo –corta con cierto orgullo Muñoz. Pero mientras habla se va arrepintiendo. Conoce a su amigo y sabe que las definiciones de los máximos dirigentes colorados lo tienen desasosegado.

-Comparto lo que plantea la declaración conjunta del Partido Nacional y el Frente Amplio. Y me gustaría que mi Partido también la firmara. Hay que hacer “renunciar” a Bordaberry y convocar a elecciones generales –complementa Vázquez su postura.

-Que como abogados, por lo menos nos sirva de consuelo, la decencia de la Facultad de Derecho, que, por lo que me han contado, por estas horas está por emitir una declaración de condena al régimen –apacigua Muñoz.

-Habría que conseguirla. Para distribuirla entre los conocidos. ¡Pero la Facultad tendría que sacarle el título a Alberto Demichelli, a Aparicio Méndez, a Hamlet Reyes! Y tutti cuanti. ¡A todos los colaboracionistas! –protesta Vázquez.

-Por mi parte agregaría a Etchegoyen y los blancos baratos. Y sumo a la lista a “Inmundo” Narancio, que parece que está dispuesto a asumir como Ministro de Cultura –suspira Muñoz, mientras se levanta para saludar a Doris, que acaba de entrar al escritorio.

-Vengo de lo de Gloria Fernández, la modista –explica Doris. Y luego de los saludos de ocasión, agrega:

-Me llevó mi vecina, fuimos a buscar unos vestidos. Está asustada, me contó que el Ejército armó barricadas en Suárez y Reyes y que varios bancos fueron desalojados con carros de asalto.

-¿Cómo está Gloria? –se interesa Vázquez. Conoce a la modista y a su familia desde hace años. Gente muy sufrida, que se ha hecho camino en la vida a fuerza de mucho trabajo.

-Enloquecida. No sabe qué hacer con los chiquilines porque las clases de Primaria y Secundaria están suspendidas hasta el 20 de julio. Pero además tiene al Tito, el marido, ocupando el Frigonal y a Milton, su hermano, ocupando la Planta de ANCAP. Sin ir más lejos, estaban comentando cuando llegué, que en La Teja se concentraron los vecinos del barrio y los obreros de la Refinería, de las textiles, de las curtiembres y de otras empresas y marcharon en una manifestación, que por lo que me dijeron fue enorme. ¡Miles! En la casa también había otra gente, menos metida en lo que está sucediendo. Muchos están preocupados por la falta de kerosene,  ahora que hace tanto frío, por la falta de transporte, por la falta de comida, por la oscuridad en los barrios… Y hay miedo y preocupación por las sanciones que puedan imponer las empresas a los que no van a trabajar.

-¡Miren la televisión! Es la enésima vez que veo y escucho el mismo comunicado oficial, anuncia que es inminente el desalojo de la Refinería de La Teja. Están amenazando. Cabe esperar un endurecimiento de parte del gobierno en contra de los ocupantes –señala Muñoz la pantalla chica.

-¡Ojalá que la gente se mantenga serena! –suspira Doris, antes de retirarse.

***

Para los ocupantes y la población en general el penetrante frío de fines de junio es otro enemigo a vencer. Así lo siente Juan José, que no cesa de caminar dentro de la fábrica para calentarse, pero no puede evitar que le tiemblen los músculos y que le castañeteen los dientes. Lo siente en el pelo duro y erizado, en los pies y en las manos. Estuvo expuesto a las inclemencias durante todo el día, desde que por la mañana participó en las movilizaciones callejeras de Paso Carrasco, junto a los obreros del Frigorífico y a los de Fulgor y Ayax; pero lo que más le preocupa es mejorar en algo las condiciones de sus compañeros. Por eso mientras recorre el taller los conmina a que se muevan, a que no estén quietos, para mantener los órganos vitales funcionando, hasta que se consigan nuevas fuentes de calor. Es lo que insistentemente recomienda Andrea cada vez que se cruzan en el Hospital. Pero nada protege tanto del frío como los relatos que corren, son historias de la resistencia obrera, que con toda su mitología animan el alma. Entre ellas la que escuchó hace unos momentos sobre las numerosas movilizaciones relámpago realizadas en la Curva de Maroñas, pocas horas atrás.

–¡Cada vez que nos disolvían, nos juntábamos en las calles paralelas y volvíamos sobre 8 de Octubre! -festejaba un trabajador, mientras los demás le exigían detalles.

Pero también fue un soplo de calor, cuando durante la tarde confirmaron que el golpismo había sido derrotado en Chile, de todas las gargantas emergió espontáneamente La Internacional. Ahora están todos sumidos en una tensa espera, a Juan José lo preocupa, en particular, y se lo ha dicho a sus compañeros, que hay que estar preparados y al tanto de la respuesta del Gobierno a los planteos de la CNT. En su opinión la represión se va a agudizar y por eso camina entre angustiado y vigilante, alrededor del fierro congelante de las máquinas, con la Spika en el oído. Nota en su cuerpo que el frío ha aumentado con la caída del tenue sol, hasta los límites de lo soportable; durante la tarde casi fue detenido frente a la Fábrica BAO, porque por la baja temperatura la batería, agotada, no permitía que el auto arrancara, justo cuando llegaba la represión. La conocida marcha de las Fuerzas Conjuntas lo lleva a refugiarse junto a otros trabajadores, en un lugar adonde puede escuchar mejor el discurso de Bolentini, quien se explaya durante 45 minutos. En sus oídos retumba la amenazante frase final: “Este país tendrá seguridad. Este país verá restablecidos sus servicios y abastecimiento. No importa lo que pueda costar”.

-¡Hijo de puta! –exclama Juan José, pero las palabras salen de su boca en forma de vapor.

***

Cristina ocupa la Facultad de Derecho y también está pendiente de la radio. La firme declaración de la Asamblea General del Claustro se le ocurre que es la mejor respuesta a las bravuconadas del ministro. En uno de sus párrafos la Universidad de la República ha reafirmado que, “como siempre, consustanciada con la causa popular, acompaña esta ejemplar resistencia al golpe de estado” y piensa que por supuesto el poder va a reaccionar. Por momentos se estremece, el frío le entumece piernas y brazos y empaña las ventanas, sobre las cuales, agolpados, puertas y bancos y toda clase de objetos, ofician de barricada. También está a la expectativa de lo que pueda acontecer hasta que le avisan que Bolentini amenazó al Rector que la Universidad tiene hasta las seis de la mañana para desalojar, de lo contrario entrará un pelotón militar. Cristina armada de un fierro se prepara para lo que venga, mientras escucha los comunicados contra la CNT, que contradictoriamente la alegran porque confirman la dimensión de la huelga. Son las 22 horas cuando oye la disposición del Ministro del Interior de restablecer la normalidad en todo el territorio nacional antes de las 7 horas de la mañana, pero mientras no se disponga otra cosa, continuará vigilando. Para animarse repite lo que siempre dice Juan José, que no hay otra normalidad que la de la lucha. ¿Adónde andará tan sensible que es al frío? La embarga la ternura y el afán de protegerlo. Para su último cumpleaños le regaló una bufanda tejida por ella, “para cuando te lleven preso”, le dijo en tono de broma. Pensando en él se le pasan las horas. Es medianoche. De pronto descubre que la policía está rodeando la Facultad. La adrenalina ahuyenta el frío. Está tensa. Pero un compañero le avisa:

-Vení con nosotros, nos vamos en las camionetas de la Facultad de Agronomía para que no nos arresten, por ahora vamos a desocupar.

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Google+