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Entonces empezó el
espectáculo aéreo. Había un tipo que hacía acrobacias con un Fokker. Era bueno,
giraba y hacía loopings, después caía en picada y a último momento salía
barriendo el suelo. El mejor de los trucos era agarrar dos pañuelos rojos
colocados en postes de unos dos metros de alto con unos ganchos que llevaba en
las alas. El Fokker inclinaba un ala para recoger uno de los pañuelos y después
se daba vuelta para recoger el otro.
Al rato hubo algunos
números de escritura en el cielo bastante aburridos y unas carreras de globos
que eran una bobada. Entonces vino algo bueno, una carrera alrededor de cuatro
columnas que estaban en el suelo. Los aeroplanos competían dando doce vueltas
alrededor de las columnas y el primero que llegaba ganaba el premio. Si algún
piloto volaba por arriba de las columnas quedaba descalificado automáticamente.
Los aviones calentaban los motores en la pista. Cada uno era de un modelo
diferente. Uno tenía un cuerpo muy fino casi sin alas. Otro era ancho y redondo
y parecía un balón de fútbol. Todos estaban muy bien pintados. El premio era de
$ 100. Seguían calentando los motores, y te dabas cuenta que ahora iba a venir
algo realmente excitante. Los motores rugían como si quisieran salir de los
aviones. Entonces el juez bajó la bandera de salida y despegaron. Eran seis
aviones y casi no tenían espacio para dar vueltas entre las columnas. Algunos
pilotos iban por abajo, otros a media altura y otros más arriba. Algunas se
apuraban y perdían terreno en los giros. Otros iban más lentos y hacían giros
más cerrados. Era maravilloso y terrible. Entonces uno perdió un ala. El avión empezó
a rebotar contra el suelo con el motor incendiado. Al final quedó boca arriba
echando fuego y humo. La ambulancia y los bomberos se le acercaron enseguida. Los
demás aviones seguían volando. Hasta que de golpe le explotó el motor a otro avión
y se deshizo en pedazos que empezaron a caerse de a poco, hasta que se destrozó
completamente contra el suelo. Pero pasó algo raro. El piloto abrió la cabina,
salió y esperó parado a la ambulancia saludando a la gente, que aplaudía como
loca. Fue algo milagroso.
Y de repente pasó lo
peor. Dos aviones quedaron enganchados mientras daban la vuelta a una columna y
se estrellaron contra el suelo, incendiados. La ambulancia y los bomberos
volvieron a acercarse y sacaron a dos tipos en camillas. Era triste que
aquellos dos valientes se murieran o quedaran inválidos para siempre.
Ahora quedaban nada más
que dos aviones, el 5 y el 2, tratando de conseguir el premio. El 5 era el finito
que apenas tenía alas y giraba mucho más rápido que el 2. El 2 era el que que
tenía forma de balón de fútbol y avanzaba mucho en los giros, aunque no le
servía de nada. El 5 se le adelantaba continuamente.
-El avión número 5 -dijo
el locutor- lleva dos vueltas de ventaja y le quedan dos para llegar al final.
Parecía que iba a ganar
el 5. Pero entonces volteó una columna y la volteó y fue cayendo en picada a
toda velocidad, hasta que rebotó contra el suelo, se siguió arrastrando y quedó
dado vuelta. La ambulancia y los bomberos tuvieron que ir mucho más lejos.
El número 2 siguió
girando entre las tres columnas que quedaban y la que estaba caída, hasta que
aterrizó. Había ganado el gran premio. El piloto era un tipo gordo como el
avión. Yo pensaba que iba a ser un tipo con pintún y duro. Había tenido suerte.
Casi nadie lo aplaudió.
El espectáculo se cerraba
con un concurso de paracaidismo. Habían pintado un círculo en el suelo, y
ganaba el que cayese más cerca. Me pareció un poco estúpido. No había ruido ni
acción. Lo único que hacían los que saltaban del avión era tratar de caer en el
círculo.
-Esto no es muy bueno -le
dije a Frank.
-No -me contestó él.
Los tipos seguían saltando
y cayendo cerca del círculo y de golpe el gentío empezó a gritar oooohs y
aaaahs.
-¡Mirá! -dijo Frank.
Uno de los paracaídas se había
abierto a medias y no embolsaba mucho aire. El hombre caía más rápido que los
otros y le podíamos ver el movimiento de las piernas y los brazos, tratando de
desenredar el paracaídas.
-¡Cristo! -gritó Frank.
El tipo siguió cayéndose
cada vez más rápido. Y cada vez lo podíamos ver mejor. Seguía tirando de las
cuerdas para desenredarse pero al final no pudo. Hasta que rebotó en el suelo y
cuando volvió a caerse quedó inmóvil. El paracaídas a medio abrirse cayó arriba
de él.
Suspendieron el resto de
los saltos.
Después fuimos saliendo con
todo el mundo, y nosotros estábamos en guardia por si veíamos a Daniel.
-Mejor no hacemos
auto-stop para volver -le dije a Frank.
-Mejor.
Yo no me daba cuenta si
lo que me había excitado más fue la carrera de los aviones, el salto fallido
del paracaídas o la concha.
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