II / Psicosis
Espacio
y tiempo en la psicosis (2)
Deseamos enfatizar dos
hechos: en primer lugar que las patologías mentales graves regresan a
situaciones espacio-temporales graves y narcisísticas que son propias del
infante, cuando aun no se ha constituido el aparato psíquico , y en segundo
lugar, el hecho verdaderamente paradojal y sorprendente de que estas patologías
se aproximan mucho más que a la mente normal a la verdadera realidad del
universo de que nos hablan los físicos, especialmente a la realidad cuántica,
donde no existen partes existentes por separado, e independientes unas de
otras. De este modo los fenómenos sobrenaturales que viven estos enfermos por
la continuidad del yo en el mundo exterior y el derrumbe del yo corporal, se
convierten en cierto modo en parte de la naturaleza, como ya ha sido señalado
para los estados trascendentales y místicos.
Es justicia señalar que
ya en 1919, un psicoanalista, Víctor Tausk (***), había señalado la mutación
del espacio tridimensional en un espacio bidimensional y la pérdida de los límites
del yo, en su célebre trabajo “Sobre el origen del aparato de influencia en la
esquizofrenia”. Sin embargo, estas ideas precursoras no fueron continuadas por
los psiquiatras y psicoanalistas que le sucedieron hasta el momento actual que
son retomadas por nosotros y por algunos otros colegas, como Sami Alí, aunque
con orientaciones diferentes.
Pero lo que deseamos destacar
es que estos espacios no euclídeos a los que regresan los psicóticos son los
vividos por el lactante en el primer año de vida.
Cuando nacemos, pasamos
de un medio líquido y un espacio cerrado. Limitado por las paredes uterinas, a
un medio aéreo y un espacio abierto, ilimitado, y allí el desequilibrio narcisista
que comporta el nacimiento nos procura el presentimiento de ser sin límites con
la angustia traumática de caer en el vacío; vivida a nivel del cuerpo, sin
representaciones. Se trata entonces de un espacio multidimensional un tiempo sincrónico,
presente eterno, donde no hay “antes y después”.
Muy pronto el vínculo con
la madre transformará este este espacio multidimensional en un espacio
bidimensional, formándose entonces lo que llamaos yo-Ser, un yo corporal no
limitado.
En este momento, el
lactante ve sus órganos fragmentados como mundo exterior, como bien señaló Tausk.
Como no existe la distinción adentro-afuera uno está incluido en lo que
percibe. Llamamos a estas percepciones del Yo-Ser presentaciones del Ser,
entendiendo por ellas las percepciones que nos unen al Todo, a falta de la existencia
de un límite exterior. No hay aquí y allí, no hay yo y no yo.
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