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DANTE, VIRGILIO Y BEATRIZ: TRES FIGURAS DE UNA TORMENTA EXISTENCIAL (4)


Entonces Beatriz, su amada Beatriz, trasciende la memoria amorosa del poeta para ser plasmada como una figura de su Comedia. Simbolizará la belleza absoluta y el espíritu redentor, su teología salvadora.  Beatriz es la enviada de la Virgen María desde el Paraíso para invitar a Virgilio -que se encontraba en el primer círculo del infierno- y hacerlo el guía de Dante.

La primera alusión a Beatriz en La Divina Comedia la hace el propio Virgilio cuando aparece en el Bosque Oscuro donde Dante está atormentado con sus pecados y le dice: Me hallaba entre las almas suspendidas / y me llamó una dama santa y bella, / de forma que a sus órdenes me puse” (Canto II).


Y también para que sean sus ojos los que vea Dante cuando llegue al Paraíso. Por eso Beatriz recibirá el testigo del pagano Virgilio, cuando este no pueda traspasar los límites del purgatorio. Por su amor y cercanía con Dios, Beatriz representa la belleza total y la salvación.


Dante se topa con Beatriz en el canto XXX del Purgatorio. Al desaparecer Virgilio, ella se convierte en la guía que lleva a Dante a su encuentro con Dios: ¡Mírame bien!, soy yo, sí, soy Beatriz, / ¿cómo pudiste llegar a la cima? / ¿no sabías que el hombre aquí es dichoso?


La celestial aparición de Beatriz hace que Dante vuelva al camino recto. Confiesa que se ha alejado de la Fe y se arrepiente frente a su donna angelicata, que tuvo que ser severa con él para lograr ese arrepentimiento.


Este encuentro limpia el alma de Dante y hace gentil a su corazón (cuor gentile), preparándolo para experimentar la dicha suprema.


“Beatriz está presente con Dante después de su purificación inicial representada en el purgatorio, y ahora, en el Paraíso como guía teológica, madre tierna, profesora disciplinada, la personificación de la Sapiencia. Es también, al fin de tanto, una representación de Jesucristo—un aporte asombroso de Dante en su análisis de hacia dónde pueden llevar los poetas el amor de una mujer en la tradición del amour courtois y il dolce stil nuovo en una esquema teológico y neoplatónico de una nueva estética propuesta y memorializado en la Comedia misma.


Beatriz es la figura de una mujer, a veces tierna como una madre, a veces es un político fuerte en afán militar como almirante, es también, una guía, el objeto de un amor que exhibe caritas, una maestra estricta, y, de igual manera, una mujer misericordiosa que no se dobla ante la desesperación de Dante.

Mientras tanto, ella instruye a Dante enciclopédicamente sobre la astronomía de las esferas, los poetas, los santos y teólogos, y sobre cómo funcionan muchas de los aspectos del universo y de la ciencia natural. Por ejemplo, explica las teorías de Avicenna sobre la formación del embrión humano, retomadas más tarde por Gil de Roma.) Pero, más que nada, sin embargo, Beatriz acompaña a Dante en sus vicisitudes y sus entrevistas en El Paraíso con Santo Tomás de Aquino, con San Buenaventura y otros Padres de la Iglesia quienes permanecen en El Paraíso.


Beatriz, acercándose a la entrega de Dante a San Bernardo, demuestra aspectos de Cristo mismo en Cantos XXII-XXIII del Paraíso. Es un aporte teológicamente escandaloso por parte de Dante en la confección de su estética cuando incorpora a Beatriz en la Santa Trinidad en su poema. En forma, pues, de blanca rosa se ofrecía a mi vista la milicia santa que Cristo con su sangre hizo su esposa; pero la otra (los ángeles), que volando Ve y canta la gloria de aquel que la enamora y la bondad que tan excelsa la he hecho, como un enjambre de abejas, que ora se posa sobre las flores, Otra se vuelve al sitio donde su trabajo se vuelve dulce miel, descendía a la gran flor que se adorna de tantas hojas, y desde ahí se lanzaba de nuevo hacia el punto donde siempre permanece su Amor. Todas estas almas tenían el rostro de llama viva, las alas de oro, y lo restante de tal blancura, que no hay nieve que pueda comparársele. (Paraíso XXXI, 1-36)


La tarea de Beatriz como responsable del poeta y alma de Dante encomendada por la Virgen María y parte de una multitud de otras mujeres como Lia, Matelda y Raquel, es de dirigir a Dante con cariño, disciplina, fuerza estricta y convicción hacia el difícil pero correcto camino de penitencia con el objeto de entregarlo a su próximo guía, San Bernardo, quien lo encaminará inefablemente hacia la Virgen María y a la unión mística con Dios. Dante habla en el Canto XXXI del Paraíso:


Yo, que acababa de pasar de lo humano a lo divino, del tiempo

 limitado a lo eterno, y de Florencia a un pueblo justo y santo
¿de qué estupor no estaría lleno? (Paraíso XXXI, 48-50)

Dante, que se ha apoyado en los buenos oficios de Virgilio, Beatriz, San Bernardo y la Virgen María ha cumplido su viaje”[11].
Notas

[11] MILLER, Katherine. Biblioteca –“Florentino Idoate, S.J.” Ver: http://abaco.uca.edu.sv/downloads/varios/Beatriz.pdf

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