ARTE
Y RESPONSABILIDAD
Un todo es mecánico si sus elementos están unidos solamente en el espacio y
en el tiempo mediante una relación externa y no están impregnados de la unidad
interior del sentido. Las partes de un todo semejante, aunque estén juntas y se
toquen, en sí son ajenas una a otra.
Tres áreas de la cultura humana -la ciencia, el arte, la vida- cobran
unidad sólo en una personalidad que las hace participar en su unidad. Pero su
vínculo puede llegar a ser mecánico u externo. Es más, casi siempre sucede así.
El artista y el hombre se unen de una manera ingenua, con frecuencia mecánica,
en una sola personalidad; el hombre provisionalmente se retira de la “turbación
de la vida” hacia la creación, al mundo de “la inspiración, dulce sonidos y
oraciones”. ¿Qué es lo que resulta? El arte es demasiado atrevido y autosuficiente,
demasiado patético, porque no tiene que responsabilizarse por la vida, la cual,
por supuesto, no puede seguir a un arte semejante. “Y cómo podríamos seguirlo
-dice la vida-; para eso es el arte, y nosotros nos atenemos a la prosa de la
existencia.”
Cuando el hombre se encuentra en el arte, no está en la vida, y al revés.
Entre ambos no hay unidad y penetración mutua de lo interior en la unidad de la
personalidad.
¿Qué es lo que garantiza un nexo interno entre los elementos de una
personalidad? Solamente la unidad responsable. Yo debo responder con mi vida
por aquello que he vivido y comprendido en al arte, para que todo lo vivido y
comprendido no permanezca sin acción en la vida. Pero con la responsabilidad se
relaciona la culpa. La vida y el arte no sólo deben cargar con una
responsabilidad recíproca, sino también con la culpa. Un poeta debe recordar
que su poesía es la culpable de la trivialidad de la vida, y el hombre en la
vida ha de saber que su falta de exigencia y de seriedad en sus problemas
existenciales son culpables de la esterilidad del arte. La personalidad debe
ser plenamente responsable: todos sus momentos no sólo tienen que acomodarse
juntos en la serie temporal de su vida, sino que también deben compenetrarse
mutuamente en la unidad de culpa y responsabilidad.
Y es inútil justificar la irresponsabilidad por la “inspiración”. La
inspiración que menosprecia la vida y es igualmente subestimada por la vida, no
es inspiración sino obsesión. Un sentido correcto y no usurpador de todas las
cuestiones viejas acerca de la correlación entre el arte y la vida, acerca del
arte puro, etc., su pathos verdadero,
consiste solamente en el hecho de que tanto el arte como la vida quieren
facilitar su tarea, deshacerse de la responsabilidad, porque es más fácil crear
sin responsabilizarse por la vida y porque es más fácil vivir sin tomar en
cuenta el arte.
El arte y la vida no son lo mismo, pero deben convertirse en mí en algo
unitario, dentro de la unidad de mi responsabilidad.
NOTA ACLARATORIA
Es la primera aparición conocida de M. Bajtín en la prensa. Por primera vez
se publicó en la antología Día del arte (Nevel,
1919, 13 de setiembre, pp. 3-4-). El autor vivió y trabajó en Nevel en
1918-1920, después de graduarse en la universidad de San Petersburgo. El
artículo se reimprimió en Voprosy
literatury (1977, núm. 6, pp. 307-308; edición de Iul Galperin).
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