por Alberto López
Desarrolló un proceso de interpretación realista conocido como método de
actuación, que permite utilizar historias personales para expresar emociones
auténticas
Vivir el teatro desde la niñez convirtió la afición de Konstantín en pasión, hasta
el punto de que su obsesión fue investigar el método de interpretación para que
cualquier persona resultara natural y creíble en sus papeles. Y lo logró,
porque decir Stanislavski para actores y actrices es el principio de todo y en lo que se resume todo. Marcó un antes
y un después en la pedagogía escénica y continúa siendo la referencia que
cualquiera que interprete un papel en el teatro -después también trasladado al
cine-, debe tener en cuenta. No en vano, para la creación del famoso Método Stanislavski, un sistema de
reglas básicas de interpretación teatral, el director dedicó más de 60 años de
su vida.
Su ilusión de ser
actor fue dando paso a la de ser director para después convertirse en
investigador y teórico teatral ruso. Estuvo inmerso en varios movimientos de
vanguardia, fue cofundador del Teatro de Arte de Moscú y recibió el título
honorífico de Artista Popular de la URSS en 1936. Al final, el mayor legado y
el recuerdo que dejó fue su apellido Stanislavski,
tomado de un actor aficionado de gran talento llamado Márkov, con quien
compartía escena y que actuaba con ese nombre.
Konstantín
Sergeyevich Alekséiev, su verdadero nombre, nació en Moscú en 1863. Con ocho
hermanos, pero en una familia que amaba las artes, pero sobre todo el teatro.
La vida era, en medio de la explosión artística de la última mitad del siglo
XIX, puro teatro: Konstantín ensayaba con sus hermanos, a los siete años
realizó su primera escenificación, su padre transformó un granero para
convertirlo en pequeño teatro familiar y hasta crearon un grupo aficionado
denominado el Círculo de Alekséiev, formado por hermanos, primos y algunos
amigos, donde el pequeño Stanislavski hizo su debut como actor a los 14 años.
Nunca se
escatimaron esfuerzos para la educación en casa de los Alekséiev, así que
aparte de las asignaturas ordinarias, los pequeños aprendían lenguas, baile,
canto y esgrima. Por este motivo, en 1881 se graduó con facilidad en el
Instituto de Lenguas Orientales Lázarev. En plena juventud tomó el apellido
Stanislavski en honor al doctor Márkov, un compañero de teatro aficionado de
gran talento con ese apelativo. Tenía claro que el teatro sería su vida y por
ello todos sus ídolos ya eran directores y actores rusos de teatro del momento.
En 1886 Konstantín Stanislavski fue
elegido miembro de la dirección y tesorero de la Sociedad Musical Rusa en Moscú. Aunque en aquel momento compaginaba su trabajo en el negocio familiar
con sus actuaciones en círculos aficionados, en realidad se preparaba para hacer
carrera en la ópera con el famoso director de escena ruso Fiódor
Komissarzhevski, con quien después fundó en Moscú la Sociedad Moscovita de Arte
y Literatura. Dos años más tarde, en 1888, y hasta 1897, pasó a dirigir y a
actuar en espectáculos para esta Sociedad.
En el escenario,
junto al joven Konstantín brillaba una actriz apodada Lilina, graduada cum laude en el Instituto de Nobles Doncellas de
Ekaterimburgo que, como él, también decidió dedicarse al teatro. El 5 de julio
de 1889 se casaron y en marzo de 1890 nació su hija Ksenia, que falleció a los
pocos meses debido a una neumonía. En julio del año siguiente nació su segunda
hija, a la que llamaron Kira.
Otro giro en la
vida de Konstantín Stanislavski ocurrió el 22 de junio
de 1897, cuando conoció a Vladimir Nemirovich-Danchenko, un exitoso dramaturgo
y maestro en la Escuela de la Sociedad Filarmónica de Moscú. De su reunión de
18 horas para discutir la reforma de la escena rusa surgió el Teatro de Arte de
Moscú para contrarrestar las convenciones teatrales artificiales de finales del
siglo XIX.
La primera
producción, en octubre de 1898, fue un gran éxito popular por su realismo, pero
fue con La gaviota, de Anton Chekhov, en
diciembre de ese año, cuando Stanislavski descubrió
una obra de teatro ideal para sus aspiraciones artísticas y métodos
naturalistas y realistas de interpretación.
Durante las
siguientes dos décadas el Teatro de Arte de Moscú alcanzó éxito internacional
con producciones de distintos estilos; dramas sociopolíticos, cuentos, obra
simbólicas y hasta la interpretación de Hamlet con
adaptaciones. En estos años Stanislavski desarrolló
sus teorías explorando con su compañía teatral los problemas más difíciles a la
hora de actuar.
