¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh
toque delicado.
que a vida eterna sabe
y toda deuda paga!
Matando, vida en muerte
la has trocado.
DECLARACIÓN (19)
32
/ Porque la muerte no es otra cosa sino privación de
la vida, porque, en viniendo la vida, no queda rastro de muerte. Acerca de lo
espiritual, dos maneras hay de vida. Una es beatífica, que consiste en ver a
Dios, y esta se ha de alcanzar por muerte natural, como dice San Pablo, diciendo:
Sabemos que, si esta nuestra casa de barro se desatare, tenemos morada de
Dios en los cielos (2 Cor. 5,11). La otra es vida espiritual perfecta, que
es posesión de Dios por unión de amor; y esta se alcanza por la mortificación
de todos los vicios y apetitos y de su misma naturaleza totalmente; y hasta
tanto que esto se haga, no se puede llegar a la perfección de esta vida
espiritual de unión con Dios, según también lo dice el Apóstol por estas
palabras, diciendo: Si viviéredes según la carne; pero si con el espíritu
mortificáredes los hechos de la carne, viviréis (Rom, 8,13)
33
/ De donde es de saber que aquí el alma llama muerte
es todo el hombre viejo, que es todo uso de las potencias, memoria,
entendimiento y voluntad, ocupado y empleado en cosas del siglo y los apetitos
en gustos de criaturas. Todo lo cual es ejercicio de vida vieja, la cual es
muerte de la nueva, que es la espiritual; en la cual no podrá vivir el alma
perfectamente si no muere perfectamente el hombre viejo, como el Apóstol lo
amonesta, diciendo que desnuden al hombre viejo y se vistan el hombre nuevo,
que según el omnipotente Dios es criado en justicia y santidad (Eph. 4,22).
En la cual vida nueva, que es cuando ha llegado a esta perfección de unión con
Dios, como aquí vamos tratando, todos los apetitos del alma y sus potencias según
sus inclinaciones y operaciones, que de suyo eran operación de muerte y
privación de vida espiritual, se truecan en divinas.
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