martes

CLARISSA PINKOLA ESTÉS - DESATANDO A LA MUJER FUERTE (24)


6 (4)

“LA CAMISA DE FLECHAS”:
ELLA ENSEÑA A PROTEGER A LOS VULNERABLES
SIN EXCEPCIÓN


¡EL MEMORARE, RECUERDA! (4)

Antecedentes del surgimiento del Memorare:
la Madre Santísima como “La amiga del que no tiene amigos”

Uno podría preguntarse por qué y cómo una plegaria puede permanecer viva y con la esencia intacta de varias maneras durante casi mil años, quizás más. El Memorare seguramente surgió durante tiempos de gran tensión para niños, mujeres y hombres que no estaban protegidos por alguno o ninguno de los lados en súbitos momentos de terror y durante las guerras desatadas por reyes, papas, sultanes y caciques tribales.

Se dice que Bernard de Clairvaux, un monje francés suyos escritos se remontan al año 1120, fue quien registro partes del Memorare. Además, se cuenta que otro monje también llamado Bernard, el padre Claude Bernard, quien vivió en el siglo XVII y atendía a los que eran acusados y encarcelados falsamente, fue quien diseminó aun más el Memorare. A mi parecer, en esta amplia aplicación que hizo Bernard, el Memorare ponía a la Santa Madre como la “amiga de los que no tienen amigos”, la leal y siempre despierta amiga verdadera del alma.

También en esos tiempos lejanos, cuando el Memorare se estaba componiendo en la tradición oral y en la escrita, había grupos indígenas tribales por toda Asia y sobre los Urales europeos, los Cárpatos y los Alpes, que estaban siendo coaccionados por varias facciones políticas, federaciones de señores feudales, reyes salvajes y papas para que bajaran de sus magníficos caballos y mejor se establecieran en el trabajo del campo, en relaciones de siervo / terrateniente, en realidad obligándolos a convertirse en la fuerza laboral esclava de los ricos y privilegiados, conformada por hombres, mujeres y niños fortalecidos por el clima. Para muchas personas del campo y el bosque no había opción: tenían que someterse a un nuevo orden o serían asesinados.

También comenzaron las Cruzadas: se desataron nueve guerras y contraguerras, causando la muerte de una gran parte de la población mundial.

A la vuelta del milenio, en el año 1000 d. C., mientras partes del Memorare estaban siendo vertidas a las páginas, también había una creencia sostenida por muchos y un rumor diseminado por varios más, de que el fin del mundo estaba por llegar. Esta fantasía prevaleció por décadas en las mentes de bastantes personas antes o después del vuelco de aquel siglo.

Juntos, todos estos factores crearon un sufrimiento incalculable para la gente del mundo. Y este es el terreno en el que el Memorare se erigió como una rosa entre las piedras: una oración que prometía que los radiantes principios de la protección y el amor todavía existían, incluso en medio de tanto miedo y matanzas injustificadas.

El ritmo de las eras en el Memorare

Si gritas en voz alta las palabras del Memorare, puedes oír que no es “sólo una oración”; es un conjuro, lo que significa que está hecho literalmente para cantarse en voz alta. El Memorare conserva en las palabras latinas, en cualquier idioma que se traduzca, una fuerte cadencia musical, un sonido que recuerda mucho más a las tormentas de arena, los estribos balanceándose, el rechinido de las sillas de montar de madera. Tiene un ritmo que recuerda mucho más al trote y al galope, al movimiento de las cortinas de una carpa, al sonido de los que escapan, que a alguien que camina con firmeza dentro y fuera de los edificios sin que lo molesten.

Así, el Memorare es una plegaria para los tiempos rudos, para el que conoce los tiempos rudos como la palma de su mano, un grito a la que lleva “la camisa de flechas”, la que carga en sus brazos al Niño Eterno, a la que tiene antes que nada un corazón radiante de valentía… y de Amor, igualmente.

Aprendemos tanto, tanto de quien viene a ayudarnos como de quien no lo hace. Aprendemos que podemos permanecer alertas y fieles con y dentro de la Santa Madre. Podemos esforzarnos en ir a ayudar a los demás en sus tribulaciones, en ocasiones para que muchos otros a nuestro alcance nunca más tengan que sufrir los agonistas que nosotros mismos sufrimos. Aunque hayamos estado tirados sin ayuda a la orilla del camino, aunque nos ganáramos nuestras “camisas de flechas” (es decir, que fuéramos lastimados una y otra vez, y aun así encontráramos el camino por la luz violeta que brilla desde la herida); entonces, como Nuestra Señora, nos volveremos incluso más profundamente perceptivos, más despiertos, más fortalecidos en nuestro propio corazón sagrado, más llenos de entendimiento y de amor: donde quiera que podamos, como sea que podamos, para quien sea que podamos.

Camisa de flechas

La Madre Santísima lleva camisa de flechas…
para mostrar que no puede ser dañada,
pues Ella y el Divino Niño son Eternos…

Y como está segura
de la Divinidad de su propio Niño,
y de lo absolutamente imperecedero
de las enseñanzas de su Hijo…
Ella siempre e inmediatamente acude
-por medio de nosotros-
a proteger a cada niño de la Tierra…
sin excepción.

Que podamos esforzarnos por Vernos, y a los
demás… como Ella nos ve…
Escucharnos, y a los demás, como Ella nos
Escucha…
Hablar con nosotros, y con los demás…como Ella
nos habla…
Cobijar nuestras almas y las de los demás. Como
Ella nos cobija…
Amar nuestras almas y las almas de los demás…
como Ella nos ama…
por siempre y para siempre
Aymen.
Aymen.
Aymen.

(Y una mujercita…)

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