jueves

ESPACIO Y TIEMPO EN LAS PATOLOGÍAS MENTALES (19) - HÉCTOR GARBARINO


1ra edición: Editorial Roca Viva / Julio 1996
1º edición WEB: elMontevideano Laboratorio de Artes / 2019

II / Psicosis

Espacio y tiempo en la psicosis (3)


Es así que la enferma de Tausk veía su propio cuerpo en la máquina de influencia, constituyendo esta un doble de su cuerpo, de modo que lo que le sucedía a la máquina le sucedía también a su propio cuerpo. Y finalmente veía sus miembros achatados dispuestos en la tapa de ataúd del cuerpo del aparato mostrando el pasaje al espacio bidimensional y la muerte psíquica que expresa lo que llamamos el no Ser por deslibidinización del Ser.

Todo lo que le sucede a la máquina le sucede también a ella, sigue Tausk, de modo que si alguien golpea la máquina ella siente el golpe en la parte correspondiente de su cuerpo.

Es decir, que la máquina y ella misma están aparentemente distantes, en el mundo tridimensional, pero en realidad están interconectadas, ya no son cosas separadas, sino el mismo acontecimiento: lo que le acontece a la máquina le acontece a ella, es la unidad en la dualidad.

Esta vivencia psicótica de la enferma nos recuerda las identificaciones primarias descritas por Freud en el lactante pero entendida sin límites, cuando siente que el investimento de la madre-universo equivale a una identificación: los ojos de mi madre-universo son mis ojos. Es así que va constituyendo su yo-corporal que nosotros llamamos yo-Ser por entender que en un principio no tiene límites.

Y la identificación de su cuerpo con una máquina es testimonio de la desanimación del mismo y caída en el no Ser, de modo que animado e inanimado convergen, y ya no se diferencian lo subjetivo y lo objetivo.

Y en el espacio multidimensional el tiempo se vuelve instantáneo, y no hay antes ni después, no hay sucesión temporal, por lo cual no existe la ley de causalidad que impera en nuestro mundo tridimensional.

Esto hace que el paciente, que es presa de una sensación de extrañeza por los cambios introducidos en sus órganos, pensamientos y sentimientos, deba necesariamente atribuir estos, no al derrumbe de su yo, del cual no toma conciencia, sino a una fuerza extraña que localiza en el mundo exterior. Nace así el delirio persecutorio, lo que sucede tiene que tener una causa y no puede ser otra, dado sus sufrimientos, que un poder maligno ubicado fuera de él mismo.

Lo que resta de su yo tridimensional aplica la ley de causalidad al espacio multidimensional y al tiempo sincrónico, donde no existe dicha ley. El delirio es consecuencia, en estos casos, de la coexistencia de diferentes espacios y diferentes tiempos, de los cuales el enfermo no toma conciencia. La esquizofrenia es, entonces, la interpretación paranoica de la desintegración del aparato psíquico.

Notas

(1) El historial de este paciente se relata en el trabajo “Espacio y tiempo en la esquizofrenia”, publicado en este libro.

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