En 1910, el actor y
director ruso se tomó un año sabático y viajó a Italia, donde estudió las
actuaciones de Eleanora Duse y Tommaso Salvini. Su estilo particular de
interpretación, que se percibía libre y natural, inspiró en gran medida las
teorías que perseguía sobre la actuación. En 1912, Stanislavski creó lo que
denominó Primer Estudio, que sirvió como campo de entrenamiento para jóvenes.
Konstantín Stanislavski estaba seguro
de que, a través del estudio de la obra, el análisis del papel y el recuerdo de
emociones anteriores de los intérpretes, el actor podía llegar a la verdad
interior al experimentar realmente las emociones que debía transmitir a la
audiencia. Además, aseguraba que el actor nunca debía perder el control de su
creación y tenía que conseguir la disciplina técnica para repetir sus emociones
previamente experimentadas en cada actuación.
Toda esta
capacitación, que tenía como objetivo estimular la inteligencia artística del
actor, desarrollar su disciplina interna y proporcionar un control perfecto de
medios externos como la voz, la dicción y el movimiento físico, llegó a ser
conocida en el mundo como el Método. “No hay interpretaciones pequeñas”,
repetía siempre Stanislavski, “solo pequeños actores”. Ideó siete preguntas y
ayudó a los aspirantes a actores a comprender mejor a sus personajes y motivaciones:
¿Quién soy? ¿Dónde estoy? ¿Qué hora es? ¿Qué quiero? ¿Por qué lo quiero? ¿Cómo
obtendré lo que quiero? y ¿Qué debo superar para obtener lo que quiero?
Por simples que
parezcan, estas preguntas requieren una investigación y una reflexión exhaustivas
que Stanislavski buscaba siempre en sus actores
diciéndoles a menudo “no te creo”, y obligándolos a desinhibirse y dar vida a
sus actuaciones.
Después de la Revolución Rusa de 1917, Stanislavski se
enfrentó a algunas críticas por no producir obras comunistas, pero mantuvo la
línea de su compañía y continuó presentando su repertorio. También viajó de
gira por Europa y Estados Unidos entre agosto de 1922 y hasta septiembre de
1924.
Consiguió, por su
empecinamiento, pero sobre todo por su convicción teatral, que el Teatro de
Arte de Moscú fuera venerado como la fuente del realismo social, y Konstantín Stanislavski empezó
a ser considerado uno de los personajes más destacados de la cultura mundial.
Durante sus últimos años se concentró en perfeccionar sus escritos,
especialmente a raíz de que sufriera un infarto sobre el escenario en 1928 y
los médicos le prohibieran seguir actuando.
Prácticamente sin
abandonar su domicilio, en los últimos años de su vida Stanislavski se reunía
diariamente con los actores, transformando los ensayos en una escuela artística
según su método. Dedicó todas sus fuerzas al teatro hasta sus últimos días,
teniendo tiempo de enviar a la imprenta el primer tomo de Trabajos del actor sobre sí mismo, título completado
después de fallecer, ya que un infarto acabó con su vida el 7 de agosto de
1938, en Moscú.
Este libro se
presenta en forma de un diario que el autor consigue hacer creer que hubiera
sido escrito cada día por un alumno de la escena. Mientras en la persona del
maestro el autor enuncia sus propias teorías acerca del teatro, en el alumno se
representa indirectamente a sí mismo en los comienzos de su carrera de actor,
de tal manera que el libro, que tiene una gran calidad literaria, ofrece un
retrato completo de su extraordinaria personalidad. Al leer sus seiscientas
páginas se comprende por qué la influencia de Stanislavski resulta
insuperable en el teatro contemporáneo.
En 1947, y
siguiendo el modelo de Stanislavski, en Nueva York se fundó el Actor’s Studio,
la famosa escuela de interpretación dirigida por Lee Strasberg y trasladada al
cine, cantera de actores cinematográficos que traspasaron fronteras y se
convirtieron en iconos del séptimo arte como Marlon Brando, Paul Newman, James
Dean o Marilyn Monroe.
Los restos mortales
de Konstantín Stanislavski yacen hoy en el cementerio
moscovita de Novodévichi, pero sus investigaciones y métodos prácticos
continúan vivos cada día sobre el escenario de cualquier teatro o rodaje de
película.
(EL PAÍS España/ 17-1-2019)
(EL PAÍS España/ 17-1-2019)
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