CANCIÓN
38
El
aspirar de el aire,
el
canto de la dulce filomena,
el
soto y su donaire,
en
la noche serena,
con
llama que consume y no da pena.
DECLARACIÓN
(5)
10 /
Y por eso, no sólo llama a esta contemplación “noche”, pero también llama “serena”;
porque así como la noche se llama serena porque está limpia de nubes y vapores
en el aire, que son los que ocupan la serenidad de la noche, así esta noche de
contemplación, está para la vista del entendimiento rasa y ajena de todas las
nubes de formas y fantasías y noticias particulares que pueden entrar por los
sentidos, y está limpia también de cualesquier vapores de afectos y apetitos.
Por lo cual la contemplación es noche serena para el sentido y entendimiento
natural, según lo enseña el Philósopho, diciendo “que así como el rayo de sol
es escuro y tenebroso para el ojo de el murciélago”, así las cosas altas y más
claras de Dios son escuras para nuestro entendimiento.
Con llama que consume y
no da pena.
11 /
Todas las cosas pasadas dice el alma aquí en este verso que se las dé el Esposo
“con llama que consume y no de pena”; la cual llama se entiende aquí por el
amor de Dios ya perfecto en el alma. Porque para ser perfecto estas dos
propiedades ha de tener, conviene saber: que consuma y transforme el alma de
Dios, y que no dé pena la inflamación y transformación de esta llama en el
alma. Y así esta llama era ya amor suave, porque en la transformación de el
alma en ella hay conformidad y satisfacción de ambas partes, y, por tanto, no
da pena de variedad de más o menos, como hacía antes que el alma llegase a la
capacidad de este perfecto amor. Porque, habiendo llegado, está ya el alma tan
transformada y conforme con Dios, como el carbón encendido lo está con el
fuego, sin aquel humear y respendar que hacía antes que lo estuviese, y sin la
escuridad y accidentes propios que tenía antes que del todo entrase el fuego en
él. Las cuales propiedades de escuridad, humear y respendar ordinariamente
tiene el alma con alguna pena y fatiga acerca de el amor de Dios, hasta que
llegue a tal grado de perfección de amor, que la posea el fuego de amor llena y
cumplida y suavemente, sin pena de humo y de pasiones y accidentes naturales,
pero transformada en llama suave, que la consumió acerca de todo eso y la mudó
en Dios, en que sus movimientos y acciones son ya divinas.
12 /
En esta llama quiere la esposa que la dé el Esposo (como habemos dicho) todas
las cosas que ella pretende, porque no las quiere poseer, ni estimar ni gozar
sin perfecto y suave amor de Dios.
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