(Crónica ficcionada del golpe de estado y
de la Huelga General)
A
la memoria de María Cristina Díaz Marrero
La Historia parece un jadeante gigante
cansado, detenido por un instante en un rincón del almanaque, como queriendo
tomar impulso, para poder encaminarse hacia otros rumbos. La gente está en
suspenso, a la espera de que el río inacabable del tiempo recobre su marcha.
Los sectores organizados alertan que nada ni nadie a partir de lo que ocurra
será el mismo y que el Uruguay caerá en la vergonzante pendiente del resto del
continente, pero no todos son conscientes o no quieren serlo de lo que acecha.
El presidente Juan María Bordaberry está convencido como nunca de que el
destino lo ha elegido para cumplir un rol histórico, que es un instrumento de
la providencia divina y que ha sido convocado a impulsar leyes universales que
en un plazo no muy largo encarnarán en nuevas instituciones más acordes con lo
que en su opinión es el orden natural. Se inclina y se persigna ante una imagen
religiosa para que le dé fuerzas, es consciente de que cada día tiene menos
apoyo y que solamente cuenta con el respaldo militar, pero éste también es en
muchos aspectos relativo, ya que entre los generales no faltan los que lo miran
con recelo. En realidad fueron ellos los que lo conminaron a iniciar un proceso
que con su participación o sin su participación, iniciaría igual. Y presionado
por ellos, por las fuerzas sociales a las que se debe, por sus convicciones y
por los fantasmas de su pasado, terminó por aceptar. Su familia lo ha educado
en la defensa del integrismo, de los dogmas antiliberales y del linaje al que
pertenece. Por un momento le llega la imagen de Domingo, su padre, en su
estancia de Durazno, brama que la sociedad democrática y la cristiana son
extremos contradictorios y excluyentes y contra los que impulsaron la educación
laica, abolieron la pena de muerte e implantaron el voto femenino, entre otras
aberraciones. Desde algún rincón del tiempo ahora le dice que ha llegado la
hora de extirpar la subversión marxista para salvar a la civilización
occidental, y que hay que eliminar a la tradición batllista, a los partidos políticos,
a las formas republicano-democráticas de gobierno y a la constitución vigente.
Los ojos de Bordaberry parecen más hundidos que nunca, son los ojos de un
hombre resuelto, jugado, de un cruzado, de un auténtico guerrero de Dios, que
no vacilará ante nadie que atente contra la tradición, la familia y la
propiedad.
***
Entre sus seguidores crecen las
expectativas en la medida que pasan las horas. Saborean de antemano la ofensiva
militar, pero los inquieta la previsible respuesta popular. La saborean los
estancieros en sus estancias y dibuja sonrisas en la cara de muchos directivos
de la Asociación Rural; entusiasma a los inversores y bancos extranjeros, a los
especuladores, a los tantas veces denunciados negociantes de la industria
frigorífica, a los dueños de las financieras que prosperan con la fuga de
capitales y la evasión de impuestos. Festejan el clan Peirano y sus cómplices
del Banco Mercantil, de tanta incidencia en la industria frigorífica,
automotriz y agropecuaria; festeja el clan Ferrés de gran peso en las
industrias del vidrio, del arroz, de los aceites, del azúcar y de los cueros;
festejan los directivos de Adela y Deltec, y de otras financieras
internacionales que quieren, con el apoyo de EEUU y Europa, quedarse con la
riqueza ganadera y frigorífica del Río de la Plata; hace restregar las manos
del grupo Pellegrini y brillar los ojos con codicia a Jorge Peirano Faccio, a
César Charlone, a Alejandro Vegh Villegas, a Carlos Frick Davie, a Horacio
Abadie Santos y a muchos ministros y ex ministros que son o han sido fieles
representantes de los intereses de la banca, de los frigoríficos y de la gran
estancia en el gobierno. Sus sueños están por cumplirse. Con el Parlamento
disuelto, los medios de comunicación controlados, la central sindical
ilegalizada, los partidos proscriptos, todo queda a pedir de boca para acumular
ganancias sin control y es un respiro ante tantos sobresaltos de los últimos
años, desde que en Chile triunfó Allende y la subversión marxista. Para su
disgusto el mal ejemplo ha contagiado a otros países de la región, en
particular al Uruguay, adonde la izquierda, nucleada en el Frente Amplio,
propone una reforma agraria y nacionalizar la banca y el comercio exterior. Por
todo esto el novel embajador norteamericano Mr. Siracusa está abrumado, son
muchos los cabos nacionales e internacionales que debe atar, para que nada
entorpezca los planes; nada deja al azar, es que tiene una larga experiencia en
este tipo de menesteres y su principal preocupación es mantener informado al
detalle de cuanto ocurre a sus superiores del Departamento de Estado, que miran
al Uruguay como una pieza del ajedrez internacional, imprescindible para
conformar un bloque en el sur del continente similar al de la OTAN, con Brasil
como inspirador y estado gendarme por excelencia y los ejércitos de cada país
transformados en instrumentos a su servicio.
