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JOAQUÍN TORRES GARCÍA sobre DÍAZ YEPES


Concepto moderno de la escultura como arte plástica.

Manuscrito de 11 páginas de Joaquín Torres García sobre Eduardo Díaz Yepes, Abril de 1940. (N – 40- 41 Díaz Yepes, MUSEO TORRES GARCÍA)

1 / Puede decirse que la escultura es el arte plástica por antonomasia. Su cualidad tectónica, la materia empleada y hasta el objeto que le es propio, es decir, su destinación, evidencian esto. Y, por tal motivo, al hacerse blanda, al perder el canto y la vista bien acusada, el plano bien determinado y preciso, pierde el carácter que debe serle propio. Por parte de Rodin y Medardo Rosso, entre otros, creo que fue un error el querer llevarla a lo vago y fugaz del impresionismo, así como tampoco aunque fuere un acierto,

2 / Los escultores barrocos del siglo XVI, S XVII, al violentar el movimiento y, sobre todo, en el plegado de los ropajes.

La misma gracia, en la escultura, ha de ser parca. Y esto sin olvidar que, lo macizo y pesado, ahora en nada, es un defecto equivalente. Pero, una forma, la escultura ha de ser más bien un arte simple y severo.

Trae la escultura, problemas propios, como todo arte. Por esto, si de un lado hay que considerar su aspecto corpóreo, desplazándose en el espacio y, por esto, a modo de construcción arquitectónica, por otro lado no debe olvidarse algo muy importante también y es el juego de planos y volúmenes con respecto a la luz. Determinando esta, masas de claroscuro, no hay que olvidar

3 / un bien compensado equilibrio. Pero, hay que apresurarse a decir, que el escultor no debe de contar en demasía sobre esa ilusión luminosa y explotarla engañosamente. Una bien estudiada escultura bajo ese aspecto, debe presentar, desde cada ángulo de visión, igual equilibrio.

Todo esto que acabamos de decir, evidencia una cosa que, ante todo, el escultor, debe de preocuparse de estos problemas absolutamente plásticos. Y por esto los modernos (así como los escultores de la época helenística) han podido despojar a la escultura de todo lo accesorio, para así, poner más de relieve eso esencial y casi cómo mostrado al desnudo.

Es lo que se ha producido en los escultores cubistas, por ejemplo, y en los que, aleccionados

4 / por tal escuela o tendencia, han ido ya más a la forma esencial. Han dominado entonces, en la escultura, con sentido geométrico. Y por esto los modernos no han desdeñado el estudio de la escultura negra, posteriormente, lo aborigen de las civilizaciones arcaicas de América.

Nos obliga a tratar de tal arte, en esta forma, el deber ocuparnos hoy de la escultura de Eduardo Díaz Yepes, que aquí un tiempo estuvo entre nosotros, y que ha sido casi el único ejemplo de esta tremenda depuración llevada hasta la abstracción total. Y, si queremos ocuparnos de tal escultor, no solo es porque aquí pase muchos admiradores y amigos, ni tampoco porque se sospeche que deba volver

5 / en breve (y ello es una oportunidad para recordarlo) sino y esta es la razón de este artículo. Porque tal ejemplo, debe aquí recordarse y destacarse por habernos dado la nota más aguda en tal sentido de depuración formal y también de comprensión de la escultura, en su intrínseca naturaleza.

Fue aquí nota que tuvo que destacarse y pues y en verdad, antes que la obra del escultor castellano, aquí jamás se había exhibido ni producido otra análoga. Y lo que ahora debemos destacar, y lo hacemos con sumo placer, es que tal arte, aquí completamente nuevo, fue muy bien recibido. Esto, al escultor, le granjeó multitud de amigos y admiradores,

6 / y sobretodo entre nuestra intelectualidad, y podemos decir también, que entre la gente del oficio, su palabra fue muy escuchada. Por esto aun hoy se habla de hacerle venir, pues no dudan los entendidos que su influencia sería beneficiosa para tal arte. Por más de una razón, nosotros apoyamos esa idea calurosamente.

Debido a ese ambiente favorable, a pesar de no hacer más que escultura abstracta, como se ha dicho, tuvo que complacer algunos amigos haciendo algunos retratos. Con esto probó que, en tal técnica, no menguaba en nada su sentido escultórico. Pueden testimoniar esto, el retrato de Ramón y Cajal en

7 / en el Instituto de Biología, el de Emilio Oribe, y otros de poetas y músicos, que ahora no recuerdo, así como estudiar director ante el modelo. Y es que en Yepes, hubo una larga preparación antes de llegar a la síntesis moderna, y por esto, todas las realizaciones, no fueron para él mayor problema. Surge, este escultor, entre el grupo de estatuarios radicados en Madrid, como Victorio Macho, Alberto (el grande amigo de Barradas) y de pintores como Palencia, Lima, y con los cuales, si tiene trato como profesional y por estar todos en una tendencia nueva, no por esto los frecuenta mucho ni les sigue en sus devaneos sociales, prefiriendo la tranquila soledad de su taller.

8 / Así lo conocí, en oportunidad de pasar cerca de dos años en la capital de España. Así, en su hosca soledad, rodeado de un mundo nuevo de escultura.

Podría o no, aceptarse tal arte, como hoy se utiliza, es decir, deshumanizado. Pero un espectador sensible y abierto (y tal fue el caso en muchos de los de aquí) ha de recibirlo, al menor como bellas formas equilibradas. Debe procurar, lo bien que estarían entre el verde follaje del jardín, en la fuente ó en el muro bajo la forma de relieve. Así lo consideraron algunos de nuestros arquitectos.

Y es así. Si se quita el prejuicio, de que tanto la escultura como la pintura, han de ser artes de imitación, y se piensa, por el contrario, que es el aspecto plástico puro y creativo el que

9 / ha de interesarnos, el criterio de muchos, podría cambiar y, entonces, admirar lo que el prejuicio no les deja ver y que es belleza verdaderamente decantada. Porque todo el afán de tales artistas es, como he dicho, el de llegar a la suma depuración de su arte, por esto, el afirmar escuetamente su esencialidad.

Realizó aquí Yepes, en el Centro Español, una exposición bastante completa de sus obras (algunas traídas de España) tal conjunto, que fue muy visitado, venció viejos elogios de la crítica. Muchas de esas obras hoy figuran en colecciones privadas y empero son miradas con simpatía, deplorando que su autor ya no esté aquí entre nosotros. Pero se rumorea

10 / que vendría, y nosotros hacemos votos para que tal rumor se convierta, bien pronto en realidad.

Últimamente se nos informa que su arte, que ha debido interrumpirse más de una vez la pesada tragedia española, toma, otra expresión. Que dentro de la severa línea geométrica y el volumen, siempre bien acusado, hoy aparece heroicamente lo humano. Vuelve, el escultor, de nuevo sus ojos a las formas de la vida, a lo humano. Pero, tal cosa faltar: es la curva de todos los grandes contemporáneos y no es arrepentimiento. Desde Lipchitz Glamcus, en la escultura, hasta los pintores más intransigentes ayer, en su mundo maravilloso

11 / de creaciones. Nosotros, por nuestra parte, hemos preconizado esta vuelta a lo humano. No nos sorprende, pues, tal nueva orientación en este escultor, que le suponemos con admirable talento. Tal vuelta a la vida, después de la disciplina, es en efecto el mejor sello de autenticidad de una vocación bien acusada. Por esto esperamos que Díaz Yepes va a sorprendernos grandemente en esta nueva modalidad de su bien equilibrado arte.

Abril 1940 J.T.G.

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