¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh
toque delicado.
que a vida eterna sabe
y toda deuda paga!
Matando, vida en muerte
la has trocado.
DECLARACIÓN (20)
34
/ Y, como quiera que cada viviente viva por su
operación, como dicen los filósofos, teniendo el alma sus operaciones en Dios
por la unión que tiene con Dios, vive vida de Dios, y así se ha trocado su
muerte en vida, que es vida animal en vida espiritual. Porque el
entendimiento que antes de esta unión entendía naturalmente con la fuerza y
vigor de su lumbre natural por la vía de los sentidos naturales, es ya movido e
informado de otro más alto principio de lumbre sobrenatural de Dios, dejados
aparte los sentidos; y así se ha trocado en divino, porque por la unión su
entendimiento y el de Dios todo es uno. Y la voluntad, que antes amaba
baja y muertamente, sólo con su afecto natural, ahora ya se ha trocado en vida
de amor divino, porque ama altamente con afecto divino, movida con la fuerza
del Espíritu Santo, en que vive vida de amor; porque por medio de esta unión la
volunta de él y la de ella ya sólo es una voluntad. Y la memoria, que de
suyo sólo percibía las figuras y fantasmas de las criaturas, es trocada por medio
de esta unión a tener en la mente los años eternos que dice David (Ps
76.6). El apetito natural, que sólo tenía habilidad y fuerza para gustar
el sabor de criatura, que obra muerte, ahora está trocado en gusto y sabor
divino. Movido y satisfecho ya por otro principio donde está más a lo vivo, que
es el deleite de Dios, y, porque está unido con él, ya no es otro que apetito
de Dios. Y, finalmente, todos los movimientos y operaciones e
inclinaciones que antes el alma tenía del principio y fuerza de su vida
natural, ya en esta unión son trocados en movimientos divinos, muertos a su
operación e inclinación, y vivos a Dios, porque el alma, como ya verdadera hija
de Dios, en todo es movida por el espíritu de Dios, como enseña San Pablo, diciendo
que los que son movidos por el espíritu de Dios son hijos del mismo Dios (Rom.
8,14). De manera que, según lo que está dicho, el entendimiento de esta alma es
entendimiento de Dios, y la voluntad suya, voluntad de Dios, y su memoria,
memoria de Dios, y su deleite, deleite de Dios, y la sustancia de esta alma,
aunque no es sustancia de Dios, porque no puede sustancialmente convertirse en
él, pero, estando unida como aquí está en Él y asimismo absorta, está hecha
Dios por participación de Dios; lo cual acaece en est estado perfecto de vida
espiritual, aunque no tan perfectamente como en la otra. Y de esta manera está muerta
el alma a todo lo que era en sí, que esto era muerte para ella, y viva a lo que
es Dios en sí. Y, por eso, hablando ella en sí, dice bien en el verso: Matando,
vida en muerte la has trocado. De donde puede el alma muy bien decir
aquello de San Pablo: Vivo ya, ya no yo, mas vive en mí Cristo (Gal.
2,20). De esta manera está trocada la muerte de esta alma en vida de Dios, y le
cuadra también el dicho del Apóstol, que dcie: Absorta est mors in victoria (1
Cor. 15.54), con el que dice también el profeta Oseas en persona de Dios,
diciendo: ¡Oh muerte!, yo seré tu muerte (13,14); que es como si dijera:
Yo, que soy la vida, siendo muerta de la muerte, la muerte quedará absorta en
vida.
35
/ De esta suerte está el alma absorta en la vida
divina, ajenada de todo lo que es secular, temporal y apetito natural, introducida
en las celdas del rey, donde se goza y alegra en su Amado, acordándose de sus
pechos con el vino, diciendo: Aunque soy morena, soy hermosa, hijas de
Jerusalén (Cant. 1,3-4), porque mi negrura natural se trocó en hermosura
del rey celestial.
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