***
Juan José y Cristina logran eludir el
interrogatorio de la patrulla militar e inmediatamente retornan a su hogar.
Seguramente los operativos de control y vigilancia van a aumentar ni bien caiga
el día y no pueden exponerse demasiado, como militantes comunistas mucho tienen
que organizar, él en el sindicato metalúrgico y ella en la Facultad. En la
pensión para estudiantes residentes del interior otros como ellos están en la
misma situación. La militancia recorre Montevideo y el resto de las ciudades,
el alerta es llevado a las fábricas, a las facultades, a las cooperativas, a
los clubes sociales, a las comisiones vecinales, a los locales políticos, en
particular frenteamplistas. Y en cada lugar comienzan a tomarse medidas, hay
que abastecerse de material de propaganda y agitación, conseguir lugares de
reunión y por sobre todo procurar que nadie quede sin formar parte de la
reacción popular. ¿Pero cuál será esta? Cristina, agotada por el ajetreo y los
nervios se derrumba sobre la cama. Juan José la mira, está espléndida con la
pollera tableada y el largo pelo húmedo que le envuelve la cara. Ella se
reconforta con su mirada. Y le hace un gesto con las cejas, como diciendo: ¿Y
ahora qué?
Juan José se pone serio y le contesta:
-Lo estuve conversando en la fábrica con
el resto, la resolución de la C.N.T. es clara y ha sido ratificada por varios
Congresos: en caso de golpe de estado, ocupación de los lugares de trabajo y
huelga general. Desde hace años mi sindicato viene practicando la forma de
llegar a la totalidad de las empresas del gremio ante una eventualidad como
ésta, en un plazo que no puede superar las dos horas, los mecanismos
organizativos y de información están aceitados como para poder hacerlo.
***
27
DE JUNIO. A Bordaberry los acontecimientos lo
tienen desbordado. Luego de un día por demás agitado deberá afrontar una noche
larga y plagada de definiciones. Son las O horas y el Senado intenta reunirse,
pero por el momento no hay quórum, recién lo consigue 25 minutos más tarde. Los
rumores han dejado de ser rumores y los legisladores ahora tienen la certeza de
que participan en la que será, quién sabe por cuanto tiempo, la última sesión
de la Cámara Alta. El Parlamento está por ser disuelto y se suceden las
intervenciones condenatorias. Es un momento de inflexión de la historia, que
luego del momentáneo paréntesis, recomienza su andar. No es fácil adivinar su
destino, pero tanto en el Palacio de mármol como entre el común de la gente,
nadie ignora que el ritual de sangre será su motor. Con su reconocida firmeza
oratoria lo denuncia el senador frenteamplista Enrique Rodríguez: "Después
de esta jornada aciaga, en la dura lucha, en las confrontaciones, en la sangre
que seguramente verterán los que han llevado al país a esta encrucijada... más
allá de todo esto, surgirá un pueblo que como aquí se ha dicho, no ha nacido
para ser esclavo. Y, en el centro de ese pueblo -que nadie lo dude, que nadie
tenga un asomo de duda- estarán las fuerzas que componen el núcleo político que
nosotros representamos". Inicia para el país una pendiente hacia lo
ignoto, hacia lo presumible pero todavía no cuantificable ni cualificable, la
pregunta para muchos es ¿cuál será la dimensión y la duración de lo que vendrá?
En definitiva será hasta que más temprano o más tarde, otro número en el
calendario, otra esquina del tiempo, indique una nueva pausa, un nuevo rumbo en
el devenir eterno. "Yo no sé si la historia de esta ignominia será corta o
será larga.”, -interviene el senador del Partido Nacional Dardo Ortiz. Y
haciendo una emocionada pausa condena a los que se prestan a colaborar con el
régimen que nace: “Habrá quienes rodeen al nuevo poder como los cuervos que
esperan alimentarse con nuestros despojos..., sé que quienes nos agobian hoy
con su prepotencia y su cobardía, incapaces de vencernos con razones, dejarán
sin duda una herencia materialmente cuantiosa, pero moralmente miserable.
¡Pobres de ellos!" No menos emocionado interviene el legislador colorado
Amílcar Vasconcellos, quien apuesta al futuro: "Hay vencedores efímeros
que las hojas del tiempo de la historia desparraman, y se olvidan hasta del
odio de los pueblos. Ellos se sentirán vencedores, y muchos serviles y
miserables se acercarán para decorar una situación momentánea, pero ya sentirán
también el látigo de la historia sobre sus nombres y el de sus hijos, como una
mancha indeleble por la inmensa traición que están cometiendo". Se suman
otras intervenciones, hasta alrededor de la 1:40 de la madrugada, casi en el
mismo momento en que arriba a Suárez y Reyes el Ministro de Defensa Walter
Ravenna. Ya todos saben que a las 5.00 am, hablará Juan María Bordaberry por la
cadena de radiodifusión nacional.
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